Por Alejandro Prieto
Nacida en tiempos en los que la mujer pertenecía al entorno familiar y era vista como un «complemento» del hombre, la uruguaya Petrona Viera encontró en el pincel su forma de expresión y rompió con él los esquemas sociales para, 60 años después, llegar a trascender en un ámbito históricamente masculino.
Cuatro mujeres en vestidos de llamativos colores se miran entre sí; al contemplar sus miradas que dialogan en el entorno de un jardín verde, el visitante del siglo XXI, con sus ojos clavados en el óleo, reconoce la hermandad, la reunión familiar.
Si bien a comienzos del siglo XX ellas serían «las hijas del presidente», las mujeres del cuadro hoy son «Petrona y sus hermanas».
Al adentrarse en las salas del Museo Nacional de Artes Visuales (MNAV) uruguayo en Montevideo, nadie duda en reconocer a Petrona Viera, primogénita del presidente uruguayo Feliciano Viera (1915-1919), como alguien más que «la hija de», como una pintora que se ganó un capítulo en la historia del arte del país.
CRITICADA E INFRAVALORADA EN SU ÉPOCA
Sin embargo, como señala a Efe Verónica Panella, una de las dos comisarias de la muestra antológica «El hacer insondable», esto no siempre fue así ya que la artista, nacida en 1895, fue criticada e infravalorada en una época en la que los maestros de arte eran solo hombres.
«Hay varias críticas que maltratan bastante a la pintora mujer, a Petrona en particular y a la pintora mujer en general. Por otro lado, hay declaraciones de la época diciendo qué bueno que la mujer se forme en las artes, así puede llegar a ser un complemento adecuado del hombre», ejemplifica la curadora.
Sin embargo, y a pesar de que su familia fomentó su formación artística con clases de pintura en casa, para Panella, que junto a María Eugenia Grau se encargó de la curaduría de la primera muestra dedicada a la obra completa de Viera, la pintora rompió esquemas y fue más allá de lo que la sociedad esperaba de ella.
«Las hijas tenían que bajar a determinada hora, detener sus actividades y tomar el té con la madre, que era una mujer muy férrea en la disciplina, y Petrona podía escapar de eso, Petrona se iba a pintar paisajes, salía de la casa, se iba con su hermana en el tranvía con las telas y los pequeños caballetes», expresa.
A su vez, en una época en que la mujer dependía económicamente del hombre y tenía la obligación de casarse, Viera encontró en el arte una salida.
«Petrona no se va a casar, no va a tener una relación afectiva conocida y eso le genera como una posibilidad (…), ese camino un poco más abierto a la dedicación absoluta a algo que en realidad para las demás mujeres estaba más limitado a (ser) algo que podías hacer mientras no te casabas», recalca Panella.
Por otro lado, para Grau, que dijo haber llegado a soñar con las obras que no se incluyeron en la muestra, ya que en el proceso de selección revisó más de 900 de las 1.001 que tiene de la artista en su acervo el MNAV, Viera fue «relegada» a ser «la pintora de niños» -por sus pinturas de niños jugando- pese a que su visión abarca mucho más.
«Petrona Viera es una individualidad como todos y todas intransferible y con zonas que no hemos logrado describir o entender, de ahí el título, es un hacer insondable, es un hacer de lo que hemos registrado, unos 40 años de creación ininterrumpida con una temática que reverbera, que retorna, que madura», estima Grau.
«Creo que hay una gran expectativa en una artista que sí fue cuestionada, mimada y cuestionada a lo largo de su carrera a través de los críticos y sin embargo tenía mucho más que decir de lo que se vio», añade.
OTRAS MUJERES ARTISTAS
Por otro lado, Panella, que destaca que el hecho de que la pintora perdiera su audición de niña puede haber influido en su obra -que abarca desde óleos ligados al planismo hasta serigrafías, acuarelas y pasteles-, duda si se puede afirmar que Viera «abrió camino» para otras mujeres artistas.
«Las artistas mujeres difícilmente trascienden una generación. Petrona es de las pintoras mujeres más conocidas; sí, hay otras, pero en general casi nadie habla de una artista como la maestra, de una artista mujer como el referente en su genealogía de artistas», explica.
A esto agrega que, como pasa con Lola Lecour, Aurora Togores Manila Riso, artistas del círculo de Bellas Artes del siglo XX cuyas obras aún siguen siendo desconocidas, más allá de su calidad, las obras de creadoras se encuentran olvidadas en depósitos y es tarea de los museos recuperarlas.
Asimismo, la curadora subraya que la poca visibilidad de las obras de artistas mujeres ha sido un problema histórico en el arte internacional más allá de que hace más de 30 años el grupo «Guerrilla Girls» se movilizó contra el Met de Nueva York preguntando «¿Por qué la única forma en que una mujer entra a un museo es desnuda?».
«Siempre ha sido más fácil ver a la mujer como objeto de arte que como sujeto de arte, es una de las tantas situaciones deconstructivas que tenemos que darnos en el plano del arte, en el plano de la investigación», concluye.
Con unas 120 obras, «El hacer insondable» se exhibirá en el MNAV uruguayo hasta el 24 de mayo. (EFE)
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