El Ministerio del Interior de Paraguay anunció este lunes que activó los trámites para solicitar la extradición de los tres activistas reclamados por un caso de secuestro de 2002, que se entregaron el viernes en Uruguay, el país al que huyeron cuando Brasil les revocó su estatus de refugiados.
El Gobierno paraguayo envió a Montevideo a una comitiva, liderada por el ministro del Interior, Juan Ernesto Villamayor, para poner a disposición de las autoridades uruguayas el expediente del caso antes del miércoles, cuando la Justicia del país vecino determinará el destino de Juan Arrom, Anuncio Martí y Víctor Colmán.
Ese día, a las 17 horas, se realizará una audiencia judicial, en la que Uruguay decidirá si extradita a Paraguay a los tres miembros del movimiento político Patria Libre o si inicia los trámites para concederles el refugio, tal y como han solicitado.
«El pueblo paraguayo tiene interés en que quienes iniciaron la industria del secuestro en Paraguay respondan ante la Justicia», expresó este lunes Villamayor en un comunicado.
Arrom, Martí y Colmán son reclamados por la Justicia paraguaya por su presunta participación en 2002 en el secuestro de María Edith Bordón de Benardi, esposa de un empresario del país y nuera del exministro de Hacienda Enzo Debernardi, que fue liberada a cambio de una suma de dinero.
Los tres activistas huyeron en 2003 a Brasil, donde obtuvieron refugio político, al declarar que habían sido sometidos a torturas durante la investigación del caso para que se declarasen culpables.
Dos de ellos, Arrom y Martí, llevaron al Estado paraguayo ante la Corte Interamericana de Derechos Humanos (CorteIDH) por estos delitos, sin embargo el tribunal falló en su contra a principios de junio, al considerar que no existían pruebas suficientes.
La sentencia motivó que el Comité Nacional de Refugiados de Brasil revocase semanas después la condición de refugiados políticos de los tres acusados, que huyeron entonces a Uruguay.
Desde el Gobierno paraguayo explicaron que las autoridades brasileñas tenían vigilados a Arrom, Martí y Colmán, pero que su sistema de monitoreo funcionó «de manera aleatoria y no muy rígida».
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