Científicos del Conicet analizaron restos de dorados, sábalos y bogas del río Uruguay y detectaron restos de 16 drogas, especialmente asociadas con la epilepsia y afecciones cardíacas, publicó en junio de este año La Nación.
Investigadores del Centro de Investigaciones del Medio Ambiente (CIM, Conicet-UNLP) ya habían reportado la presencia de ciertas drogas farmacéuticas en líquidos cloacales y cuerpos de agua receptores de esos desechos.
Las especies elegidas para el estudio fueron tres de consumo humano: dorado, sábalo y boga. Los resultados mostraron que en los tejidos analizados se detectaron 16 fármacos. La novedad se acaba de publicar en la revista Environmental Pollution.
Los compuestos hallados con mayor frecuencia fueron dos: carbamazepina, una droga anticonvulsiva utilizada especialmente contra la epilepsia y el trastorno bipolar; y atenolol, indicado para tratar la hipertensión arterial y controlar el riesgo cardíaco.
«Fue una sorpresa, ya que nuestra hipótesis inicial era que principalmente encontraríamos rastros de los fármacos más comúnmente prescriptos como los antiinflamatorios diclofenac e ibuprofeno. Por el contrario, estos casi no aparecieron», cuenta Pedro Carriquiriborde al medio argentino, uno de los autores del trabajo.
Un aspecto positivo de los resultados es que las drogas más frecuentes -algunas estaban presentes casi en el 100 por ciento de los ejemplares estudiados- aparecieron en concentraciones bajas mientras que, a la inversa, aquellas halladas en mayor densidad (entre ellas, un diurético, un analgésico y un medicamento psiquiátrico) se encontraron en menos de la mitad de los peces.
«Es decir que afortunadamente no encontramos la combinación más riesgosa de todas, que era la de tener cantidades grandes en la mayoría de las muestras. De hecho, en ninguno de los casos vimos superados los niveles de ingesta diaria admisible (IDA) de acuerdo con recomendaciones internacionales», concluye Carriquiriborde a La Nación.