Verde, amarillo, rojo y prácticamente todos los colores del arcoíris vistieron este viernes las caras y los trajes de bailarinas y tamborileros que desfilaron por Montevideo en la primera noche del Desfile de Llamadas, considerada la marcha culmen del carnaval uruguayo.
El vibrar de los tambores marcó el ritmo por el cual no solo se movieron los integrantes de las comparsas, sino también los miles de uruguayos y turistas que se agolpaban en la calle Isla de Flores, en los tradicionales Barrio Sur y Palermo, para contemplar este espectáculo que forma parte del Carnaval más largo del mundo.
UN ARROZ CON LECHE SIN «KANELA»
La primera comparsa en desfilar fue Tronar de los Tambores, que resultó ganadora en el concurso del año pasado y que ansiaba salir este 2020 después de que la Intendencia de Montevideo decidiera postergar una semana el Desfile por predicción de lluvia.
Ataviada con brillantes lentejuelas y un ajustado traje amarillo y verde, así como dos grandes «alas» confeccionadas con plumas, la vedete Graciela Costa, una veterana en el candombe que el resto del año es profesora pero que ya está «por jubilar», tanto del Liceo como de «las plumas», según confiesa en una conversación con Efe, espera a que arranque la fiesta.
Subida a unos altos tacones, explica que ella misma se encarga de confeccionarse el traje para que pueda aguantar el peso.
Con la templanza que da la experiencia, Costa reconoce que este año vive el Carnaval de una manera «un poquito dolorosa» debido al fallecimiento en 2019 del director de su comparsa, Julio «Kanela» Sosa.
«Kanela» fue una de las figuras históricas del candombe uruguayo que participó durante décadas en el Carnaval, tanto como bailarín como director de comparsa y, en su homenaje, las Llamadas de este año llevan su nombre.
«Yo le decía a un compañero: ‘Es como el arroz con leche, es riquísimo, tiene todo el sabor, pero sin Kanela no es lo mismo’. Para mí esto no es lo mismo, pero bueno, se baila», relata la vedete antes de arrancar a moverse.
UN DESFILE DE PASIÓN Y ENERGÍA
Grandes banderas se sitúan a la cabeza de las comparsas de negros y ‘lubolos’ (músicos y bailarines de candombe blancos pintados de negro) para presentar a los personajes típicos (gramilleros, escoberos y mamas viejas), seguidos de vedetes como Graciela Costa, bailarines y, finalmente, la cuerda de tambores, que pone ritmo a la tranquila calma uruguaya.
En este último grupo, concretamente en una punta y tocando el repique está Ignacio Silva, compañero de comparsa de Costa.
Silva lleva 15 años disfrutando de las Llamadas carnavalescas, pero no pierde de vista que participa en un concurso que quiere ganar.
«Tienes que ir respondiéndote con otros compañeros que están tocando tu mismo tambor, en este caso el repique, escuchar a los demás, estar atento a la cuenta del jefe de cuerda… Sumado todo eso vas disfrutando pero vas como en una tensión positiva», admite a Efe.
El sonido de los tambores y la agradable temperatura de una noche de verano austral invitaron a salir a la calle a miles de uruguayos para disfrutar del espectáculo.
«Es parte de la cultura el Carnaval. Es la emoción que la gente deposita cuando viene, los preparativos, el color, el tronar de los tambores… Es algo que te hace palpitar el corazón», destaca a Efe Marcela Rodríguez, que asiste por primera vez a las Llamadas junto a su esposo, su hija y una amiga.
Por el contrario, Silvana Hernández es ya una habitual de esta fiesta a la que acude todos los años porque lo vive «con mucha pasión».
Un total de 46 comparsas, más dos en calidad de invitadas, recorrerán Isla de Flores entre este viernes 14 y el sábado 15, inundando de pasión, color y ritmo la noche uruguaya. (EFE)
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