Por Elio García
Luego del intento de debate entre el comunista Andrade y el colorado Talvi quedé sorprendido por la improvisación de ambos contendientes y la pobreza de ideas.
También por los analistas uruguayos en política que en pocas palabras concluyeron básicamente en que ambos ganaron y le hablaron «a su público».
Desde la llanura uruguaya uno como espectador se pregunta para que confrontar ideas si la estrategia es hablarle a los que están convencidos.
Un debate es una técnica de comunicación que consiste en la confrontación de ideas u opiniones diferentes, pero a su vez poner en entredicho lo que dice el otro. Ser peleador.
Y el objetivo -creo yo- apuntaría en cualquier escenario televisivo a convencer al indeciso, a dialogar y hacer pensar, a dar batalla mediante la palabra.
El politólogo Daniel Chasquetti dijo a Montevideo Portal que nosotros los televidentes pensamos equivocadamente que un debate es algo parecido a una pelea de boxeo donde esperamos que nuestro pollo se destaque, que el otro pierda.
Yo creo que Chasquetti se equivoca.
Un debate es confrontación, es lógica pura de boxeo a través de la palabra, de los gestos, de la inteligencia al servicio de una causa. Porque la política es boxeo.
«Hemos tenido el raro privilegio de asistir al momento cumbre de la historia del boxeo. Más allá de la dudosa calidad del combate, millones de personas de todo el mundo vieron cómo Muhammad Alí recuperaba a puñetazos lo que el Tío Sam le había quitado por decreto,» escribió una vez el inolvidable Osvaldo Soriano.
Reitero que un debate es lucha.
Aquí no hubo lucha, los contendientes murmuraban datos del mundo del trabajo y la economía, y hasta parecían coincidir en que lo importante de la vida solo es la economía estúpido.
La verdad es que aquí no hubo nada destacable.
Ambos mostraban unos papeles con gráficas imposibles de ver o interpretar visualmente.
Ambos no interactuaban con sus documentos en lenguaje televisivo.
Ni el albañil, ni el egresado universitario.
Ninguno de ellos manejaron la técnica visual. Por tanto si desconocen las bases del boxeo básico que significa un debate verdadero, nada importante podemos esperar.
Y fue mala la cuestión porque ninguno ganó. Porque además todos esperamos un debate con música de Rocky.
Claves para un debate
Un debate de alquilar balcones sería Daniel Martínez y Luis Lacalle, entre otros posibles y respetables candidatos.
Ni Talvi, ni Andrade tienen posibilidades lógicas de -por lo menos en el imaginario- ser los futuros presidentes del país.
Cortázar explicaba que un buen cuentista era «un boxeador muy astuto, muchos de sus golpes iniciales pueden parecer poco eficaces cuando, en realidad, están minando las resistencias más sólidas del adversario.» Creo que lo mismo esperamos de un político.
Un político con sentido de liderazgo en esa estética del boxeo arrincona a su rival no lo trata de «tú».
Un luchador de ideas es aquel que incluso recibiendo una paliza en el último round se levanta tras la cuenta de ocho por un orgullo difícil de explicar pero que hace levantar banderas.
«Banderas en tu corazón, yo quiero verlas! ondeando, luzca el sol o no», dicen Los Redonditos.