Por Elio García
Llegar al lugar y encontrar únicamente a los damnificados es tal vez la primera impresión más impactante que causó una de nuestras visitas a los Barracones del Barrio Lomas, donde supieron estar hasta tres personas en situación de calle. Este jueves -a la tarde solo quedaba una.
La segunda impresión fuerte es el estado de abandono. Constatar que se ha vandalizado gran parte de ese complejo. Hay una puerta fuera de su sitio. En muchas habitaciones ya no está la instalación eléctrica. Las puertas a exteriores fueron destrozadas sus cerraduras y están atadas con cables e incluso en una de ellas colocaron una mesa para no permitir el ingreso. Faltan algunos grifos de agua. En algunas paredes internas hay escritos. En el predio conviven perros y algunos caballos. La puerta de ingreso donde estaba la oficina de seguridad permanece abierta.
Son las 13 horas y hay muchas luces encendidas. En el antiguo sector de ingreso hay sillones destrozados, mugre, tierra y desperdicios. Allí donde se dijo funcionaría un local de extensión municipal.
Golpeamos las manos y no sale nadie. Uno de los perros ladra. Entonces un señor sale a recibirnos, se trata de la única persona que se encuentra en el sitio. Esta contento porque recibió una cama, ya que los primeros días, cuando llegó luego del derrumbe de una pared en su casa, dormía en un colchón en el suelo.
La tercera sensación es de vacío. Incluye lo que sabemos viene sucediendo por ellos.
Allí no hay ningún equipo de gestión atendiendo las 24 horas del día a quienes llegaron.
No solo no existe un protocolo institucional de atención, sino que tampoco se implementaron mecanismos y dispositivos de atención básica a estas personas en situación de calle.
Desde que llegaron no se hicieron presentes, por ejemplo, personal sanitario de Salud Pública para diagnosticar la situación de cada uno de los ciudadanos en situación de calle. No se brindó cuidado sanitario y tampoco psicosocial atendiendo el momento traumático que sufrieron quienes participaron de un derrumbe en su hogar.
Allí no había organización alguna de contención humana y solidaria. Menos profesional.
Pensar en el desarrollo de un protocolo institucional en ese escenario donde incluso la comida fue suministrada por gente común sensibilizada a través de los medios de comunicación, es dimensionar el estado de situación actual que concluye en la ausencia de las prestaciones básicas asistenciales que deberían brindar los organismos públicos competentes.
Nadie evaluó los posibles riesgos de salud por una simple razón. No estuvieron quienes debían estar. La asistencia básica de los Barracones debería ser acompañada por personal que tenga autoridad y capacidad para actuar frente a cualquier tipo de situación.
Ese lugar no puede funcionar como un depósito de personas. Alguien debe asumir las responsabilidades de gestión, atención y seguimiento. El Estado uruguayo debería explicar cómo se llegó a esta situación de abandono.
La sistematicidad de esa atención es un Derecho Humano. No debemos hacernos los distraídos frente a la grave situación que padecieron estos ciudadanos, que no estuvieron contenidos por personal calificado, luego de pasar por una situación crítica que los dejó en la calle.
No se trata de buscar culpables.
Se trata de darnos cuenta de la gravedad que generó esta situación de abandono que la puede contar cualquiera de los involucrados si usted se acerca y le pregunta.
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