Por Daniel Pérez (Partido Independiente)
En la campaña electoral de 2014, el Frente Amplio se comprometió a mejorar la seguridad pública, en ese entonces el Dr. Vázquez expresó “nosotros no hacemos promesas electorales, cuando nos comprometemos, cumplimos. Hoy podemos comprometernos a frenar el crecimiento de las rapiñas y en cinco años reducir el número de hurtos y rapiñas en un mínimo de 30%. Y vamos a cumplir”.
Sin embargo la realidad está muy lejos de esta promesa, según los datos del Ministerio del Interior en el primer semestre de este año se cometieron más de 200 homicidios, casi 15 mil rapiñas y más de 70 mil hurtos, números que de por sí asustan. Estos números indican que los homicidios han aumentado un 66%, las rapiñas un 56% y los hurtos un 27% en relación al mismo período del año pasado, lo cual deja expuesto un deterioro muy grande de los niveles de seguridad que se viven en nuestro país y que la sensación de inseguridad que viven todos los uruguayos y uruguayas no es una sensación, sino una realidad, un cruel y triste realidad.
La situación de Colonia no es más alentadora, la inseguridad es notoria, lo muestra el sentir de la gente y también los datos oficiales que registran un incremento de las rapiñas, pero sobre todo en los hurtos que por cuarto año consecutivo registran un nuevo e importante incremento que parece no detenerse. En el primer semestre se cometieron casi 2000 hurtos, lo que implica un incremento del 25% en relación al año anterior y más del doble de los que se cometieron en 2014, cuando el Dr. Tabaré Vázquez prometió reducir los hurtos y rapiñas.
Esta situación es grave por el deterioro que se está produciendo en la convivencia y la calidad de vida de los y las colonienses. Parte del aumento delictivo fue propiciado por la llegada al departamento de delincuentes provenientes de la capital, los cuales no sólo llegaron para delinquir, sino que trajeron consigo modalidades delictivas y situaciones que antes no se conocían en el departamento o que al menos eran poco frecuentes.
En los últimos años hemos visto con frecuencia la aparición de “motochorros”, narcotráfico, zonas rojas, operativos “express” con rapiñas a mano armada que ocurren en un breve lapso de tiempo en más de una ciudad, huidas espectaculares, copamientos, etc. Estos episodios que son frecuentes en algunas zonas de Montevideo, no lo eran en Colonia y el principal problema no es el hecho concreto, sino las consecuencias que estos pueden tener a futuro.
Este “desembarco” de delincuentes en el departamento tiene consecuencias negativas más allá del delito en sí mismo: Algunas de esas consecuencias son las siguientes: a) los delincuentes aprenden que pueden venir a Colonia a robar cuando la cosa se pone “caliente” en la capital; b) se dan cuenta que acá es más fácil cometer delitos porque las medidas de seguridad de casas y comercios son menores en Colonia –porque “acá no pasa nada” y “nos conocemos todos”-; c) construyen alianzas con “socios” del delito que viven en el departamento; y d) hay un aprendizaje por parte de los delincuentes locales aprenden, con lo cual el mayor riesgo que estas modalidades de delitos hayan llegado para quedarse.
Desde 2014 hemos dicho que la estrategia del Ministerio del Interior basada en poner cámaras de vigilancia en los llamados “puntos calientes” de la capital iba a traer aparejado un corrimiento del delito hacia los departamentos vecinos, salvo que se tomaran otras medidas. También hemos indicado que la cantidad de policías que tiene el departamento es insuficiente para combatir la delincuencia, lo es en términos absolutos y lo es más, si se toma en cuenta la cantidad de efectivos que realmente trabajan en tareas de investigación y combate del delito en la calle.
En ese sentido es necesario tener en cuenta la distribución espacial de la población en el departamento, no es lo mismo tener 100 efectivos en una seccional de la capital o en un departamento como Salto que concentra la mayor cantidad de población en la propia ciudad de Salto, que hacerlo en el departamento de Colonia que la población está distribuida en muchas localidades.
Es imprescindible incorporar más personal policial y hacer una reasignación de recursos humanos de forma de contar con la mayor cantidad de policías destinados al combate del delito. Aún es posible revertir esta situación -que es por demás grave-, pero es necesario tomar medidas en forma inmediata, lamentablemente el equipo que hoy conduce la política de seguridad nacional ha dado muestras de ser incompetente para tomar estas medidas, por lo cual poco se puede esperar de ellos.
El gobierno debe realizar un cambio inmediato en la estrategia de combate al delito y una sustitución de las autoridades del Ministerio del Interior, de lo contrario la inseguridad será mayor y el Frente Amplio también incumplirá su promesa de reducir los hurtos y rapiñas.