Por Daniel Abelenda
El tema se metió en la campaña electoral para las Elecciones del próximo domingo 27, a raíz de la actuación del cantante Lucas Sugo en un acto del Partido Nacional, para el cual el profesional fue contratado.
Desde tiendas del oficialismo, se criticó duramente que uno de los músicos más populares del Uruguay, participara en una instancia proselitista.
Sugo se defendió argumentando que él separa el artista y profesional de su persona y de su condición de ciudadano. “Me alegré que el P. Nacional me tuviera en cuenta y me contratara; pero yo separo claramente el artista del ciudadano”, dijo.
Inmediantamente, el comando del FA lanzó un (largo) spot en T.V. donde conocidas figuras de la música, casi todos -Ruben Rada, Los Olimareños, Larbanois-Carrero, el murguista Raúl Castro y otros- apoyaban la candidatura de Daniel Martínez.
Además, el oficialismo continuó con la llamada “Ola Cultural”, otro spot televisivo donde se muestra a la fórmula del FA comparte escenario con artistas de distintos géneros, y en el cual Martínez destaca el apoyo del Gobierno a las “industrias culturales”, en estos últimos 15 años.
Estos hechos ponen sobre el tapete, ya sobre el final de la campaña electoral, el lugar y el papel de la cultura y sus hacedores, los artistas, en la vida de una sociedad.
Y en este sentido, es muy positivo que así sea, pues es uno de los puntos menos mencionados en los discursos de los candidatos (de todos los partidos), paralelamente con el escaso espacio que el ítem “Políticas culturales” ocupa en los Programas (también, de todos).
En el imaginario de nuestra clase política, la cultura no se considera un tema relevante ni electoralmente significativo. Muchos menos, cuando hay otros como la seguridad y el empleo (o más bien, su falta) que hoy preocupan y angustian a miles de uruguayos.
Naturalmente, se trata de una falsa oposición: una cosa no quita la otra.
Tal vez estas últimas polémicas, contribuyan a que el tema se discuta y gane mayor trascendencia en el futuro.
Porque, ¿no es importante qué papel debe cumplir el Estado en el Arte y la Cultura?
Y la pregunta que se deriva de ésta: en una Democracia, ¿debe haber una cultura y artistas oficialistas? El Gobierno de turno, ¿debe contratar a quienes están en esa lista, con preferencia a otros artistas sin definición partidaria?
Es un hecho, que en los 3 gobiernos del FA (vía MEC, Presidencia, ANTEL, UTE) se han gastado millones de dólares en esponsorear masivos festivales y actuaciones de músicos, donde algunos nombres se repiten siempre (como los del spot).
Y en cambio, existen otros artistas valiosos, a quienes no vemos nunca gozar del auspicio oficial. Esto es discriminación y clientelismo.
En un régimen republicano no debería existir una cultura oficial y la contratación de los distintos artistas deberían hacerse exclusivamente en función de su trayectoria y méritos en el campo del Arte, no de la militancia partidaria.
Financiar con dineros públicos la “cultura oficial” es una práctica histórica de los regímenes totalitarios, de izquierda y derecha: los fascismos y los comunismos.