Casi cada día, en el Borsky Sports Centre de Nizhny Novgorod donde trabaja Uruguay, aparece el «Maestro» Óscar Washington Tabárez con su muleta camino de un banquillo. Siempre el primero, por delante de sus jugadores, que le siguen detrás. Se sienta, mira hacia el césped y observa a una figura importantísima para él: José Herrera.
El «profe» Herrera no es ningún desconocido en la selección charrúa. Y menos aún para Tabárez, que es su mano derecha desde hace prácticamente 37 años. Los dos están juntos desde 1980, aunque hubo un pequeño paréntesis en el Mundial de Italia 1990. Los dos han estado en tres Mundiales, el último en Rusia. Son historia activa de Uruguay.
Herrera, un buen preparador físico, se emplea a fondo sobre el césped del campo de entrenamiento de Uruguay. Silbato en mano, ordena y manda. «¡Arriba esas piernas! ¡Más intensidad! ¡Muy bien chicos!». Mientras, algo más lejos, Tabárez asiente conforme. Sus ideas las traslada a la perfección su compañero.
Ambos se conocen como la palma de su mano. Su relación comenzó en 1980, en el Vella Vista, cuando Herrera era profesor de educación física. Enseñaba a preescolares en la piscina y también a adultos en Montevideo, donde llegó para estudiar con 16 años desde su ciudad, Paso de los Toros.
Decidió aparcar la enseñanza para unirse a Tabárez, con quien trabajó en el Danubio, en el Montevideo Wanderers, en el Peñarol y en el Deportivo Cali. Con Peñarol, lograron una Copa Libertadores, una de sus mayores alegrías.
Sólo se separaron una vez, cuando Tabárez se convirtió en seleccionador de Uruguay y para el Mundial de Italia se tuvo que llevar como preparador físico a Esteban Gesto porque la prensa presionó para juntar al mejor técnico con el mejor preparador.
Después del Mundial, se convirtieron en uña y carne para siempre. Volvieron a juntarse en Boca Juniors, Milan, Oviedo, Cagliari y Vélez hasta que Uruguay los volvió a llamar en la selección después del Mundial de Alemania 2006. Y hasta hoy. Juntos han conseguido una semifinal en Sudáfrica 2010 y han ganado la Copa América de Argentina 2011. Se conocen a la perfección.
Y, sus jugadores, respetan hasta la veneración a ambos: «Todo el cuerpo técnico es muy importante e influye muchísimo en todos los jugadores. Yo soy de los más nuevos y en el poco tiempo que llevo me he dado cuenta de lo importante que son los dos. Más que entrenador o un preparador físico son unos enseñantes de la vida para todos nosotros y para todos los uruguayos. Sentimos mucho orgullo», dijo a EFE Lucas Torreira.
El pensamiento de Torreira, un joven recién llegado, es el mismo que el del resto de jugadores de Uruguay. Desde el más veterano hasta el más novato. Luis Suárez, Edinson Cavani, Diego Godín o Rodrigo Bentancur, como el resto, admiran a los miembros de su cuerpo técnico, Herrera incluido.
Y Herrera se emplea a fondo desde que llegó a Rusia. Es puro rock and roll, como cuando corre en sus ratos libres. Agarra unos auriculares, se pone música y hace cerca de ocho kilómetros acompañado de Guns N’ Roses y AC/DC, sus grupos preferidos.
Mientras, Tábarez observa complacido a su hombre de confianza, a su extensión sobre el césped. Y todo funciona. Uruguay, ha pasado por encima de todos sus rivales con un ritmo de alto voltaje. Portugal espera y tiembla. El «profe» Herrera y Tabárez, preparan su pase a cuartos.
Comentarios