Existe un eterno debate en el mundo del periodismo, que se traslada habitualmente a los foros de aficionados, sobre si un exdeportista (de la disciplina que sea) debe acompañar o no a los informadores en la narración de un evento y si eso supone usurpar la profesión del comunicador.
Pero, para la ciencia no hay duda posible: un exdeportista es el mejor comentarista posible.
La culpa, comenta el neurobiólogo italiano Giacomo Rizzolatti (Kiev, 1937) en entrevista con Efe, la tienen las neuronas espejo.
«En Italia, por ejemplo, hay dos comentaristas. Un periodista deportivo hace comentarios sobre el partido. El campeón explica qué sucede, el otro habla, habla y habla. Cada uno aporta su conocimiento, pero es el exjugador, que ha jugado y tiene su representación interna y su propia experiencia quien puede describir mejor», explica.
Rizzolatti, descubridor en 1996 de las neuronas espejo, las causantes de, entre otros aspectos, la empatía y la imitación, visita por unos días nuestro país, por mediación de la embajada de Italia en Uruguay.
Su agenda incluyó un coloquio con miembros de la comunidad científica uruguaya y la ceremonia en la que, este miércoles, fue nombrado Doctor Honoris Causa por la Universidad de la República (Udelar), título que añade a los que ya recibió en Lyon (Francia), San Petersburgo (Rusia), Lovaina (Bélgica), Sassari (Italia) y Buenos Aires.
El director del Departamento de Neurociencias de la Universidad de Parma (Italia) y del Brain Center for Social and Motor Cognition del Instituto Italiano de Tecnología, de 82 años de edad, ha recibido numerosos premios a lo largo de su carrera, entre ellos el Príncipe de Asturias de Investigación Científica y Técnica en 2011.
El mecanismo espejo, sobre el que versó su conferencia en el Paraninfo de la Udelar, es el que permite al ser humano relacionarse con los otros, a partir de la empatía y la imitación. Y precisamente este último gesto es el que tiene tanta importancia en el mundo del deporte.
«El modelo de imitación es fundamental, tanto en fútbol como en baloncesto. O en tenis. Si yo sé jugar al tenis, si veo jugar a Nadal, por ejemplo, veo cómo aprender estas técnicas y me van a facilitar el desarrollo. Pero si nunca he jugado, veo cómo pone la raqueta pero no tengo un conocimiento interno», argumenta a Efe.
Esa conocimiento interno, por medio del mecanismo espejo, facilita «prever lo que va a suceder», como demostró un experimento desarrollado en Roma, en el que baloncestistas debían predecir si un tiro iba dentro o no solo con ver el lanzamiento.
«Los que responden en un altísimo porcentaje bien son los campeones, mientras que jugadores muy buenos pero no lo que llamamos campeones acertaban menos», resume. Y agrega, como gran aficionado a los saltos de natación en los Juegos Olímpicos, que para él todos los competidores «son buenos» pero no entiende por qué varían las puntuaciones. «En cambio, un experto sabe si está bien hecho o no», dice para concluir con el debate sobre los comentaristas deportivos.
En la actualidad se usa, entre otras aplicaciones, la mecánica espejo vinculada a la realidad virtual para la rehabilitación motora en lesiones. «Siempre se han usado imágenes para ver caminar y eso ayuda a reactivar las neuronas, los movimientos, los músculos… Ahora se ha estudiado que si se usa la realidad virtual, es decir, imágenes reales y no una pantalla, funciona mucho mejor», señala.
Según explica Rizzolatti, la mejora nace de la misma diferencia de intensidad que existe entre el cine o el teatro. «Es mucho más fuerte la reacción del mecanismo espejo en el teatro porque son personas vivas, que se mueven. La película activa las neuronas espejo pero de manera más pequeña que la realidad», indica.
Se dice «preocupado» por la interacción de pantallas, cada vez mayor, en las relaciones personales, especialmente en el vínculo afectivo entre madre e hijo, ya que «esa comunicación no verbal, la sonrisa de uno, la sonrisa del otro, esa cosa innata, es algo muy importante para ser un ser social cuando crece».
«Si hay una pantalla entre ambos, cuando el niño sea grande puede perder su capacidad de expresar sus emociones», argumenta.
No obstante, Rizzolatti reconoce que hay datos en investigaciones desarrolladas en Inglaterra que concretan que «para las emociones es más empática la mujer que el hombre» y concluye: «Cuando estudian el sistema espejo, sobre todo desde un punto de vista emocional, prefieren tener como sujetos a mujeres».
Y mientras se sigue investigando si las ratas, los pájaros o los murciélagos tienen empatía -sí disponen del mecanismo espejo-, el neurobiólogo sueña con «más avances en el campo de la psiquiatría» para patologías como la esquizofrenia o la depresión en un futuro próximo.
(EFE / Concepción M. Moreno)