Por Rubén Figueroa
La contención policial de las protestas sociales en países como Chile, Colombia o Ecuador ha derivado en una violación «sistemática» y «cruenta» de derechos humanos, dijo en una entrevista con Efe en Santiago de Chile el exjuez español Baltasar Garzón, quien abogó por denunciar estos hechos y exigir independencia a la justicia para que actúe.
Garzón, muy popular en Chile por ordenar la detención del dictador Augusto Pinochet en 1998, dijo ser partidario de que la acción de la justicia se dé a nivel local en cada país pero sin que eso «sea la excusa para no hacer nada», pues de ser así debe entrar en juego el Sistema Interamericano de Derechos Humanos y la jurisdicción universal.
El exjuez de la Audiencia Nacional de España, que participó en Chile en la primera edición del Foro Latinoamericano de Derechos Humanos, subrayó también el momento «histórico» y «convulso» que vive América Latina en la actualidad, con cambios políticos y movilizaciones sociales, y señaló la desigualdad como una de las causas principales del malestar ciudadano que desató las protestas.
Además, advirtió de la gravedad de utilizar la justicia para solucionar problemas políticos, en relación a las dudas que han generado las revelaciones del portal The Intercept Brasil sobre la imparcialidad del actual ministro brasileño de Justicia, Sergio Moro, cuando ejercía como principal juez de la Lava Jato, en especial en los procesos que concluyeron con la condena y el encarcelamiento del expresidente Luiz Inácio Lula da Silva.
El «golpe de Estado», según sus palabras, que sacó de la presidencia de Bolivia a Evo Morales o la, a su entender, «absurda dualidad» de representatividad que ha generado en Venezuela que el presidente de la Asamblea Nacional, Juan Guaidó, se autoproclamara presidente interino, también fueron temas abordados por Garzón en la entrevista.
PROTESTAS SOCIALES Y VIOLACIONES DE DERECHOS HUMANOS
Pregunta (P). ¿Se están violando derechos humanos en la contención de las movilizaciones sociales en América Latina?
Respuesta (R). Se están violentando (los derechos humanos) de forma sistemática y de forma claramente cruenta. Lo que estamos viendo es una reacción de los cuerpos y fuerzas de seguridad del Estado en distintos países, como Chile, Colombia, Bolivia o Ecuador, donde las protestas sociales acaban a tiros, con persecuciones, con cárcel, con agresiones y con ocultación de las propias acciones.
P. En el caso concreto de Chile, parece que se le recibe con el ánimo de que intervenga, como hizo con Pinochet, ante los presuntos casos de violaciones de derechos humanos que se están dando.
R. Yo siempre he sido partidario de que donde se tiene que actuar con respecto al derecho y la acción de la justicia tiene que ser siempre en los países respectivos, sobre todo en el ámbito penal, pero lo que no cabe duda también es que esa no puede ser la excusa para no hacer nada y ahí es donde entra la jurisdicción universal. Pero lo que hay que exigir es que esa justicia se haga aquí, con transparencia y exigiendo investigación independiente.
P. ¿Cómo interpreta las movilizaciones sociales que se están dando en América Latina?
R. Es un momento histórico, único, hacía muchos años, décadas, que no vivía Latinoamérica un momento de tanta convulsión ni de tanto cambio social, político, jurídico, como el que estamos viendo. Y no todo para bien, en muchos casos es para mal: hemos visto el golpe de estado en Bolivia y estamos viendo países en donde la guerra jurídica, el lawfare, se usa como arma política.
P. ¿Es la desigualdad el detonante de todas las protestas?
R. El problema de la desigualdad en Latinoamérica, en el mundo en general, es una constante. Estamos en este momento en Chile, Chile es uno de los países más desiguales. Aquí fue donde surge el modelo neoliberal y esperemos que sea donde termine.
La concentración de poder, de riqueza, en unas élites no se ha traducido en una mayor y mejor posibilidad de vida para el resto de la ciudadanía, eso es fundamental porque subyace en todo lo que está pasando. La sociedad, el pueblo, cuando se le castiga demasiado estalla y a partir de ahí ya no hay vuelta atrás.
INSTRUMENTALIZACIÓN DE LA JUSTICIA
P. A la luz de las revelaciones del portal The Intercept Brasil sobre Lava Jato, ¿se ha perdido la independencia de la justicia?
R. Lo que se ha visto es que ha habido un juicio subterráneo entre Fiscalía y entre las investigaciones del juez Moro que dejan en entredicho y muy mal parada a la justicia a la hora de actuar, por lo tanto la duda de imparcialidad y de lawfare es muy clara. Es gravísimo utilizar a la justicia para solucionar problemas políticos.
P. ¿Qué pasó en Bolivia?
R. El caso de Evo Morales es paradigmático, de la noche a la mañana no puede convertirse en un terrorista, me parece dantesco que se le acuse de terrorismo para justificar una persecución política. Creo que Evo Morales hizo un acto de responsabilidad porque se veía que se estaba cociendo un golpe de estado y había un riesgo evidente de confrontación ciudadana si él no hubiese actuado con esa responsabilidad. No podemos justificar legalmente un golpe, es una persecución política.
LA PRESIDENCIA INTERINA DE GUAIDÓ
P. Un año después del surgimiento de la figura de Guaidó en Venezuela, ¿cómo ve este fenómeno?
R. Yo no estuve nunca a favor ni soy partidario de la posición de Guaidó. Guste o no guste hay un presidente en Venezuela que desde luego no es Guaidó. Lo que se está produciendo con el reconocimiento de Guaidó por parte de una serie de países es que no se solucione de ninguna de las maneras posibles la situación de Venezuela. Es absurdo mantener esa dualidad que a la vez justifica una serie de medidas de coacción económica, social y política por parte de Estados Unidos. No puede vivirse esta especie de esperpento.
(EFE)