Por Dr. Jorge Mota
El antídoto más eficiente…contra las decisiones atropelladas, las taquicardias de la ansiedad, el malhumor de la frustración…la insoportable tensión del miedo, es la calma. La pausa que permite pensar, sentir y luego accionar.
La tranquilidad que no se adquiere en las góndolas, pero se puede construir en base a algunos ingredientes que todos y todas llevamos dentro: la razón guiada por información confiable, la recuperación de los valores en los que creemos, la sensatez rescatada desde el alboroto de datos inconexos. Para lograr un espacio de calma necesitamos apagar los celulares unas cuantas horas del día, alejarnos de pantallas y comentarios sin fundamento. Silenciar este ruido insoportable.
Necesitamos atender un rato, pero sólo un rato, a fuentes fundadas de datos y compartirlos con quien confiemos…finalmente, precisamos cambiar de tema. Eso no es ignorar el estado de excepción en que vivimos.
Cambiar de tema es volver a pensar y sentir en lo demás que rodea nuestro mundo particular o el más ancho y abarcativo de las demás personas. Además del coronavirus hay vida latiendo a nuestro lado.
Precisamos calma para transmitirla y recibirla como espejo de quienes nos rodean, de quienes más queremos.
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