Por Ana Mengotti
Por «amor», el escultor uruguayo Pablo Atchugarry, el maestro del blanco mármol estatuario de Carrara, ha puesto a sus obras a dialogar en Miami con las negras esculturas de madera de la estadounidense Louise Nevelson (1899-1988), una «amiga de otra época», según una definición que tomó prestada.
«Dialogue in Black and White» es el título de la exposición que abre al público este lunes en el Atchugarry Art Center de Miami, en coincidencia con el comienzo de la Semana del Arte de la ciudad.
El escultor radicado en Italia dice a Efe que el amor por la obra de Nevelson es lo que le ha hecho convertirse en curador de una exposición tan única que merecería «girar» después por el mundo.
Todavía no hay nada concreto para después del 30 de marzo, que es cuando cierra la exposición, pero el escultor nacido en Montevideo en 1954, 55 años después de que Nevelson viniera al mundo, pone cara de que algo trama.
ESCULTURAS A PARTIR DE OBJETOS ENCONTRADOS
Nacida cerca de Kiev (Ucrania), Nevelson, que vivió la mayor parte de su vida en Nueva York, aunque pasó por Alemania y Francia para formarse como artista, se caracterizó por usar fragmentos de objetos utilitarios de madera que encontraba en la basura y las calles.
Con ellos armaba, como si fueran rompecabezas, estructuras que casi siempre pintaba de un negro mate, aunque también usó esporádicamente los colores blanco y dorado.
Nevelson convertía en «tesoros» esos fragmentos de objetos utilitarios y con «magia y talento los ensamblaba y creaba un ritmo diferente», subraya el escultor montevideano.
En esta exposición el negro, el «no color», de las obras de Nevelson, cuyo verdadero nombre era Leah Berliawsky y provenía de una familia judía, contrasta con el blanco «luminoso» de la mayoría de las esculturas orgánicas de Atchugarry, llenas de pliegues, oquedades y sinuosidades.
Pero el diálogo en Miami no se queda solo en los colores.
AMOR A PRIMERA VISTA
Atchugarry no conoció nunca a Nevelson, pero se «encontró» con su obra por primera vez en Fráncfort (Alemania) y sintió un flechazo.
Pasaron años hasta que adquirió en una galería italiana su primera «Nevelson», una obra de gran formato que ocupa un lugar principal en una de las dos salas dedicadas a «Dialogue in Black and White» (Diálogo en blanco y negro).
Reunir las obras de Nevelson para esta exposición no ha sido fácil, dice Atchugarry. La mayoría han llegado de Europa, donde hay grandes coleccionistas de unas obras que «se reconocen entre millones», pues la escultora dejó un «legado unitario».
Los coleccionistas privados son «muy celosos», no les gusta desprenderse de sus piezas y menos por cuatro meses, pero «han confiado en esta exposición cuyo hilo conductor es el amor», dice.
A simple vista la obra de Nevelson hace recordar a la del artista constructivista uruguayo Joaquín Torres García (1874-1949), quien pasó un tiempo en Nueva York y se relacionó con artistas de esa ciudad.
«Hay textos que hablan de la influencia de Torres García en una joven Louise Nevelson», dice el escultor, pero reconoce que no se sabe a ciencia cierta si se conocieron o ella vio alguna vez obra del uruguayo, que se formó en Cataluña y París.
«Esos secretos los guardan sus obras», dice Atchugarry, señalando las que pueblan el centro de arte que dirige su hijo Pierro, que fueron realizadas entre 1958 y 1980 por Louise Nevelson.
EL MÁRMOL, FASCINANTE PERO DIFÍCIL
El maestro del mármol, que tiene talleres en Uruguay y en Lecco (norte de Italia), se enorgullece de no usar la tecnología y de luchar «cuerpo a cuerpo» con los bloques de mármol.
Y no duda en calificar como una «batalla» la «pesada, ruidosa y polvorienta» tarea de esculpir el mármol, un material tan «fascinante» como «difícil».
Su hasta ahora mayor obra, un monolito de 8 metros y medio de altura, la hizo a partir de un bloque de mármol de 56 toneladas.
Dentro de los mármoles su preferido es el «estatuario», el más blanco y luminoso, que se extrae de las canteras de Carrara, en los Alpes apuanos, y es el mismo que usaba Miguel Ángel.
La Fundación de Atchugarry anunció a comienzos de este año un proyecto para crear un Museo de Arte Latinoamericano en Punta del Este (sureste de Uruguay), que se inaugurará en la temporada estival austral 2020-2021.
/EFE
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