Una foto a tamaño natural del artista español Pablo Picasso da la bienvenida a «Picasso en Uruguay», muestra que se inaugurará este viernes en Montevideo y que busca enseñar las obras maestras del pintor a un público que, tal vez, nunca antes haya visto las piezas de este genio en persona.
«Los directores de museos tenemos ganas de multiplicar los públicos, y no solamente de un nivel socio cultural alto y no joven», explicó a Efe el director del Museo Picasso de Barcelona y curador de la exhibición, el francés Emmanuel Guigon.
Para el experto esta exposición, que estará hasta el 30 de junio en el Museo Nacional de Artes Visuales de Montevideo, atraerá a visitantes de la región que no tienen la posibilidad de viajar a París, Nueva York o Londres para ver las pinturas de este referente de la pintura.
Guigon optó por usar un orden cronológico y dividir una gran sala de la pinacoteca en subáreas, además, decidió saltarse la época de las academias y empezar por la «Barcelona modernista» con un autorretrato que el malagueño pintó en 1900.
En este primer espacio, el comisario europeo también quiso hacer un «guiño» a la cultura del país austral colocando otro autorretrato de un estilo parecido, pero esta vez del uruguayo Joaquín Torres García, pues los dos coincidieron en la capital catalana en ese periodo.
El cubismo de Picasso entra en escena en la segunda sección de la muestra, lugar en el que se destaca el cuadro «Buste» (1907) que sirvió a Picasso como estudio para pintar sus famosas «Les demoiselles d’Avignon» (1907), cuadro que cuelga de las paredes del Museo de Arte Moderno (MoMA) de Nueva York.
«Hay un ejemplo de assemblage con la magnífica escultura de madera que se llama ‘La botella de anís del mono (y cuenco con uvas)’, destacó Guigon.
«Metamorfosis de entreguerras» es la siguiente sección de la exhibición que está coronada por el cuadro, de más de un metro de altura, «Le Baiser» (1925).
Faceta en la que, según el curador, se puede ver como Picasso se «reinventa cada día» con nuevos estilos, aunque sin perder su toque personal, al «comer» todo el arte que pasa por delante de él.
«La sala más grande trata sobre su época fundamental, los años 30», subrayó el director francés haciendo referencia a la parte de «El triunfo del erotismo» y destacó que esta sección cuenta con varios retratos que son «obras maestras» como el «Portrait de Marie-Thérèse» (1937).
Las cerámicas de Picasso también tienen su propia espacio, pues a Guigon le parecía importante destacar que con sus esculturas Picasso «revolucionó» las «cerámicas de la antigüedad, más bien mediterráneas,» a través de su iconografía y de su propio mundo.
Para cerrar la muestra -compuesta por veintiséis pinturas, siete esculturas, cuatro cerámicas, un grabado y tres dibujos y una acuarela cedidos por el museo Picasso de París y Barcelona- el comisario se decantó por exponer las piezas que el español pintó inspirándose de sus maestros.
«Picasso en el 57 empieza una serie de cuadros a partir de obras maestras del pasado, ‘Le Déjeuner sur l’Herbe’ (1863) de Manet, de Nicolas Poussin, de Delacroix y sobre todo de la pintura mayor más importante más míticas de los pintores que son ‘Las Meninas’ (1656) de Velázquez», añadió.
Razón por la que uno de los cuadros que cuelga de este último espacio es «Las Meninas (María Agustina Sarmiento)» (1957).
Por su parte, el director del Musée Picasso de París, Laurent Le Bon, dijo a Efe que esta muestra -que tiene una entrada de 250 pesos uruguayos (7,47 dólares)- brinda una «retrospectiva» del artista que va desde «sus inicios hasta casi su fin».
«Tenemos todos los periodos representados y creo que para el público uruguayo es una suerte de poder tener un contacto con las obras originales y su fuerza extraordinaria y mágica con obras de primera calidad», destacó el experto.
Sarah Yáñez-Richards (EFE)