Según Alejandro Maiche, experto uruguayo especializado en psicología cognitiva, el «problema» de la tecnología en el aprendizaje es su «versatilidad»: la posibilidad de usar diferentes aplicaciones y dispositivos en simultáneo.
En este sentido, asegura en conversación con Efe que «no son los recursos, sino el nivel de distracción que exigen», lo que evita «la apropiación» de los conocimientos en el aula.
Sin embargo, Maiche considera que los dispositivos tecnológicos esconden un «gran potencial que no se ha sabido optimizar»: hacen posible la «personalización» de la enseñanza, es decir, la capacidad de atender a las necesidades específicas de cada estudiante.
«El summum ‘tengo un maestro para mí’ tiene varios problemas que requieren entender que hay una parte del aprendizaje, en esta relación entre niños y máquinas, que podemos lograr que sea más eficiente, pero hay otra parte del aprendizaje que nunca vamos a lograr sin interacción social», indica el psicólogo.
Actualmente Maiche participa en una investigación que busca descubrir «cuál es la combinación óptima entre la interacción con las máquinas y la interacción entre pares».
En la misma línea, el especialista español en cultura digital Antonio Rodríguez de las Heras comenta la necesidad de que los docentes creen nuevas «estrategias retóricas» para enseñar a los «nativos digitales».
El especialista, que visitó recientemente Uruguay con motivo de la charla «Los caminos de la lectura en un mundo digital», agrega que en el aula «fracasa» la comunicación entre estudiantes y docentes si solo se mira a una pantalla, ya que para transmitir las ideas se requiere «el cruce de miradas» y la «proximidad».
«Lo narrativo prende inmediatamente porque se trata de saber jugar con la dosis de incertidumbre», dice el catedrático, quien además agrega: «Transformar contenidos en narraciones es un trabajo pedagógico muy interesante (…) porque la respuesta emocional al sonido sigue instalada en nosotros».
La ONG uruguaya Gurises Unidos, con el apoyo de la empresa Telefónica, trabaja hace varios años en proyectos educativos sobre robótica, programación y pensamiento computacional con niños y adolescentes del país, informa Emilio Bonetti, uno de sus coordinadores.
Bonetti observa que, durante los proyectos, pudo ver «cómo los niños y niñas pasan de ser usuarios a ser creadores de tecnologías».
«A veces se los ve (a los infantes) como apáticos y que no tienen motivación, pero nosotros vemos que las propuestas que incluyen tecnologías generan proactividad, motivación, ganas de reunirse con otros para resolver los desafíos que se plantean», explica.
En la misma línea, el uruguayo Martin Rebour, gerente de formación del Plan Ceibal, considera que el diseño y la ejecución de proyectos tecnológicos permiten «el desarrollo de competencias como la colaboración, el pensamiento crítico, la ciudadanía, la creatividad, el carácter y la comunicación» en los niños.
Plan Ceibal es un proyecto que desde 2007 brinda ‘laptops’ a todos los estudiantes de la educación pública uruguaya, que según Rebour logró «superar las brechas de acceso» a las tecnologías que tenía gran parte de los niños uruguayos, pero, dice, en la actualidad el proyecto se enfrenta a «brechas de uso».
«En los contextos más desfavorecidos muchas veces el uso (de los dispositivos) está fuertemente vinculado a los videojuegos, juegos en ciertas aplicaciones y redes sociales», mientras que «en los contextos más favorecidos» se observa un uso de «recursos educativos y cuestiones vinculadas a la comunicación», explica.
Rebour manifiesta que la educación «no está representando una institución convocante» para niños y adolescentes de Suramérica.
«Tenemos sistemas educativos con propuestas educativas muy tradicionales, los jóvenes no se sienten atraídos y la deserción en la educación media es para nosotros un problema y un desafío muy importante», describe.
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