La elefanta Mara llegó este miércoles al Santuario de Elefantes de Brasil, situado en el estado del Mato Grosso, después de cinco días de viaje desde Buenos Aires y donde podrá finalmente descansar tras medio siglo entre circos y zoológicos.
Tras una compleja operación y más de 2.750 kilómetros recorridos desde un zoológico de la capital argentina, Mara, de aproximadamente 54 años, encontró este miércoles la libertad en el Santuario de Elefante de la Chapada de Guimaraes (centro-oeste), después de una vida en cautiverio, ya fuera en circos o zoológicos.
Bajo un riguroso protocolo sanitario para la protección tanto de la elefanta como de los técnicos que la acompañaron, Brasil y Argentina flexibilizaron las medidas impuestas para el control del avance del coronavirus y reabrieron excepcionalmente sus fronteras esta semana para permitir el paso de Mara.
El animal fue acompañado en su jornada por el equipo del zoo porteño que la cuidó en los últimos 25 años y, también, por algunos funcionarios de su nuevo hogar en Brasil.
Mara viajó en una caja prestada por el Santuario, que pesa 5.750 kilos y tiene 5 metros de largo, 2 de ancho y más de 3 metros de altura. A través de un sistema de ventanas, la elefanta fue monitoreada de forma permanente y recibió alimentos.
La compleja operación también involucró una gran grúa y dos camiones, además de un estricto protocolo de prevención al contagio por coronavirus, mediante el que se minimizó el riesgo de infección a los profesionales que acompañan al animal.
La elefanta viajó despierta y, en su traslado, recibió diversos mimos e interactuó con sus cuidadores, al tiempo que realizó diversas pausas para descansar y alimentarse.
Además de las habituales frutas y verduras que suele comer, Mara disfrutó por primera vez tres variedades típicamente brasileñas que le «encantaron», según sus cuidadores.
De acuerdo al Santuario de Elefantes, los registros existentes indican que Mara nació en la década de 1960 en India y fue enseguida trasladada a un zoológico de Alemania, desde donde fue vendida a un circo de Uruguay y, posteriormente, al argentino Circo Sudamericano.
En 1995, la elefanta, que sufrió malos tratos durante gran parte de su vida, fue enviada a un zoológico de Buenos Aires, después de que un decreto prohibió la exploración de animales en circos.
Mara «nos demostró, en el interior de esta caja, que todo lo que nos pide la vida es coraje!», señaló el Santuario en su página de Facebook, que registró los principales momentos del viaje del animal.
En su nuevo hogar, que tiene unos 1.100 hectáreas y prepara su estructura para recibir más elefantes, Mara tendrá una alimentación controlada y compartirá su nueva casa con al menos otros dos elefantes, Maia y Rana.
El Santuario gestiona también el traslado desde Argentina de otras dos hembras, que actualmente también viven en el zoológico de Buenos Aires, hoy convertido en el Ecoparque de Palermo, y serían las primeras de la raza africana en la nueva casa de los paquidermos.
En diciembre pasado, Ramba, otra elefanta asiática que había llegado dos meses antes al Santuario tras haber sufrido cuatro décadas de maltratos en circos en Chile, murió como consecuencia de problemas renales diagnosticados en territorio chileno antes de su traslado. (EFE)