Por Alejandro Prieto
La maleza y los insectos, considerados tradicionalmente como plagas, se han convertido en aliados indispensables de los productores frutícolas uruguayos, que ven en las abejas, mariposas y plantas silvestres un reservorio de biodiversidad enriquecedor para los cultivos y el ecosistema.
Un vistazo a los senderos que se abren entre las hileras de perales y manzanales de hojas verdes alcanza para darse cuenta que algo está cambiando en los campos de la localidad uruguaya de Progreso, en el departamento de Canelones (sureste), donde sorprende que el suelo usualmente desnudo está ahora salpicado de hierba y pequeñas flores.
A lo que la camioneta del recorrido llega a los campos donde crecen las frutas de la empresa familiar Pigato, el jefe de negocios responsables y sustentables de la multinacional Syngenta, Guillermo Delgado, señala la importancia de este cambio: «Antes se sacaba todo, ahora lo están dejando».
Esa acción, que no es más que un «dejar de hacer» supone sin embargo un gran paso; es que, para el director general de la productora frutal, Sebastián Pigato, en la cadena llena de eslabones de la producción agrícola «todo tiene un por qué».
Aunque Pigato, que lleva 40 años en esta actividad, explica a Efe que el cuidado del medioambiente y la producción sostenible ya eran prioridad para él, asegura que con la ayuda de Syngenta -que es una de las principales empresas biotecnológicas del mundo- puede lograr un resultado más «profesional» en las 65 hectáreas de cultivo que posee.
«No fue tan brusco el cambio porque ya lo veníamos haciendo pero no correctamente, entonces sobre lo que estábamos haciendo fuimos haciendo algunos cambios y ahora estamos aprendiendo a convivir con la maleza, que es lo que hay que aprender», señala Pigato.
Sobre eso mismo pero desde un enfoque científico se expresa Estela Santos, bióloga, investigadora y docente de la Facultad de Ciencias de la Universidad de la República, que colabora activamente en el proceso para que, así como Pigato, otros productores uruguayos avancen hacia una producción sostenible.
Bajo su sombrero de ala ancha, Santos, que pisa con cuidado para no matar insectos, explica que la clave del proyecto de Syngenta está en los denominados «paisajes multifuncionales».
Según la experta, se trata de «reservorios» que se dejan cerca de las plantaciones, preferiblemente de 50 por cuatro metros, para «dejar nacer la vegetación que sale de forma natural» a los que se llama así porque su «densidad vegetal y animal» cumple muchas funciones para el ecosistema entre las que destaca la polinización.
«Los polinizadores, hoy en día, tienen un déficit en cuanto a lo nutricional porque se han perdido muchas especies vegetales entonces su dieta es bastante monofloral y es muy beneficioso contar con estos lugares que tienen una diversidad florística importante», indica.
A esto agrega que, en tanto los manzanales y los perales son frutales muy dependientes de los polinizadores, el cuidado de insectos como las abejas no solo los beneficia a ellos sino a toda la producción.
De igual forma, Santos puntualiza que es importante la tarea de otros insectos más pequeños, como los escarabajos, que ayudan a desintegrar materia orgánica, y los «parasitoides», que funcionan como controladores biológicos de plagas.
En esa línea, la bióloga estima que el paisaje tiene también una función clave para el suelo.
«Estos lugares, en cuanto a la vegetación, pueden albergar especies leguminosas que ayudan en la fijación de nitrógeno al suelo, entonces el suelo se ve enriquecido. Pueden crecer allí plantas medicinales (…) como la marcela, como la carqueja, que tienen propiedades que el ser humano en su entorno sabe utilizar como recurso», ejemplifica.
Por otro lado, el responsable de Syngenta, compañía que trabaja el proyecto en Uruguay hace más de tres años, señala que «Paisajes Multifuncionales» se enmarca en la estrategia de sustentabilidad de la empresa y se desarrolla además dentro de la región en Chile, Argentina y Paraguay.
Delgado indica así que aunque es un «formato global», la intención de la empresa es adaptar el programa a la situación real de cada país, por lo que recalca la importancia del trabajo conjunto y el seguimiento constante junto a los productores locales.
«Este manejo se hace desde el campo seguido por nosotros y supervisado, tenemos profesionales de campo que dan este soporte pero es indispensable que el que lo adquiera y lo incorpore sea el productor», apunta.
En ese sentido, Pigato destaca que desde que lleva adelante el programa, la empresa ha comenzado a transitar el camino hacia la producción sostenible «con más seguridad» y ha disminuido su uso de pesticidas.
«Algo hay que usar siempre en este país por la gran diferencia climática que tenemos, con la lluvia y el exceso de humedad que hay a veces es imposible no usar ningún (pesticida)», concluye.
(EFE)
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