Por Sergio Marín Lafuente
WhatsApp, Twitter y otras redes sociales pretenden convertirse en el nuevo «boca a boca» en medio de una pandemia global que disminuye la circulación de personas por la calle y que está dejando sin clientes a los feriantes en Uruguay.
Ingenio, solidaridad y tecnología se dan la mano para salvar a los tenderos, que perciben menos ingresos por el coronavirus COVID-19, que reduce sus ventas en un país donde la costumbre es hacer la compra semanal, especialmente de frutas y verduras (también de pollo, pescado o fiambres), en los mercadillos vecinales.
DEL PUESTO CALLEJERO A LA WEB
En un país donde los precios de la alimentación son elevados, las familias acuden a comprar a esas ferias callejeros, donde además de unos costes son más asequibles, suelen encontrar a su tendero de confianza.
Sin embargo, el estado de «emergencia sanitaria» que rige en el país desde el 13 de marzo, cuando el Gobierno dio a conocer los cuatro primeros positivos por COVID-19 y exhortó a que la gente no saliera de sus casas, ha disminuido la circulación de vecinos entre los puestos.
«Muchos clientes son adultos mayores (tercera edad) y están en riesgo, entonces empiezan a salir menos», explica a Efe César Correa, que lleva 20 años armando su puesto en una de las ferias de Montevideo.
Su hijo Gastón vio en Twitter que un usuario estaba recopilando en un formulario de Google datos de feriantes para luego mostrarlos en una web y no dudó en apuntarse.
Nacho Castro, un analista técnico que teletrabaja desde que se detectaron los primeros casos, era ese usuario.
Decidió armar el portal al ver que le llegaban varios mensajes de feriantes que comenzaban a trabajar a domicilio y pensó que estaría bien organizar esa información, afirma en una conversación con Efe.
«Fue una idea, publicarla rápido, algo sencillo», señala.
Sin embargo, matiza César Correa, ser feriante «digital» no es tan fácil.
«La gente pide por WhatsApp y no ve la mercadería, por lo que tienes que haber generado una imagen de responsabilidad y confianza en todos estos años de trabajo cara a cara», subraya Correa.
SOLIDARIDAD DIGITAL PARA SALVAR LAS FERIAS
Las redes sociales juntaron a Castro con cinco personas más, todas con la misma intriga: qué alternativa habría si no se pudiera ir a la feria.
Hace pocos días arrancaron en el desarrollo de este plan B y la uruguaya Ximena Camaño, que trabajó durante 11 años en la Agencia Nacional de Investigación e Innovación (ANII), se encargó de hablar con los feriantes para ver qué problemas tenían, relata a Efe, y ver si una ‘app’ podría servir como sustituta de la feria.
Esta idea se vio frustrada por las cuestiones que le comentaron los tenderos, así que se volcaron en un portal web: ferias.uy, que vio la luz este domingo.
De manera manual y, en constante contacto con la Asociación de Feriantes de Uruguay, este grupo de «solidarios digitales» fueron recabando datos para luego volcarlos en esta web.
Allí, cuenta Camaño, aparecen la localización de los puestos, fotografías para poder identificar al feriante de confianza y datos de contacto.
Se trata de una primera parte, dada la necesidad «inmediata» de dar visibilidad a los feriantes para vencer la crisis del COVID-19.
«Ahora se parece a una feria virtual, donde uno encuentra teléfonos para poder comunicarse y tener el medio de comunicación», cuenta Camaño.
Después, llegarán más detalles: herramientas para gestión de pedidos, pago de los mismos y reparto -para quien no disponga de medios para hacerlo-.
La idea, que les tiene «entusiasmados», es que el proyecto se consolide a largo plazo.
«Cuando esto se normalice la gente va a seguir yendo a la feria porque obviamente a algunas personas les gusta elegir la fruta o la verdura, lo toma como un paseo,(…) pero hay otra gente que no tiene las posibilidades de ir a la feria», relata Camaño, y por eso quieren construir un portal estable.
POLÉMICA GESTIÓN DE LAS FERIAS POR EL COVID-19
En un primer momento, el Gobierno nacional acordó con las autoridades departamentales (provinciales) reducir el horario de funcionamiento de las ferias vecinales, así como limitarlas solo a la venta de alimentos.
Sin embargo, en ferias multitudinarias como la de Tristán Narvaja no se cumplieron estas medidas, y, además, el corto horario de compra no solo no acabó con el exceso de gente, sino que lo aumentó.
Por ello, el Ejecutivo decidió volver a extender el horario, así como colocar «un patrullero en cada feria» para evitar aglomeraciones, según explicó el presidente de Uruguay, Luis Lacalle Pou, e incluir productos de higiene personal y del hogar.
Actualmente, con 309 casos confirmados hasta el domingo en Uruguay, las ferias se han transformado, y las mascarillas y los guantes son el nuevo uniforme de los tenderos, que deben asegurar un espacio de metro y medio entre los clientes y ofrecerles alcohol en gel para desinfectarse.
Aun así, los feriantes uruguayos esperan que los vecinos sigan haciendo la compra, sea de manera presencial o virtual, y que la pandemia no afecte a sus negocios.(EFE)
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