A lo largo de los años, la imagen de Carlos Gardel ha sido víctima de un ensañamiento que ha buscado empañar su vida de sombras y convertirlo en delincuente, ya sea para agrandar su leyenda o por puro sensacionalismo, cuenta a Efe Ana Turón, una de las mayores estudiosas del mítico cantor de tango.
«Hay gente que dice que admira más a Gardel si tuvo un pasado turbio que si no lo tuvo. Pero no podemos pretender que haya tenido la historia que nosotros queremos», remarca una mujer que atesora en la localidad bonaerense de Azul la mayor colección bibliográfica sobre la más importante estrella del tango.
Hace casi 84 años que Carlitos pasó a la eternidad tras sufrir un accidente aéreo en Medellín (Colombia). Uno de los pocos datos que nadie pone en duda de su biografía, corta en años pero extensa en legado.
Y es que su vida, al menos cuando se busca en internet, está plagada de teorías y contradicciones, empezando por cuándo y dónde nació y pasando por su supuesto historial de estafas y otros delitos, algo que Turón pide desterrar definitivamente.
«La documentación de Gardel está. No hay ningún misterio en su vida. Los misterios los crea el periodista sensacionalista. Tratándose de una figura de la magnitud de Gardel debemos pedir responsabilidad al difundir esas cosas que no son verdad», remarca.
Y dejar de «calumniar» cuando se afirma que estuvo preso en la «cárcel del fin del mundo», en la sureña y fría ciudad argentina de Ushuaia.
Según Turón, que maneja una vasta documentación, esa no es «una anécdota inofensiva», ya que con ella se cuestiona la «honorabilidad» del ‘zorzal criollo’.
Desde hace años, el Museo del Presidio, ubicado donde entre 1902 y 1947 funcionó el penal que recibía a los más peligrosos delincuentes del país, dedica una vieja celda al artista en la que se hace referencia a su supuesta estadía como recluso.
«En una institución que debe preservar la historia, es grave que se muestre la celda de Gardel cuando no tienen ni fecha de ingreso ni egreso, ni siquiera el motivo», subraya Turón, directora del Museo del Libro «Gardel y su Tiempo», con 530 libros sobre el cantante y otros tantos de tango en general.
La experta critica que se dé información basada en testimonios orales «nunca probados» y sitúa el origen de la leyenda en 1969, por la publicación en una revista de una tarjeta de 1907 firmada por, entre otros, un supuesto «C.Gardel», y que contiene una dedicatoria al ex recluso político Eduardo Villanova, que había sido amnistiado y salió de la cárcel de Ushuaia meses antes.
Entre otros aspectos, los documentos indican que en ese tiempo Gardel no había adoptado aún su apellido artístico, sino que seguía siendo «Gardes» -el de nacimiento- y su caligrafía era diferente.
«Esa tarjeta no resiste el más mínimo análisis. A partir de ahí la historia gustó. Es más atractivo decir que Gardel estuvo preso a decir que estuvo en un colegio de curas, que es la realidad. Hay morbosidad por parte del público», lamenta la especialista.
La también profesora de francés aporta un documento de la Policía de Buenos Aires que dejó constancia en 1913 de que Gardes no estaba buscado por ningún delito, pero sí un tal «Garderes», que algunos aseguran que era un alias usado por el cantante para delinquir y que Turón descarta con documentos y pruebas caligráficas.
Dos años después, la Policía de la provincia bonaerense solo dio cuenta de una fuga de su casa en 1904 a la que no se le da importancia y ya en 1923 en la capital se expidió un «certificado de buena conducta».
«Prueba de que es imposible de que haya estado en Ushuaia, porque Ushuaia era para reincidentes y tendría que haber tenido como mínimo dos condenas», destaca Turón.
Tampoco hay constancia de que pasase por comisarías ni juzgados y, además, una ley deportaba a los extranjeros delincuentes.
La «teoría» argentina dice que Gardel nació en Tolouse (Francia) en 1890 y emigró después a Buenos Aires, mientras que la de Uruguay asegura que nació tiempo antes en su territorio, en Tacuarembó.
«Nació en Francia. Sucede que como no se presentó a la Primera Guerra en 1914 estaba en serias infracciones. Por esa razón se acogió a una ley uruguaya que protegía a los uruguayos radicados en el extranjero. Tenía que ser uruguayo para acogerse», explica la profesora.
Según agrega, Carlitos declaró haber nacido en Tacuarembó, cambió su año de nacimiento y apellido y obtuvo un nuevo pasaporte. Algo que no puede enturbiar una vida entera.
«La leyenda la crea quien o no tiene buenas intenciones o no tiene conocimientos suficientes. Entonces dice lo que le parece», concluye.
Rodrigo García (EFE)
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