El Obispo de Tacuarembó, Mons. Pedro Wolcan, presidió el domingo 17 de marzo la Misa Criolla en la Fiesta de la Patria Gaucha que comenzó el 12 de marzo en Tacuarembó.
Acompañó al Obispo Diocesano en la Misa el Obispo de Salto, Mons. Fernando Gil, y el clero diocesano.
La Misa Criolla en esta fiesta se celebra tradicionalmente en el escenario del Parque en la Laguna de las Lavanderas, pero por las inclemencias del tiempo en esta oportunidad tuvo lugar en la Catedral de San Fructuoso.
Una gran asamblea desbordó el templo que participó con gran piedad y devoción.
Al inicio de su homilía Mons. Wolcan dio la bienvenida a “todos trabajadores del campo y de la ciudad¨que llegaron a esta fiesta para “compartir y celebrar principalmente la vida y el trabajo en el campo”. “Sus tradiciones cultivadas como don precioso que se trasmiten a través de las generaciones, de padres a hijos; de amigos a amigos de gauchos a gauchos!!!”, enfatizó.
El Obispo les expresó su agradecimiento a los presentes “por lo que son, por lo que hacen, por lo que nos brindan: alimento, vida, trabajo exigente, a la descampada, entre la lluvia y el sol, entre el frío y el calor, entusiasmados al ver el día que con el lucero de la mañana y el amanecer se inicia; y la gratitud por lo hecho al cerrarse la jornada en la visión de la luna y las estrellas”.
“Todos en esta tierra oriental tenemos algo del campo”, señaló Mons. Wolcan y dijo: “Ni quien les habla es ajeno, soy y vengo del sur criado sobre la pradera, viendo abrir el surco, sembrar la semilla y recoger sus frutos. Arriar `las tamberas para el tambo´ y tropear el ganado. Traigo conmigo a `los de allá’ a la gente del campo, de la cual soy parte, recordando y viendo sus rostros, porque también aquí están, rostros cursados por el rigor y el trabajo, hacedores desde lo suyo como ustedes hermanos del norte de esta gran y única familia oriental”. “Campesinos también los de allá con lo que les es propio como los de aquí. Una sola Patria, un solo campo, sitio para el trabajo, para ganar el pan que permita vivir con dignidad y trabajo”, puntualizó el Pastor.
Refiriéndose a las lecturas del día, Mons. Wolcan explicó que “la palabra de Dios que proclamamos nos habla de promesa de Dios, Esperanza del hombre, no dejemos ni lo uno ni lo otro, no nos falta ni la promesa de Dios y nos tiene que mover a la esperanza siempre de una vida mejor”. “Recordemos también que debemos estar atentos cuando ese Dios que no nos abandona nos invita para hacer el viaje de la vida según Él y con Él”, agregó.
“Es la certeza de saberlo siempre entre nosotros, en medio de su pueblo lo que nos hace vivir, trabajar sin desfallecer en la construcción de un mañana mejor, de mayor compañerismo, de mejores formas de trabajo, de construir el hogar con vínculos y tratos afectuosos, de integración, de respeto”, subrayó en su homilía el Obispo de Tacuarembó.
Luego el Obispo se detuvo a reflexionar en torno al afiche de la Fiesta de la Patria Gaucha de este año que reproducía la obra del artista Fernando Fraga que muestra a una mujer negra, un “ama de leche”, amamantando a un bebé blanco. El Obispo de Tacuarembó resaltó el motivo del afiche: “la leche materna alimento para la vida” que “no conoce razas, ni culturas, sólo conoce humanidad vinculada en el AMOR”. “No sólo la mujer da la leche alimento para la vida, sino que no ha de ser coincidencia que el niño esté recostado sobre el pecho de la mujer y se alimente del seno que está sobre su corazón. Máxima expresión de vida y Amor. La mujer ubica al niño para darle de mamar sobre su pecho. El niño se alimenta, se nutre en el inicio de la vida exterior, y siente el palpitar del corazón de quien lo está alimentando”, comentó.
Al culminar su prédica Mons. Wolcan instó a pedirle al Señor que “no falte el alimento ni el palpitar del corazón en este mundo, en nuestra Patria, en este Uruguay profundo” y que “vida y amor vayan de la mano para construir una Patria con esperanza, un tiempo mejor, un tiempo construido desde el Evangelio!! para que sea un tiempo más humano!!. Un mundo, una sociedad más humana”.
En el momento de las ofrendas se llamó a cada una de las aparcerías para hacer la entrega al oficiante de lo que cada una ha elegido para ese momento. Cada ofrenda es acompañada de una décima improvisada por los payadores invitados a la ceremonia, lo que le otorga una gran solemnidad. Es una intervención poética especial que une la conmemoración religiosa con manifestaciones de la tradición gaucha.
Toda la celebración fue preparada con esmerada atención. La improvisación oportuna de los payadores, la elección de cantos e instrumentos, la participación de niños en distintos roles y un sinfín de detalles hicieron posible vivir espacios de oración, silencio, participación y buen ambiente en el acto religioso.