Por Ezequiel Tacsir*
En las ultimas décadas, la forma de trabajar ha cambiado drásticamente. A partir de la aceleración del cambio tecnológico, la globalización y los cambios culturales, la persona que transcurre su vida laboral en un único trabajo (o en pocos) se ha convertido en una especie en extinción. La nueva norma parece girar alrededor de trabajadores que a lo largo de su carrera mantienen más cantidad de trabajos, cada uno de ellos por períodos más cortos, muchas veces con intermitencias y modalidades diferentes de contratación. Estos cambios se vislumbran los próximos desafíos a los sistemas de protección social, a los esquemas previsionales y jubilaciones y al sistema de entrenamiento y formación para el trabajo.
Históricamente, los mecanismos de protección social y regulaciones laborales (salarios mínimos, licencias, vacaciones, seguridad en el lugar de trabajo, jubilación, etc.) crecieron para proteger al trabajador en relación de dependencia a partir de reconocer una asimetría entre empleados y empleadores, que dificultaba una negociación pareja entre ellos. En general, se ha reconocido que existía esta relación cuando se daba algún tipo de “subordinación”: técnica (el empleador define la forma y el método para realizar el trabajo), jurídica (el empleador da instrucciones, controla y puede sancionar), económica (el trabajador recibe un salario el cual es independiente del riesgo y de la capacidad de la empresa y trabaja en beneficio del otro). Los esquemas de protección social crecieron a la par de trabajos duraderos y, generalmente, estables. Mientras en países como Estados Unidos o Canadá, más del 50% de los baby boomers llegaron a los 50 años con una antigüedad en el mismo trabajo de –al menos- 15 años. En la actualidad se espera que una persona tenga en su vida activa más de 12 trabajos. De acuerdo al Bureau de Labor Statistics de los Estados Unidos, el trabajador promedio tiene 10 trabajos antes de los 40 años de edad, y se prevé que este número aumente.
LinkedIn ha analizado los datos de algunos de sus 500 millones de usuarios en relación a su historia laboral de los últimos 20 años. Su análisis muestra un aumento en la rotación de empleo, especialmente entre los millennials, particularmente en los primeros años luego de la universidad. Mientras para aquellos que se graduaron entre 1986 y 1990, en los primeros 5 años luego de terminar sus estudios trabajaron en 1,6 empresas (3 años de duración por empleo), aquellos que se graduaron entre 2006 y 2010 tuvieron en ese primer quinquenio casi 2,85 trabajos (bajando su tiempo en un trabajo a poco más de un año y medio).
Estos cambios están asociados con una mayor intención de las empresas de organizar el trabajo alrededor de proyectos, y basado en nuevas formas de contratar personas y organizarse. Las respuestas de las empresas encuestadas por el World Economic Forum para su documento “The Future of Jobs” publicado el año pasado, muestran que es probable que entre la mitad y dos tercios recurran a contratistas externos, personal temporal y trabajadores independientes para abordar sus brechas de habilidades. Además, las empresas están configuradas para expandir sus contratistas para realizar tareas especializadas, y muchos encuestados destacan su intención de participar en un trabajo más flexible, utilizando personal remoto más allá de las oficinas físicas y la descentralización de las operaciones. Los encuestados esperan una mayor creación de empleo en dichos roles independientes, temporales y basados en proyectos. Así, debemos esperar un cambio significativo en la calidad, ubicación, formato y permanencia de los nuevos roles.
Pero esto no es solamente algo que están buscando las empresas en su afán de ganar más dinero. En el mundo, cada vez son más las personas que eligen tener una carrera y ocupaciones independientes o freelance debido a la rigidez de los trabajos. Según, Upwork y la Freelancers Union para su reporte anual en Estados Unidos, la economía independiente está en auge. En 2018, casi 57 millones de estadounidenses trabajan actualmente como autónomos (un aumento de 3,7 millones desde 2014), lo que representa un tercio de los trabajadores estadounidenses.
Al mismo tiempo, cada vez más personas son trabajadores independientes exclusivamente; es decir, no lo hacen solo para compensar ingresos que puedan de tener un trabajo tradicional. Lo que resulta muy interesante, además de su importancia, es que la mayoría de los trabajadores independientes dicen que lo están haciendo por elección. El 61% de los encuestados caían en esta categoría, frente al 53% en 2014. Así, parece ser que el estilo de vida les importa, y mucho. Si bien la posibilidad de balancear el trabajo con las necesidades personales y los proyectos individuales es una preocupación tanto para los trabajadores independientes como para aquellos con contratos tradicionales, pareciera que los primeros están teniendo más éxito en vivir de la manera que desean.
El 84% de los trabajadores independientes dice que su trabajo les permite vivir el estilo de vida que desean, en comparación con el 63% de los trabajadores tradicionales. En el mismo sentido, un estudio de CIPPEC, BID Lab y la OIT acerca del trabajo en plataformas (Uber, Rappi o Glovo, entre otras) en Argentina muestra un escenario parecido. Al mismo tiempo, solo un 20% trabaja en estas plataformas debido a la dificultad para encontrar otros trabajos.
Sin embargo, estas nuevas modalidades de trabajo no están exentas de riesgos. Según un estudio del Parlamento Europeo, los trabajadores y sindicatos reconocen la inseguridad del empleo y los ingresos, y el subempleo como problemas, mientras que los empleadores se quejan de la escasez de talento. A nivel estatal, resulta muy complicado ejercer el control y diferenciar el autoempleo del empleo “disfrazado”. En este sentido, distintos países están discutiendo nuevas figuras específicas para esta categoría de trabajador independiente, en las que se proveen algunas formas protección intermedia entre los empleados tradicionales y los autónomos de hoy.
Por su parte, muchas empresas de plataformas –en su competencia por personas interesadas en trabajar con ellos y minimizar riesgos judiciales- ofrecen voluntariamente esquemas de seguros de salud, de accidentes y ciertos tipos de licencias. En este marco, la OIT está trabajando activamente en acompañar a los gobiernos en estos nuevos desafíos.
De cualquier manera, esta es una discusión que solo comienza. Debemos preparar a nuestros gobiernos para ser capaces de proveer educación y capacitación continua, basada en nuevas calificaciones y reentrenamiento. Y sin dudas, debemos pensar nuevos esquemas de jubilaciones para empleados que, con intermitencias e ingresos cambiantes, en algún momento necesitaran retirarse. Hoy tenemos la ventaja de que en su mayoría son jóvenes: no perdamos esta oportunidad.
Entrada escrita para el Blog SUMA de CINVE www.suma.org.uy
*Investigador de CINVE y Director Nacional en el Ministerio de Producción y Trabajo de Argentina. Candidato a Doctor en Economía por la Universidad de Maastricht, Holanda (tacsir@cinve.org.uy)
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