El candidato por el Partido Colorado (PC) a la Presidencia de Uruguay, Ernesto Talvi, dijo a Efe que en estas elecciones se han «alineado las estrellas» para que se dé un gobierno de coalición entre los partidos de derecha y centro.
El economista de 62 años, que desbancó en las internas al dos veces presidente (1985-1990 y 1995-2000) Julio María Sanguinetti, destacó que para impedir un cuarto gobierno consecutivo del Frente Amplio (FA, izquierda) tendrá que aunar fuerzas con Luis Lacalle Pou -Partido Nacional (PN, derecha)- y Pablo Mieres -Partido Independiente (PI, centro-izquierda)-.
«Creo que al Uruguay se le alinearon las estrellas, porque realmente tenemos mucho más coincidencias que diferencias y, por ende, esta nueva generación de líderes tiene la capacidad de construir un proyecto común y ofrecérselo a la ciudadanía», recalcó el político en la sede montevideana de su partido.
En este sentido, el hijo de un macedonio y una cubana dijo que está casi seguro de que en las votaciones de octubre no se proclamará un ganador, por lo que el duelo final será entre dos partidos, el oficialista y alguno de la oposición.
El hecho de que los tres partidos que formarían esta coalición de cambio tenga un distinto barómetro ideológico no preocupa al doctor en Economía por la universidad estadounidense de Chicago, ya que cree que Lacalle Pou -pese a tener votantes más conservadores- no es un «hombre de derecha», sino de centroderecha.
Lo que sí le preocupa son los partidos «pequeños» que están surgiendo en el país suramericano, pues si estos prosperan dificultarán «muchísimo la gobernabilidad».
«A partir del primero de marzo (día en el que comenzará el Gobierno 2020-2025) tenemos que tomar decisiones tan importantes que necesitamos gobernabilidad, tiene que haber pocos sentados en la mesa, si no te vas a un sistema pulverizado en donde tejer un acuerdo se vuelve imposible por tener a ocho sentados en la mesa», recalcó.
En tanto, Talvi cree que los partidos tradicionales tienen mucha más estabilidad; por ello, hace diez meses decidió lanzarse a por la Presidencia con el PC, que en las últimas nacionales obtuvo un 12,8 % de votos.
Para hacer su programa, el también profesor que se zambulló en la política de la mano del expresidente colorado Jorge Batlle (2000-2005) se inspiró de «experiencias exitosas» de otros países.
De Nueva Zelanda se quedó con «su reforma de las empresas del Estado y su políticas de desarrollo agropecuario y agroexportador integrado con la tecnología, la genética y la ecología»; de Suecia con su sistema de integración de excarcelarios en la actividad laboral; de Francia copió sus «reforma del sistema de protección social»; y de Chile su «ley de responsabilidad fiscal» y su «reinserción al mundo» comercialmente.
Con respecto a Chile, dijo que en solo tres décadas los Gobiernos salieron «a conquistar el mundo» contando hoy con acuerdos aduaneros con el 86,5 % de la economía mundial, mientras que Uruguay solo cuenta con acuerdos con el 6,5 %.
Para Talvi, uno de los lastres que impide el crecimiento del pequeño país sudamericano es la «naturaleza jurídica del Mercosur».
En tanto el político propone que se pase de una «unión aduanera vetusta» a «una zona de libre comercio, ágil, dinámica y moderna que permita a los países miembros negociar con terceros países».
Señaló que este cambio puede conseguirse con el apoyo de Argentina -algo que en su opinión sería fácil si el presidente Mauricio Macri volviera a ser elegido- y Paraguay, ya que los tres países podrían «convencer» a Brasil.
Pese a alegrarse por el acuerdo entre el bloque sudamericano y la Unión Europea, que se firmó el 28 de junio, dijo que este trato llevó 20 años y que Uruguay no dispone de tanto tiempo.
Otra «bandera» que quiere ondear en la política uruguaya si llega a ser el nuevo presidente es la educación, ya que su «buque insignia» es crear más de cien liceos «públicos modelos» en los cinturones marginales de las ciudades.
Estos centros educativos permanecerán abiertos de lunes a sábado desde las ocho de la mañana a las seis de la tarde y contarán con controles médicos y docentes especializados en técnicas pedagógicas.
«Solo 19 de 100 (de los menores que crecen en zonas marginales) terminan los estudios secundarios», detalló y explicó que hace siete años creó un centro piloto con cien estudiantes, de los que se graduaron con bachillerato más de setenta alumnos.
Sarah Yáñez-Richards (EFE)
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