El bioquímico español Alejandro Marín Menéndez se despertó un día con un sueño, el de recorrer montado en bicicleta todos los países de habla hispana para contagiar su entusiasmo por la ciencia y acercar a los jóvenes a un campo que, según expresa, «mejora cualquier actividad humana».
A su paso por Montevideo, Marín Menéndez, investigador en el reconocido Instituto Sanger de Cambridge (Reino Unido) relata así en entrevista con Efe el origen de «Scicling» (fusión de los términos ciencia y ciclismo en inglés), el proyecto de divulgación científica que lo lleva a Uruguay como primer destino suramericano.
«Hace un año me desperté una mañana habiendo tenido un sueño, que quería llevar la ciencia a todos los países de habla hispana del mundo y quería empezarlo en Suramérica. Y el primer país al que he venido ha sido Uruguay», manifiesta.
Marín Menéndez -con una amplia sonrisa en el rostro- sostiene así que, una vez concebida la idea, y pensando en el cómo decidió que quería emprender su travesía científica, que comenzó con un piloto en Fuerteventura y Lanzarote, dos de las islas Canarias, sobre dos ruedas.
«El ir en bicicleta tiene varias razones y una es el acercar un poco más la figura del científico a los estudiantes para que vean que soy una persona absolutamente normal, que me desplazo en bicicleta; y también tiene los efectos adicionales, que promueve hábitos saludables y de ejercicio», explica el científico.
Por otro lado, quien desde su rol de investigador participa de un proyecto en el que se indaga sobre «por qué hay variaciones genéticas que hacen a la gente resistente a las infecciones de malaria», sostiene que, en tanto la ciencia está intrínsecamente vinculada con la vida, despertar interés por el conocimiento científico es clave.
«Hay una frase de (la química inglesa) Rosalind Franklin, una de las descubridoras de la doble hélice del ADN, que dice que la ciencia no debe ni puede ser separada de la vida, porque creo que la ciencia está involucrada en todos los procesos vitales, sociales, médicos que tenemos», indica Marín Menéndez.
A lo que agrega que, por ende, proyectos como «Scicling» sirven para acercar «de una manera sencilla» conceptos científicos y así ayudar «a mejorar esa falta de cultura científica» que hay en la sociedad.
«Yo entiendo que no es una necesidad primaria de ninguna sociedad, no da de comer ni ofrece alojamiento de manera inmediata pero la ciencia sí que mejora cualquier actividad humana, en todos los aspectos», recalca.
En ese sentido, el bioquímico, que además se ha desempeñado en neurociencia, argumenta que si bien no sabe si «impacta mucho» en los estudiantes, su taller de tres horas, en el que les enseña a extraer ADN de fresas con elementos simples y a elaborar un plan de financiación para proyectos sobre la malaria, ha tenido una repercusión positiva.
En concreto, Marín Menéndez, que en Uruguay visitará en su recorrido de unos 600 kilómetros en bicicleta otros 19 liceos de varios departamentos del país, valora que su primer taller en la capital consiguió inspirar interés y curiosidad en el grupo de adolescentes.
«Les hago una evaluación rápida al final de la sesión en la que con pegatinas tienen que pegar en una pizarra las cosas que les han gustado y las que no y el comentario de lo que no les ha gustado ha sido nada y lo que les ha gustado una de las cosas era la curiosidad y la actitud cercana con la que hemos pasado esas tres horas», detalló.
El proyecto «Scicling» cuenta con el apoyo económico del Instituto Sanger, reconocido por su trabajo como principal colaborador del Proyecto Genoma Humano, y de la fundación IMFAHE, que galardonó la iniciativa con un premio Shark-Tank.
Con su experiencia piloto en las islas Canarias, Marín Menéndez, licenciado en Veterinaria y Bioquímica por la Universidad Complutense de Madrid y doctor en Microbiología por el Trinity College de Dublín, visitó ocho centros de estudios interactuando con más de 500 estudiantes y decenas de profesores.
Como parte del recorrido que está llevando a cabo en Uruguay a lo largo de 19 días, el científico brindó una charla sobre divulgación científica en el Instituto Pasteur de Montevideo.
Alejandro Prieto (EFE)