Por Elio García
Solo hay una forma de salir de la facilidad discursiva cuando se interpreta lo acontecido en el Puente Giratorio en términos de intercambio de responsabilidades políticas, de adhesiones o de rechazos de acuerdo a sistemas de creencias partidarias.
La única forma es construir el acontecimiento con precisión quirúrgica. Analizar la cobertura del incidente en la prensa, en las redes sociales y en las plataformas de gobierno tanto, nacional, departamental como local, no es tarea fácil. Puede estar contaminada por nuestro nivel de creencias.
Para ello la escenificación de la actualidad es importante porque esta se edifica de las construcciones compartidas por la realidad.
En lo referido al incidente del Puente Giratorio hay dos tendencias claras, una construir una crónica desde el episodio visto como accidente y otra más tortuosa de poner foco en las responsabilidades e historiar la gestión de gobierno previo al choque.
Claramente quien ha elegido el camino de las responsabilidades -no fue la prensa- fue el propio Gobierno Nacional, a través del propio Ministro Víctor Rossi quien puso énfasis en mostrar todo lo realizado desde lo administrativo, de un problema presentado como un nudo legal de difícil resolución burocrática.
El caso del Puente Giratorio tiene un alto grado compartible de símbolos, no solo une dos orillas, también en su construcción de intangibles era el anclaje imaginario para retornar, volver, muy vinculado a lo turístico y al sentimiento de pertenencia para el que se va, «el que lo cruza siempre regresa.»
Creo que en términos generales la realidad mediática utilizó exclusivamente la crónica como forma de interpretar el problema. No avanzó en investigar el por qué, el cómo, y todos los cuándo, de un proceso que reitero desde estructuras de gobierno planteaban otra estrategia, la de desvincularse de las eventuales responsabilidades políticas.
En esa línea el Ministerio de Transporte y Obras Públicas no tuvo problema en acercar a los medios de comunicación documentación oficial que ponía en alerta a los ministerios de Defensa y Medio Ambiente.
¿Qué hicieron los medios con esta documentación? Los medios nacionales nada. Es interesante poner en foco esa actitud informativa.
El proceso cognitivo para ver la información sobre el incidente es un proceso asociativo y altamente vinculado con las emociones, ideas y miedos del público. No debe llamar la atención alguna histeria de grupos organizados en posicionarse en las redes sociales como defensores de posturas.
En el caso carmelitano hablamos de un tema que tiene un antecedente similar en 1951. Y lo que se puede hablar en ese proceso comunicacional entre vecinos no está aislado a lo que pasó hace 67 años atrás.
¿Cómo procesa una comunidad que una desgracia pasada e integrada a la historia se presente hoy con toda la violencia de la reiteración de las rutinas diarias? Nos está pasando lo que sucedió en 1951!!
La lectura de lo que sucede debería ser casi unánime ¿por qué no lo es?
Básicamente por los intereses en juego. Simplificar el tema en responsabilidades es igual que hacerlo solo a través de una crónica de accidente casi policial.
Lo que está en juego es la credibilidad de la gestión de gobierno. La reiteración casi escandalosa de cosas que vuelven a pasar, con el peso de haber intentado el propio Estado revertir el peligro casi exclusivamente a través de un sistema burocrático que claramente no fue efectivo.
En crisis están las políticas públicas de prevención. El anticiparse a los escenarios potencialmente catastróficos. Eso es lo que más preocupa en sectores que deciden.
En la opinión pública todo parece indicar que el factor rapidez podrá ayudar a revertir una situación incómoda para el gobierno.
Tanto es así que a pesar que todos vemos dos barcos aún en proximidades del Puente, y uno que efectivamente retiraron, desde el Poder Ejecutivo ven que los pecios ya no están.
Ver es algo cultural.
También las miradas dicen mucho sobre lo que somos.