“Los consejos de ministros son una gran oportunidad para intercambiar y desplegar las políticas de Estado con la gente”, dijo el prosecretario de la Presidencia, Juan Andrés Roballo, en vísperas del Consejo de Ministros abierto de Artigas. Agregó que siempre se dio respuestas a los problemas locales y nacionales y que estos encuentros sirven para conocer directamente la realidad de los vecinos de distintas partes de Uruguay.
Durante mucho tiempo silenciosamente un grupo de personas trabajaron para, en el marco del Bicentenario de Carmelo, traer este consejo en el mes de febrero en una oportunidad única que debió tener una consideración especial de las autoridades de gobierno porque 200 años solo se celebran una vez.
El camino más sencillo es poner culpas en la insensibilidad del gobierno nacional, o en la falta de una gestión profesional para articular los resortes e instrumentos para concretar esa meta, con todo el tiempo a favor. También podría señalarse la falta de presencia sustancial y trabajo de los tres legisladores nacionales que nos representan en el Parlamento, y un largo etcétera que no conduce a nada interesante y si a potenciar el rencor, los personalismos y una larga lista de cuestiones negativas. Criticar es gratis, trabajar es necesario.
Escuchemos los motivos por los que el Presidente de la República, Tabaré Vázquez, eligió el departamento de Artigas, en el mes de febrero, para realizar el primer Consejo de Ministros abierto en el interior del país del año. Se debió porque «esta fue una de las zonas más afectadas por las inundaciones, junto a Rivera, Salto y Paysandú,» explicó Roballo en entrevista que aparece en la página de Presidencia de la República.
Es una lástima no poder concretar el Consejo de Ministros en la ciudad de Carmelo en su fundación. Hubiera sido un hecho trascendente y a su vez el acontecimiento más importante de los festejos que nuestra ciudad merece fundamentalmente por razones históricas.
La propia dinámica de estos encuentros posibilita que la sociedad civil, las instituciones, la población en general, acercan sus verdades a las principales autoridades de turno.
Aún existe esa posibilidad de concretar, aquí en Carmelo, un Consejo de Ministros en lo que será el año 2016.
Imagínese usted, frente a los Ministros, ¿cuáles serían los planteos locales que realizaría?, ¿cuáles las necesidades que enfrenta la ciudad de Carmelo de cara a los próximos años?, ¿qué urge en la localidad?, ¿qué necesitan conocer las autoridades de nuestra ciudad que tal vez, piensa usted, no saben o no perciben?.
La oportunidad de esta ausencia ministerial puede conducir a dos caminos. El primero el de la crítica por no haber logrado esta instancia y el más fructífero el de la oportunidad de pensar todas esas preguntas que aún no tenemos respuestas de parte de las autoridades.
Nadie puede hacer desaparecer una pregunta.
Durante décadas y décadas gobiernos nacionales, departamentales y locales no han dado respuestas a temas generales que aún siguen sin resolver. Hay nuevos desafíos a enfrentar como el calentamiento global y la faja costera, su incidencia futura en lo que será el Carmelo del futuro, de eso nada se habla ni conoce.
La creación de nuevas sensibilidades y la aproximación, junto a la construcción ciudadana, del rescate de los espacios públicos y su embellecimiento colectivo es un tema central.
Vivimos en una sociedad objetivamente sucia, desordenada en aspectos territoriales y con poco pienso en cuestiones de espacios públicos. No hay ideas desde muchos años.
Debemos avanzar en un orden que involucre poder vivir en una ciudad cómoda, moderna y accesible. Una ciudad democrática y justa, donde exista una armonía conceptual entre la naturaleza y la mano del hombre.
Ya tendremos oportunidades para que vengan los Ministros, Presidente; lo importante es que todos estemos de acuerdo en algo. Y ese algo sirva de unidad en la sociedad carmelitana.
Porque ese día va llegar.