Por Elio García
Bastaron dos audios generados y circunscritos en un ámbito privado y programados públicamente para circular y viralizarse a través desde el anonimato para hacer daño y poner fin a por lo menos un capítulo en la vida política del Dr. Carlos Moreira.
Pocos medios contextualizaron la aparición de estos mensajes, pero los hubo y fundamentalmente aquellos que conocen la realidad del departamento.
En la toma de decisiones de censura lejos de analizar incluso los contenidos discursivos de los mensajes jamás se tuvo en cuenta el análisis de la producción de esos mensajes.
¿Qué se sabe de las condiciones de producción de los audios?, ¿quién los grabó?, ¿quién originó el tráfico de los mismos?. En el audio de contenido sexual e íntimo se puede percibir cierta edición ¿quién o quiénes hicieron la misma?
Y entonces el viernes algunos descubrieron la oportunidad histórica en destronar a uno de los políticos más importantes y respetados del sistema. Otros sufrieron cinco minutos de pánico e intentando apagar un incendio actuaron para la tribuna, a una semana de las elecciones nacionales.
Descubrimos que el Partido Nacional no aparenta contar con un sistema de investigación que garantice los derechos de quien resulte acusado. Todo lo contrario, en pocas horas en una especie de delivery justiciero, propio de los tiempos que se viven con streaming, noticias elaboradas en cinco minutos, la respuesta de censura no tardó en llegar.
Primero se decide luego se estudia o analiza. Así es el funcionamiento hoy de la cosa pública.
Lo primero que uno concluye de este episodio es que quienes, por oportunismo, hipocresía o simple ignorancia se precipitaron a mencionar un caso de abuso sexual, intercambio de favores, no tienen como iniciativa la de generar un proceso de investigación seria y profunda.
Detrás de los pedidos de renuncia hay una concepción ingenua e incluso confusa de la manera en que validamos elaboraciones descontextualizadas y armadas con el único fin de hacer daño moral, destruir la integridad social de una persona con acciones casi o por lo menos de tinte mafioso.
La sociedad esta mucho más propensa a sentir que a pensar racionalmente. Por eso no importa algunas precisiones que se conocieron luego. Quienes hablaban habían tenido una relación sentimental y el audio de mayor intimidad se da en ese contexto, ¿qué dijeron antes y después del breve audio editado?, tal vez esta última pregunta motivó al Fiscal de Corte Jorge Díaz el envío a la Fiscal de Colonia Eliana Travers para que evalúe una posible denuncia penal.
Hablando de quienes actúan para la tribuna es curiosa la actitud del Fiscal de Corte, me gustaría conocer y ya tendré oportunidad de preguntárselo en alguna visita a Carmelo como es su metodología de selección de temas para activar este mecanismo.
Vaya si existen temas en el departamento en donde podríamos haber esperado del Fiscal de Corte Jorge Díaz una actitud similar y sin embargo nunca la hubo.
Claro, tener un audio de contenido sexual explícito y otro con la misma persona donde hablan de renovaciones de pasantías y una sugerencia que en realidad no es probatoria de nada, bueno, igual sirve de escándalo que genera audiencias y visibilidad pública. Tal vez por eso muchos salieron a pedir la cabeza del intendente.
Todos hablan de los audios, pero pocos de la hipocresía que emponzoña nuestras vidas, de esos fantasmas que cohabitan e intentamos esconder y no tienen ideología, ni partidos políticos, ni siquiera en esa construcción ideal del hombre nuevo, limpio de toda calamidad y creador de un mundo ideal.
Hay ingenuos demagogos que ven la posibilidad de una relación causa – efecto y que utilizan cualquier herramienta para concretar sus propósitos.
Metiéndose en la cama de un gobernante, encendiendo una vela en la intimidad que desconocemos en su totalidad como para emitir gratuitamente opiniones contundentes, distribuyendo una parte de dialogados. Esto no solo es una acción repugnante, sino que habla de un maniqueísmo en que vivimos, en donde todo es blanco o negro. Cualquier cosa que digamos puede ubicarnos como enemigos de muchas personas en donde seguramente en muchas otras cosas estemos de acuerdo.
Sacar del ruedo político al Dr. Carlos Moreira de esta forma es un triunfo para los operadores políticos carroñeros, constructores de la peor forma en hacer política. La de buscar el lado débil de alguien y mover las piezas para hacerlo caer. La de promover la cultura del linchamiento.
¿Por qué nadie se pregunta sobre los objetivos de publicitar tales audios? , ¿por que en nombre de la moral los actuales policías de la ética no actuaron con seriedad, dándose tiempo en la búsqueda de la verdad y no presionados por los tiempos electorales?
No hay que dejarse engañar, la publicidad de esos audios no se realizó con la sana intención de suministrar información sobre las políticas de pasantías. Se generó en la oscuridad para linchar a una persona que electoralmente resultaba difícil de vencer.
Estamos frente al intento consumado en humillar con crueldad a una persona, sin tener en cuenta a la persona real, al ser humano que incluso fue cuestionado por muchos, por dar la cara y concurrir acompañado de sus hijos a dar explicaciones.
En las redes sociales la ofensa no se perdona, tampoco se ignora, se lleva a todas partes. Es importante aportar otras miradas, el espejo nos ha devuelto la peor imagen que somos capaces en dar.
El linchamiento que sufre por estas horas el Dr. Carlos Moreira debería llamarnos a la reflexión sobre el rol de los partidos políticos, las redes sociales, la consolidación de grupos con prácticas mafiosas y la impronta de atacar y destruir no importa con que herramientas y que costos.