Por Martín Pereyra**
En el país del “no se puede” se nos pasa por alto una revolución que sería silenciosa a no ser porque las aspas de los molinos de viento generadores de energía eléctrica ya forman parte del paisaje de varias regiones de nuestro país. En un debate focalizado en los costos energéticos en general, y en particular en las tarifas de la electricidad, se obvia que Uruguay es líder mundial en el proceso de reconversión de su matriz energética. Una muestra apenas de que con voluntad política nos podemos olvidar del “no se puede”, aunque sea por un rato.
Esta transición, con especial énfasis en la introducción de fuentes renovables no convencionales (FRNC), le permite a Uruguay disponer de un alto grado de independencia respecto de la generación de energía eléctrica, siendo exportador neto de electricidad desde 2012. Adicionalmente, con estas medidas nuestro país contribuye decisivamente a los esfuerzos de mitigación de los efectos adversos del calentamiento global.
Sólo 17 países en el mundo generaron más del 90% de su electricidad a partir de fuentes renovables en el año 2017. Uruguay se encuentra entre ellos, con el 98% de la electricidad generada a partir de energía térmica (en base a biomasa), hidráulica, eólica y solar. Además, en nuestro país las fuentes no convencionales (no hidráulica) juegan un papel preponderante. En 2017 la energía eólica representó el 26% de la generación de electricidad, y el 33% de la potencia disponible total. Esto posiciona a Uruguay en el grupo de 13 países en el mundo para los cuales al menos el 10% de su consumo anual de electricidad fue generado a partir de energía eólica.
El punto de partida
Los logros del Uruguay en materia de diversificación de la matriz energética no son una casualidad. Nuestro país constituye un ejemplo a nivel mundial en la construcción exitosa de un consenso político que permitió alcanzar sus objetivos en un breve período de tiempo. Este proceso, que comenzara en 2005, se materializó en febrero de 2010, cuando la Comisión Multipartidaria de Energía aprobó la Política Energética 2005 – 2030 con el acuerdo de todos los partidos políticos con representación parlamentaria en el momento.
Las metas pautadas incluían, entre otras, llegar al 2015 con una participación de las fuentes autóctonas renovables de al menos el 50% en la matriz de energía primaria total. Adicionalmente, se planteaba lograr que las FRNC representaran al menos el 15% de la generación de energía eléctrica.
La implementación
Desde el punto de vista institucional, la Política Energética 2005 – 2030 fue el instrumento mediante el cual se alentó a los actores privados a interactuar con el sector público para alcanzar los objetivos establecidos. En dicho instrumento se establece que el marco regulatorio de todo el sector energético (y de cada uno de sus subsectores) debe ser claro para todos los agentes involucrados, determinando además los roles de cada uno (Poder Ejecutivo, Empresas Públicas, actores privados y agencias reguladoras) en este proceso.
Teniendo en cuenta al sector eléctrico en particular, la implementación de los lineamientos de la Política Energética se tradujo en la promoción de inversiones en parques eólicos, granjas de paneles solares fotovoltaicos, y otros tipos de infraestructura para generar energía eléctrica a partir de FRNC.
Dicha promoción se realizó principalmente a través de decretos, los cuales mandataron a UTE a subastar contratos para la compra directa de energía eléctrica a los generadores privados, hasta un total de 300 MW en 2015. De acuerdo a estos contratos, durante la vigencia de los mismos, UTE es el único comprador de toda la energía generada.
Las características de estos contratos no han estado exentas de controversias. Estos instrumentos obligan a UTE a comprar la energía generada a través de FRNC, restringiendo su proceso de optimización. Los costos de generación, a pesar de estar concebidos para asegurar el retorno a la inversión privada, no son la parte más importante de la tarifa, donde pesan sensiblemente más los costos de mantenimiento de la red.
Los resultados
En diciembre de 2015, las fuentes renovables alcanzaron el 57% en la matriz de abastecimiento de energía del Uruguay, y no se importó energía eléctrica por tercer año consecutivo. En la misma fecha, el país disponía de 27 parques eólicos, 19 de los cuales instalados entre 2014 y 2015. Esto representó una participación del 15% de la energía eólica en la matriz de generación de energía eléctrica en 2015. Actualmente el país cuenta con 43 parques eólicos, con una potencia instalada de 1505 MW.
Hoy Uruguay ocupa el segundo lugar en el mundo en términos de participación de fuentes renovables variables (eólica y solar fotovoltaica) de energía eléctrica en el total de generación de electricidad. Sólo Dinamarca, con un 56%, supera a nuestro país, mientras que Uruguay y Alemania registran porcentajes de 28% y 26% respectivamente, como se puede apreciar en el siguiente gráfico.
El esfuerzo de diversificación de la matriz energética le permite hoy a nuestro país reducir la dependencia del costo de otros energéticos para la generación de electricidad, en particular, de los derivados del petróleo. Esto posibilita una mejor planificación de los costos de generación de energía eléctrica a corto y mediano plazo.
El fuerte impulso a las FRNC de energía eléctrica determinó a la vez un desafío y una oportunidad para la UTE. El desafío fue planteado por la incorporación a las redes de transmisión y distribución de nueva generación, ampliando la capacidad instalada del sistema, pero en general inyectando energía a horas diferentes del pico de consumo. La oportunidad se presentó entonces de poder adecuar el uso de la red de distribución tanto a las necesidades de los usuarios como a las condiciones técnicas de producción.
El uso eficiente de la red requiere balancear constantemente la oferta y la demanda de energía eléctrica. Esto implica, entre otros aspectos, distribuir el consumo de energía eléctrica durante el día. En este sentido, UTE ha sido pionera en el fomento de la eficiencia energética, introduciendo por ejemplo, las tarifas multi-horario, las cuales incentivan a los usuarios a consumir electricidad fuera de las horas pico, y promoviendo la adquisición de electrodomésticos más eficientes.
El fomento de la movilidad eléctrica pretende aprovechar la oportunidad planteada por el exceso de energía potencialmente volcada al sistema en horas de la noche por los generadores eólicos. No solo porque UTE puede optimizar el uso de la red alentando a los propietarios de vehículos eléctricos a que carguen sus baterías en horas de la noche, sino que en un futuro será posible también comprar electricidad de las baterías de vehículos eléctricos.
De acuerdo a la relevancia de las metas alcanzadas, se vuelve necesario subrayar y defender el proceso de reconversión de la matriz energética uruguaya, con especial énfasis en la introducción de las energías renovables no convencionales. No se debe perder de vista que este proceso debe gran parte de su éxito tanto al consenso entre los partidos políticos como a las acciones de los diferentes actores en el sector eléctrico.
** Martín Pereyra es investigador del Centro de Investigaciones Económicas (CINVE) y Profesor de la Universidad ORT Uruguay. Doctor en Economía por la Universidad de Missouri Columbia (Estados Unidos). [email protected]
Publicado en Carmelo Portal con autorización del CINVE
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