Cuando la uruguaya Alejandra Alvira vio los veleros de la Clipper Race en Punta del Este dos años atrás, soñó con ser parte de esta carrera que recorre el mundo en once meses, algo que conseguirá en la edición 2019-2020.
Esos mismos sueños son los que pueden tener los alumnos de Darío Rodríguez, un instructor de vela de la misma nacionalidad que participó de la primera etapa de la carrera con la intención de mostrar a esos niños que con esfuerzo todo se puede lograr.
«Eso es lo más importante para mí», enfatizó el también profesor de Educación Física durante una entrevista con Efe, en la que igualmente aclaró que desde el momento que representa a su país, deja «todo en la cancha» en pos de una victoria.
«Siempre la idea es tratar de ganar. Disfrutar mucho de la experiencia pero dar lo mejor de sí para que el barco esté lo más adelante posible», aseguró Rodríguez.
Hasta el momento, su equipo, el Punta del Este, se encuentra segundo en la tabla general por detrás del Qingdao de China, después de una primera etapa en la que debieron sortear diferentes obstáculos como, por ejemplo, un ciclón con olas de cinco metros de altura y vientos de 40 nudos.
«Había un pronóstico de una tormenta grande, esa tormenta se transformó en un ciclón y el pronóstico decía que iba a pasar por el costado, pero se desvió y se nos vino encima y lo atravesamos por el medio», contó el regatista sobre una de las experiencias vividas a bordo del barco.
Otro de los problemas que tuvieron, y que se agudizó por ser un barco con uruguayos, fue la rotura de la jarra eléctrica en la que calentaban el agua para tomar mate, la bebida típica del país sudamericano, que también es ingerida por otros tripulantes, entre ellos su capitán, el español Jerónimo Santos.
El pequeño electrodoméstico «falleció» en unos «mares complicados», según apostilló el deportista, quien dio por descontado que, antes de partir nuevamente, el barco será equipado con uno nuevo.
Otra de las vivencias que Rodríguez detalló dentro de la «ruleta rusa de condiciones diferentes» que se atraviesan en el velero, fue un trayecto en la zona del Ecuador en el que los vientos portantes les permitieron al equipo tener una travesía tranquila y disfrutar de los delfines que se acercaron a ellos.
El viaje de 33 días entre Londres y Punta de Este (pasando por el puerto portugués de Portimao), que atravesó el océano Atlántico de norte a sur, fue el primero de este tipo que llevó a cabo el regatista uruguayo, quien dejó el barco tras la primera etapa al igual que otros compañeros.
Dentro del grupo de personas que tomarán sus lugares para partir hacia Sudáfrica el 23 de octubre se encuentra Alejandra Alvira, una estudiante de Arquitectura que confesó que respeta «muchísimo» el mar, pero que no le tiene miedo.
A pocos días de comenzar a cumplir su sueño, la joven, que solo hará el tramo Uruguay-Sudáfrica, subrayó a Efe que en su maleta puso mucha ropa «calentita» y «fácil de secar», pero ningún objeto dedicado al ocio, porque cree que va a estar «muy ocupada» en un tramo que será intenso «por el viento y las olas».
Tras haber estado en Londres participando de los entrenamientos y conociendo más el velero, Alvira aseveró que le gustan «todas las actividades» que se allí se pueden hacer.
Sin embargo, comentó que una que le da «un poco de estrés de solo pensarlo» es la cocina, porque en el barco viajan muchas personas y los tiempos de cocción son «muy distintos» a los que ella está acostumbrada.
Finalmente, Alvira, que a sus 20 años es una de las participantes más jóvenes de la Clipper Race, dejó ver su deseo por que su participación en esta edición de la carrera, la número 12 de la historia, sea «una puerta para todo lo que se pueda venir».
Dentro de esto, una de las posibilidades es completar la vuelta al mundo, otro de los sueños que Alvira remarcó que le queda por cumplir.
Santiago Carbone (EFE)
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