El acuerdo de libre comercio sellado entre la Unión Europea (UE) y el Mercosur, lejos de generar consenso político en Argentina, ha reabierto el eterno debate sobre si el país austral debe abrir sus fronteras comerciales o aferrarse a los aranceles para proteger su industria nacional.
Tras cerrar el pasado viernes una alianza comercial en la que ambos bloques han trabajado veinte años, la euforia del Gobierno argentino, que habla de un hecho «histórico», contrasta con el alarmismo exhibido por la oposición, que duda de que muchos de los sectores de la industria del país puedan soportar la competencia europea.
Desde el momento en el que el anuncio se hizo público en Bruselas, el pacto UE-Mercosur comenzó a perfilarse como uno de los asuntos clave de la campaña electoral argentina, que culminará con los comicios presidenciales del próximo octubre.
Prueba de ello es el audio en el que el canciller argentino, Jorge Faurie, comunicaba emocionado la noticia al presidente, Mauricio Macri: «En su presidencia se logró», enfatizó.
Por su parte, el opositor Alberto Fernández, candidato a la presidencia por el peronista Frente de Todos, no tardó en criticar el acuerdo al afirmar que genera «muchos motivos» para la preocupación.
«No queda claro cuáles serían los beneficios concretos para nuestro país. Pero sí queda claro cuáles serían los perjuicios para nuestra industria y el trabajo argentino», dijo Fernández.
A falta de conocer la «letra pequeña», el acuerdo UE-Mercosur establece que los europeos liberalizarán cerca del 100 % del comercio de sus bienes industriales, mientras que Argentina, Brasil, Uruguay y Paraguay aplicarán esta medida al 90 % de sus productos.
Aunque el Mercosur tiene un plazo de hasta 15 años para liberalizar sus sectores sensibles gradualmente, el director del Centro de Economía Política Argentina (Cepa), Hernán Letcher, comentó a Efe que la alianza con la UE supone «pegarse un tiro en los pies» para el país.
«La desproporción en el desarrollo industrial de la UE respecto a la Argentina, sin ningún tipo de resguardo ni planificación de producción complementaria, va a llevar a que básicamente la industria europea amplíe sus mercados hacia el Mercosur y a la inversa la experiencia no sea muy similar», sostuvo Letcher.
Para el analista, que también es concejal del kirchnerismo en la ciudad bonaerense de San Martín, el potente sector agrícola argentino es el único que puede ser beneficiado por el acuerdo, que eliminará el 81,7 % de los aranceles de importación para este tipo de productos y ofrecerá cuotas o preferencias fijas para el 17,7 % de ellos.
De todos modos, la alianza se debe someter a un largo proceso de ratificación por parte de los parlamentos de las naciones involucradas, y la portavoz del Gobierno francés, Sibeth Ndiaye, ya expresó que su país todavía no está listo.
Este hecho refuerza la opinión de Jorge Arias, analista de la consultora Polilat, quien cree que las prisas del Gobierno argentino por que se cerrase el acuerdo se debían a la necesidad de lograr una declaración de buenas intenciones y generar un «falso debate» entre apertura y proteccionismo de cara a las elecciones.
Falsa o no, esta discusión ha estado latente durante gran parte de la historia argentina y contribuye a dividir la sociedad en dos bloques radicalmente opuestos, un fenómeno conocido popularmente como «la grieta».
«Argentina se debate entre quienes interpretan que el peronismo y su industrialización (durante los dos primeros gobiernos de Juan Domingo Perón, entre 1946 y 1955) fue una etapa de progreso y de inclusión social, y quienes entienden que la previa a ese proceso era la Argentina próspera, la que era quinta potencia mundial solamente proveyendo carnes y granos al mundo», señaló Arias.
Macri, que aspira a la reelección, ha buscado durante su mandato abrir el comercio internacional, con la firma del acuerdo UE-Mercosur como guinda, mientras que Cristina Fernández de Kirchner impulsó durante sus mandatos (2007-2015) un país con marcado carácter proteccionista.
«Este debate no está saldado a nivel histórico (…). No se ha logrado construir un consenso ni un proyecto de desarrollo que establezca claramente cuál es el modelo en el que creemos los argentinos», apuntó el analista de Polilat.
Ahora, los comicios generales que el país vivirá en menos de cuatro meses cuentan con un nuevo aliciente: saber si la población recibe con los brazos abiertos el acuerdo entre Unión Europea y Mercosur o, por el contrario, vuelve a exhibir su vena proteccionista.
Tono Gil (EFE)
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