Por Federico Anfitti
Cada 20 de mayo es una fecha especial en Uruguay. Cientos de miles de personas invaden las calles para marchar, en silencio, por los casi 200 detenidos desaparecidos en la dictadura cívico-militar (1973-1985). Sin embargo, el COVID-19 cambió los planes de la vigésimo quinta edición de esta convocatoria.
Este miércoles, la petición de verdad y justicia y las ganas de saber qué pasó con aquellos a quienes parece se tragó la tierra, se escaparon de las calles. El silencio ensordecedor que pide respuestas por la avenida principal de Montevideo, Dieciocho de Julio, se trasladó a la intimidad de las casas.
«Son memoria, son presente. ¿Dónde están?», fue la frase que guio la convocatoria y que los uruguayos replicaron por cada rincón del país. El recuerdo a los desaparecidos fue masivo como nunca antes. Pancartas, pasacalles, banderas, pintadas y la emoción colectiva en las redes sociales llenaron esta simbólica fecha uruguaya.
En las calles, vacías pese a la templada tarde otoñal, un camión hizo el recorrido tradicional de la marcha con una pantalla gigante incorporada que mostró los rostros de los desaparecidos, quizá enterrados en algún rincón del país, pero presentes en la memoria colectiva.
Los carteles con los rostros en blanco y negro de los ausentes, las margaritas con un pétalo ausente -símbolo del colectivo de Madres y Familiares de Detenidos Desaparecidos- y el himno nacional uruguayo entonado con particular fuerza en la estrofa que subraya «tiranos temblad» estuvieron igualmente presentes en la Plaza Cagancha -conocida por Plaza Libertad-, fin de la marcha.
«Fue la más silenciosa y la más numerosa», reflexionó a Efe Ignacio Errandonea, uno de los integrantes del colectivo.
La soledad y la falta de contacto por causa de la pandemia no impidió que estas cerca de 200 almas fueran abrazadas desde cada casa, por medio de cada teléfono celular o gracias a la letra de cada poesía o canción que los recuerda.
Para que nadie quedara al margen, mediante radio y televisión se nombró a cada uno de los ausentes y así cada uruguayo, desde su casa, balcón, azotea gritó con fuerza «presente» como forma de marcar que los desaparecidos siguen en vivos.
«Nunca más dictadura ni terrorismo de estado», proclamaron este miércoles Madres y Familiares de Detenidos Desaparecidos en un mensaje difundido por medios de comunicación y redes.
La distancia física que demanda el coronavirus, subrayaron en el mensaje, no es igual a «distancia emocional», y el recuerdo por los desaparecidos se hizo presente en un acto que, otro año más, hermanó «en un mismo propósito» a gente «con diferentes creencias, generaciones y banderas».
Pese a la virtualidad de la marcha, algunos uruguayos desafiaron a la pandemia y dijeron «presente» en la avenida, como una cooperativa de vivienda que, con velas y mensajes, recordaron a sus desaparecidos frente a la sede del Comando General del Ejército.
Las lágrimas y la emoción también se palpaban en los rostros de señoras mayores que se apostaron frente a la que podría ser la cara de un familiar desaparecido.
Otros decidieron dejar su pensar por escrito. «Aunque pasa el tiempo no te olvidamos y te seguiremos buscando», se leía en la plaza Cagancha.
Esta vez no hubo cientos de miles de pasos caminando por el frío asfalto capitalino pero sí unas blancas huellas que simbolizaban su presencia, y el abrazo virtual mantuvo viva la esperanza de encontrar respuestas y el reclamo vigente a quienes integraron las Fuerzas Armadas de que digan dónde están y qué pasó.
Por un rato, Uruguay olvidó la pandemia, dejó de lado la crisis por la falta de empleo o el avance de la enfermedad en el país y eligió recordar, mantener viva la protesta y la confianza de que, algún día, cada familia podrá tener un cuerpo para velar.
La primera marcha, en 1996, marcó un antes y un después en la búsqueda de desaparecidos en Uruguay. En aquel entonces unas 50.000 personas -según se detalla en la prensa de la época- invadieron las calles de Montevideo y con el tiempo se transformó en una convocatoria emblemática para la sociedad.
LA BÚSQUEDA DE DESAPARECIDOS, UNA CAUSA POPULAR
Desde hace décadas los uruguayos buscan a los detenidos que fueron desaparecidos -se presume que también torturados y asesinados- en el marco del Plan Cóndor, una estrategia de las fuerzas de seguridad de los gobiernos dictatoriales de la región en la década de los 70 y 80 del pasado siglo.
Aunque la democracia retornó en 1985 al país suramericano, solo cinco cuerpos se han hallado en los batallones del Ejército u otras dependencias militares.
El último en encontrarse fue en 2019. Fue el del dirigente del Partido Comunista de Uruguay Eduardo Bleier, detenido en 1975 cuando tenía 47 años.
La causa se tomó como bandera de los artistas y escritores más reconocidos del país. Las murgas, cuya tradición proviene de España y consiste en un canto de crítica política y social, llevan años cantando contra el olvido y reclamando respuestas.
«Vamos a reclamar por los que ya no están y no existen noticias. Seguiremos cantando pidiendo al Estado verdad y justicia», enfatizó la murga Doña Bastarda en su espectáculo del Carnaval 2020.
Otros, como el prestigioso escritor y periodista Mario Benedetti o el cantante popular Daniel Viglietti, dedicaron parte de sus obras a esta causa.
Uno de los eventos más recordados de estos dos símbolos de la cultura uruguaya fue durante un espectáculo conjunto en el que la poesía de Benedetti en su texto «Desaparecidos» se mezcló con la guitarra y la voz de Viglietti entonando «Otra voz canta».
«Dicen que no están muertos, escúchalos, escucha, mientras se alza la voz que los recuerda y canta escucha, escucha, otra voz canta», cantaba el artista uruguayo a viva voz mientras el escritor recitaba parte de su texto.
«Están en algún sitio / nube o tumba / están en algún sitio estoy seguro / allá en el sur del alma / es posible que hayan extraviado la brújula y hoy vaguen preguntando / preguntando dónde carajo queda el buen amor porque vienen del odio», son los versos que concluyen este poema escrito con la pluma y la memoria de Benedetti.
Este 25º aniversario cambió los planes de todos. El grito de presente terminó extendiéndose mucho más allá del centro de Montevideo y los carteles que sostienen la foto de los ausentes invadieron las redes este miércoles, se plasmaron en las paredes, se hicieron eco en las casas y, quizá, llegaron a conmover a quienes saben dónde están.
(EFE)