Argentina vive este martes, por segundo día consecutivo, pendiente de cómo evoluciona el peso, que se ha devaluado sin tregua frente al dólar estadounidense tras las elecciones primarias que el pasado domingo castigaron con severidad la gestión del Gobierno de Mauricio Macri.
En el centro de Buenos Aires, varias calles son conocidas por aglutinar casas de cambio que habitualmente operan con turistas, aunque desde ayer han visto crecer su actividad, entre gente que entra temerosa a comprar o vender dólares y otros que se acercan a seguir los valores que indican los tablones, los grandes protagonistas de la actualidad nacional.
La economía del país austral, habituada a la incertidumbre y a los vaivenes, tiene su reflejo en sus ciudadanos, que estos días, mientras siguen con recelo los últimos datos del estatal Banco Nación, se cuestionan qué hacer con sus ahorros: mantenerlos en la inestable moneda local o buscar otra divisa más fuerte.
Gabriel Kramarz, uno de los muchos argentinos que clava sus ojos en los tablones de cambio, asegura entre risas que no tiene ahorros y que de tenerlos esperaría a que se estabilicen los precios para convertirlos a dólares.
«Compraré (dólares) pero no con estos precios, esperaré si baja algo y compraré más barato», afirmó a Efe.
A pesar de haber vivido durante más de medio siglo en su Argentina natal todavía se sorprende de una economía única por su volatilidad.
«Una cosa que era inesperada, tanta volatilidad de cambio y que bajen tanto las acciones de las empresas argentinas… No sé cómo seguirá esto. (…) Pensé que iba a subir el dólar pero no tanto, el cambio político va a ser importante», añadió, para luego vaticinar que para el 27 de octubre, día de la primera vuelta de las elecciones presidenciales el dólar estará a unos «65 o 70» pesos por unidad.
Si bien la mayoría duda entre pesos y dólares algunos ciudadanos, más creativos o tradicionales, apuestan por otras vías.
«Hay que esperar que aclare un poquito y seguir ahorrando en ladrillos como me enseñó mi padre, inmigrante, cuando vino a Argentina», señaló a Efe Abel Matuisi, quien afirma que el año que viene un dólar podrá cambiarse por «100 pesos».
La mayoría de los ciudadanos, aunque se encuentran asustados, optan por el optimismo, sabedores de que el país ya salió de muchas crisis económicas en su historia.
«Esperemos que se estabilice y no se desmadre la situación», valoró Bernardo Maresca.
Que Argentina es inestable es algo latente para todos los que se encuentran dentro de sus fronteras, sin importar que lleven toda una vida en el país o apenas unos años, como es el caso de Juan Pablo Padilla, quien llegó hace 8 años procedente de Colombia.
«Tiene que bajar (el precio del dólar) antes de las elecciones, yo lo que voy a hacer es aguantar con lo que tengo y antes de las elecciones volver a comprar y esperar a que sea lo que Dios quiera en las elecciones, es una ruleta», aseveró.
Juan Pablo sale de una de las casas de cambio acompañado de su madre, Rudesiela Mocaliano, quien está unos días de visita el país, preocupada por la situación de su hijo, y está viviendo la otra cara de la situación: la devaluación del peso es un atractivo para los turistas.
El trabajo es una de las recetas más recurrentes para la situación de crisis.
«Yo soy un obrero como cualquier otro, y hay que poner el hombro como cualquier día para ganar el peso y está jodido para nosotros», dice Ramón Alfredo Ayala con unas palabras que resumen a la perfección el sentimiento de un país al que la sobra experiencia en sobrevivir a las inclemencias de los mercados internacionales.
Aitor Pereira (EFE)