El productor audiovisual uruguayo Daniel Charlone es un admirador del compositor Eduardo Mateo (1940-1990) no solo por su música, sino también por su «particular» estilo de vida; por ello le dedicó un documental que sufrió atrasos por diversos motivos, pero que se estrenó tras 30 años de trabajo.
Según contó durante una entrevista con Efe, dicho proyecto lo comenzó a gestar en 1989 junto al director de teatro, actor, músico y creativo publicitario Horacio Buscaglia y lo finalizó en 2019 con el documental «Amigo Lindo Del Alma».
Dentro de las cosas que más destaca de Mateo, Charlone aseguró que una de estas es como influyó en músicos de su época y de otras generaciones, así como también las posibilidades de interpretación que permite su obra.
Además, el productor dedicó palabras al «particular» estilo de vida del compositor.
«Él nunca quiso tener un trabajo convencional, porque quería dedicarse a la música. Por esto, en muchas etapas de su vida era muy común verlo por 18 de julio (principal avenida de Montevideo) pidiendo plata. También le pedía plata a sus amigos», aseguró.
El documental, que lleva por título el de la canción homónima de Mateo, cuenta con los testimonios de admiración y cariño de grandes músicos de Uruguay, como Ruben Rada, Fernando Cabrera o Hugo Fattoruso, entre otros.
Antes de hacer el documental de Mateo, Charlone participó de otros trabajos entre los que destacan las películas «El viaje hacia el mar», de Guillermo Casanova; «El baño del papa», de Cesar Charlone y Enrique Fernández; y «Blindness», del brasileño Fernando Meirelles, que rodó algunas escenas de este filme en Montevideo.
La primera de estas, estrenada en 2003 y en la que trabajó como productor, significó un antes y un después para el uruguayo, ya que fue su primer largometraje de ficción.
«Para mí fue una experiencia absolutamente maravillosa por cómo fue encarado el trabajo y por el grupo técnico-humano que se conformó», explicó.
En «El baño del papa», Charlone participó haciendo una asesoría en la banda sonora, hecho que mostró otra de las facetas de su vida, que es el amor por la música.
«Soy un melómano absoluto, me apasiona la música», sentenció quien estudió percusión y toca el tambor piano.
Antes de meterse de lleno en los largometrajes, el productor audiovisual, nacido en 1959, también trabajó en publicidad y llevó a cabo proyectos para diversas empresas de renombre.
Dicha labor, puntualizó, le dio la posibilidad del «ejercicio constante» y lo perfeccionó.
Consultado por el anuncio que más destaca de su carrera, Charlone no dudó en mencionar «El grito del canilla», una producción con música de Washington «Canario» Luna para el diario local El País, que obtuvo la Gran Campana de Oro al mejor comercial del 90.
Esa pieza fue grabada en Uruguay, un país que, aseguró, tiene «muchas ventajas» para la producción audiovisual, algunas de estas la diversidad de localizaciones en trayectos cortos y la capacidad de los técnicos.
De hecho, gracias a estas condiciones favorables, emprenderá un nuevo proyecto, un documental que mostrará el recorrido de tres acordeonistas, un argentino, un brasileño y un uruguayo.
Con vistas al futuro, el productor apuntó que piensa seguir trabajando hasta que le den las posibilidades en una profesión a la que llegó tras un giro en su vida, ya que cuando se mudó a Buenos Aires a estudiar, su idea inicial era ser periodista.
Pese a que opción quedó truncada porque la carrera no había reabierto en la universidad local, Charlone remarcó que la producción audiovisual es un área en la que se siente «más cómodo» y apostilló que el país no se perdió «absolutamente nada» con su decisión de no ser reportero.
Santiago Carbone (EFE)