Los adoquines que sacaron están bajo tierra, dentro del predio del Corralón Municipal, detrás del Cementerio, si uno va, no son visibles, los tapó la tierra y el pasto.
Son parte del patrimonio y de la historia de la ciudad, pero cuando los retiraron nadie controló ni cuantificó los mismos. Aunque algunas voces dicen que sí, pero los papeles hoy no aparecen.
En todas las ciudades de Europa preservan el adoquinado, dicen que es mucho más permeable que el asfalto y tiene mucho más durabilidad, pero aquí literalmente los eliminaron.
En la actualidad la Intendencia de Colonia no tiene un inventario de la totalidad de los adoquines retirados de las calles de Carmelo.
Un informe reciente del Departamento de Obras de la Intendencia de Colonia da cuenta que los adoquines que se eliminaron fue por obras de carpeta asfáltica en años anteriores, en calles como 19 de Abril, Uruguay y Zorrilla de San Martín. Estos trabajos fueron realizados en diversas épocas, incluyendo la anterior administración municipal.
La Dirección de Obras informó que por su carácter patrimonial en la actualidad está bajo custodia del Municipio y es por eso que ellos desconocen la realización de una contabilidad y el control que se efectúa.
Lo cierto es que no existe hoy ningún documento que acredite la cantidad de metros cuadrados que se retiraron y depositaron posteriormente en el predio detrás de la Necrópolis Local.
En Mercado Libre el metro cuadrado de adoquines de hormigón simil colonial se vende a $ 500. Cada adoquín tiene un costo que va de los 20 a 30 pesos uruguayos.
Con la retirada de los adoquines no solo 19 de abril se convirtió en un río furioso cada vez que llueve, también se perdió gran parte del encanto patrimonial de la ciudad.
Los adoquines son parte de la historia, hablan sobre nuestros antepasados, las canteras de piedra, los picapedreros, pequeños tesoros que debieron tener otro destino. Las ciudades con memoria protegen estos elementos que muchas veces parecen insignificantes.
La gente a veces se queja de la basura, tal vez muchas de las respuestas están en que no cuidamos lo que tenemos y a su vez nos falta la capacidad de indignarnos cuando sin pedir permiso destruyen la ciudad en nombre del progreso.
Pero no solo se perdió el adoquin, también la transmisión oral del obrero que sabía colocarlos. En calle 12 de febrero, cada vez más hundida, no los tocan porque no tienen gente que sepa hacerlo. Eso dijeron desde la Intendencia.
Hoy quienes realizaron ese trabajo no tienen ni siquiera el dato de cuántos metros cuadrados eliminaron de las calles. No hay registro. Y de lo que no hay registro alguno sostienen que no existe.