‘Lobo’ Núñez, manos que fabrican una identidad desde Uruguay para el mundo

25/02/2020 13:52 (UTC) Crédito: EFE Fuente: EFE Autor: Raúl Martínez Temática: Arte, cultura y espectáculos El músico y 'luthier' Fernando Núñez, al que todos llaman 'Lobo' Núñez, en Montevideo (Uruguay). Es martes de Carnaval. En el Barrio Sur ya se apagó el estruendo de las Llamadas, esas dos noches mágicas en que el candombe -expresión cultural de origen afrouruguayo- se apodera de Montevideo. Sin embargo, los tambores nunca dejan de sonar en la emblemática calle Carlos Gardel, donde tiene su taller el 'Lobo' Núñez. EFE/ Raúl Martínez

Por Raúl Martínez

Es martes de Carnaval. En el Barrio Sur ya se apagó el estruendo de las Llamadas, esas dos noches mágicas en que el candombe se apodera de Montevideo. Sin embargo, los tambores nunca dejan de sonar en la emblemática calle Carlos Gardel, donde tiene su taller el ‘Lobo’ Núñez.

El músico y ‘luthier’ Fernando Núñez, al que todos llaman ‘Lobo’, es un artesano autodidacta que, con sus manos, junto a la pasión y al compromiso adquiridos desde que estaba «en el vientre» de su madre, ha fabricado cientos de tambores que han llevado esa identidad uruguaya por el mundo.

«Antes de yo nacer, en mi casa se juntaban y se encontraban muchas personas con las que yo aprendí a interpretar el candombe, incluyendo familiares y gran parte de nuestra familia. En esa época ya el barrio era una gran familia; a pesar de que es un barrio muy cosmopolita que alberga diferentes colectividades étnicas, aprendimos a convivir y a vivir en paz», asegura.

‘Lobo’ Núñez recibe a Efe en su taller, el mismo al que, como en peregrinación, quieren acudir todos los músicos que llegan a Uruguay y le rinden pleitesía como maestro del candombe. Mick Jagger y Carlinhos Brown fueron algunos de ellos.

EL CANDOMBE O LA LEY DE LA CONVIVENCIA

Para él, la tradición ha servido como «una especie de ejemplo» de comunidad en cuanto a la convivencia, ya que con el candombe el grupo ha sabido recibir a «todo tipo de personas sin necesitar de ninguna ley y ningún decreto».

«Yo tengo gran orgullo y es un honor para mí representar nuestra cultura y que otras personas, que son de otras nacionalidades y colectividades étnicas, lo interpreten. Siempre fue un motivo popular que se ha manifestado en la calle y que nunca se les preguntó orientaciones ni sexuales, religiosas, políticas para poder manifestarse con nuestra cultura a través del tambor», asevera.

Su pasión por los tambores lo llevó desde muy chico a desarrollar sus instrumentos y adaptarlos para niños, ya que solo existían en su tamaño original. Después de más de 50 años en el oficio, se considera uno de los mejores.

«Esa pasión me lleva a tener la curiosidad por el hecho de tener que mantener el instrumento en condiciones, cosas sencillas como mantener los aros que el tambor tiene bien ajustados, la lonja (el cuero) que siempre esté bien tirante, hacerle un mimo al instrumento, cuidarlo. Ahí despertó mi curiosidad de querer saber más cómo era que se armaban los tambores», afirma.

«NO ES LO MISMO UN FIAT 600 QUE UN MERCEDES BENZ»

Núñez está convencido de que «no todos los que hacen tambores los hacen iguales», y mucho más de que «no todos tienen la misma jerarquía y tradición», por lo que insistió que «no es lo mismo un Fiat 600 que un Mercedes Benz».

«Estamos hablando de cosas que son para lo mismo pero tienen diferente calidad y se les da un valor determinado a aquellos instrumentos que vienen de familias tradicionales como la mía. Lo que se hereda no se roba», sentencia.

Históricamente, recuerda para Efe, los tambores eran construidos con partes de barriles en desuso o barricas de muchos productos que llegaban a Uruguay, dada la cercanía con el Puerto de Montevideo del Barrio Sur, considerado cuna del candombe en el país.

El ‘Lobo’ asegura que su experiencia se la debe a la «universidad de la vida» e insiste en que sus fabricaciones buscan estar lo más cerca posible de lo artesanal, ya que es cultural y tradicional.

El promedio de tiempo para la fabricación de un tambor es entre una semana y diez días y, «dependiendo de la urgencia del bolsillo», menos tiempo.

SUS TAMBORES, SUS HIJOS

Se siente orgulloso de que muchos de sus tambores, a los que considera como hijos, estén dispersos por países como España, Estados Unidos, Francia, Italia, Suecia, Colombia y Alemania y confía en que este oficio se mantendrá en las siguientes generaciones.

«Da mucho placer, cariño y es como cuando uno tiene un ser querido fuera del país. No los extraño a todos porque son muchos, pero me siento muy orgulloso de que mis trabajos estén en muchos lugares representando nada más y nada menos que a mi folclore y al folclore más autóctono del Uruguay, que es el candombe», apunta.

El ‘Lobo’ reconoce que, gracias a su cultura, ha visitado muchos países del mundo, en los que, por lo general, se reencuentra con alguno de sus ‘hijos’. Ha tocado con músicos de la talla de los uruguayos Rubén Rada, Jorge Drexler y Jaime Roos, el argentino Fito Páez y los españoles Ketama.

Este eterno agradecido pronuncia, para finalizar la entrevista, una frase que lo resume todo: «El candombe es mi vida».

(EFE)

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