Por Elio García
Lo cruzó corriendo y varias gotas de sudor seguramente fueron a estrellarse contra el hierro de su estructura. Ahora todo el mundo sale a correr, pensé.
De la mano ambos -mientras lo cruzaban- fueron recordando que allá donde el arroyo se pierde esta la desembocadura del curso de agua. Eso le dijo ella. Se miraron cuando el pasaje de autos hacía vibrar el piso. —–.Parece un terremoto murmuró.
-Así no se mueve nada cuando hay un pequeño sismo -dijo ella. Lo que se mueve es el techo, concluyó.
Muchas veces cuando lo cruzo en bicicleta pienso qué sucedería si de pronto se moviera su lógica giratoria. Si quedáramos en el medio con la sola posibilidad de saltar para llegar a la orilla. El puente isla.
No vayas a escribir cosas cursis sobre tu puente giratorio me dijeron unos amigos radicados en Tacuarembó, cuando fue noticia por la tragedia.
Imagino las cosas que los miles y miles de vecinos han cruzado llevando: una noticia terriblemente bella o tristemente fulminante.
Todo lo que viene del sur pasa por su monumental construcción. Gente, encomiendas, animales, muebles, celulares sofisticados, televisores, comida congelada, cartas, documentos y sentencias de todo tipo.
Un puente es un lugar que une cosas separadas lo definió una persona de reputación alta en el pueblo, a quien consulté para que lo interpretara técnicamente.
– Pero … y los que se van disparando? pregunté.
-Usted siempre hace preguntas raras, -me contestó.
Cierro los ojos y veo venir los barcos. Me duelen todas las tuercas que no conozco y saltaron. El ruido a hierro retorcido se mete no solo por el sistema auditivo, me corre por las venas. El sacudón hizo vibrar cuanta foto postal existe desde que hay cámaras fotográficas.
Otra vez che, dijeron aquel día de diciembre en el boliche.
Afuera, en las noches de luna llena no hay lugar más perfecto para mirarla, es una lanzadera espacial. Ahora dejo el empedrado y le doy derecha a la dirección, saludo a dos conocidos que vienen de la playa. Otros en el arroyo la vienen remando. No te distraigas me dice el acompañante. Y viene la bajada de Avenida Rodó.
Algunos siguen por la ruta. Che, siguen pasando los camiones me escriben. No hay alumno escolar o liceal que no tenga en su vida un trabajo o una tarea escrita o dibujo sobre el puente.
Están pintando el puente con el color original, me explicaron.
Dos funcionarios estatales hacen girar su estructura sin necesidad de comprar combustible o conectarse a la luz. Acá arriba del puente no hay energías renovables, la tiene por naturaleza. Sincronizando cosas, hicieron posible que los que caminen lo crucen y los que navegando se topen, lo puedan sortear.
Es la inteligencia humana representada en una obra. Es hacer sencillo lo difícil.
Eso es el Puente Giratorio de Carmelo.
Por eso a la gente de aquí le da orgullo nombrarlo.