Por Daniel Abelenda
A pocos días de haber sido confirmada por el Plenario del FA como candidata a la Vicepresidencia, completando la fórmula con Daniel Martínez (62), Graciela Villar (61), realizó sus primeras declaraciones importantes, ideológicas, que generaron reacciones en la oposición.
Y no es para menos. Si bien se conocía el perfil “combativo” de Villar, estas palabras causaron indignación y estupor.
Confieso que debí chequear la fecha de la noticia, pues me parecía que estaba a fines de los 60 o comienzos de los 70…
“Hay que preparase para dar la madre de todas las batallas, que es la lucha entre oligarquía y pueblo.” Y agregó: “Hay un brutal proyecto neoliberal, que empieza con Lacalle Pou y termina en Manini Ríos” (incluso llegó a comparar al líder de Cabildo Abierto con Hitler).
Es decir, en la visión de Villar, casi la mitad de los uruguayos votan a partidos “oligárquicos”, el P. Colorado, el P. Nacional y los otros que no pertenecen al F.A., que es el partido “del pueblo”.
¿Cómo se explica un discurso tan anacrónico, groseramente fuera de la realidad del país y del mundo del Siglo XXI?
¿Está destinado a los frenteamplistas del núcleo duro de 1971, y otros más jóvenes pero militantes, que el 30 de junio se quedaron en sus casas?
Es posible. La caída en la participación de la izquierda fue grande y encendió luces amarillas en su dirigencia. El FA tuvo unos 47.000 votos menos en estas últimas Internas que en 2014, superando por sólo 70.000 al P. Colorado y siendo casi doblado por el P. Nacional.
En ese sentido, la estrategia de la exedila por Montevideo, sería “cerrar por la izquierda” el electorado del FA, reteniendo a los votantes más fieles, mientras que el Ing. Martínez, con un perfil más tecnocrático y conciliador, buscaría captar al electorado de centro, que según las últimas encuestas, estaría volcándose hacia otros partidos, poniendo así en riesgo la victoria del oficialismo en octubre/noviembre 2019.
De otra manera, no tiene sentido este discurso simplista, binario, que divide a los uruguayos en unos pocos que ostentan la riqueza y el poder, y otros, la mayoría, que apenas subsiste. “Explotadores y explotados”, otra de los eslóganes de los 60/70, que explicaban un mundo en blanco y negro. Una foto de un Uruguay que nunca existió (somos desde hace un siglo, el país que mejor distribuye la riqueza en América Latina), y cuyo partidos políticos han sido siempre policlasistas –incluido el Frente Amplio, que en sus filas tiene poderosos empresarios, quienes han recibido favores cuantiosos de sus gobiernos desde 2005 (FRIPUR, BUQUEBUS, etc.).
Graciela Villar, elegida por su “trayectoria sindical y militante”, y no por sus logros académicos (no terminó 4º. Año liceal y pasó de “Psicóloga Social” a “formada en psicología social” en su perfil), debería saber, por lo menos, que los uruguayos no mascamos vidrio.
Y que no siempre “cuanto más grande es la mentira, más gente la creerá”, como dijera el ministro de propaganda de uno de los regímenes totalitarios más violentos del Siglo XX.
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