Por Santiago Aparicio
El asentamiento de la Bundesliga una vez atravesadas dos jornadas completas después del largo encierro obligado por la COVID 19 reveló una tendencia hasta ahora inusual, la escasa influencia de la condición de local y el notable beneficio obtenido por los equipos visitantes.
El furor de la tribuna ha desaparecido en Alemania, una advertencia para lo que puede suceder más adelante con el resto de competiciones que paulatinamente se van a poner en marcha en las próximas semanas en el Viejo Continente.
La pasión y el colorido del Signal Iduna Park de Dortmund, antiguo Westfalenstadion, la presión sobre el rival que genera el Allianz Arena de Múnich o la solemnidad del Estadio Olímpico Berlín forman parte ahora de la normalidad olvidada despojada por el virus.
La COVID 19 ha desnudado los recintos, ahora reducidos a meros instrumentos para atender el juego. Tapetes sin alma por donde rueda el balón. El fútbol que ha venido es un espectáculo sin espectador. Los silencios revelan esta nueva realidad donde no hay lugar para el entusiasmo.
El vacío de la grada proporciona un equilibrio de fuerzas que antes definía la afición. Es tan atípica aún la situación con la que entran en escena los futbolistas que el mejor rendimiento en el campo es para aquellos que mejor asimilan la situación, para los que han sabido adaptarse antes a estos tiempos.
En los dieciocho partidos de las dos jornadas hasta ahora completadas solo en tres el triunfo fue para el equipo local. Dos de ellos parecían evidentes. El Borussia Dortmund que goleó al Schalke (4-0) en la única victoria en casa de la primera fecha tras el parón. El Bayern Múnich, que dejó en evidencia al Eintracht Fráncfort (5-2) en el Allianz Arena, y el Hertha, que sonrojó al Unión en el derbi berlinés (4-0).
Cinco encuentros terminaron en empate y nada menos que diez, más de la mitad, acabaron con los tres puntos en el bolsillo de los visitantes.
La rentabilidad a domicilio ha sido un imprevisto que hay que asimilar y que contemplan el resto de ligas. El nuevo fútbol asumió la soledad del estadio, la frialdad de los goles, el silencio en el campo y la imposición sanitaria. Pero no cayó en su consecuencia. En la naturalidad del equilibrio. En once contra once sin más.
Aún así los clubes hurgan en fórmulas nuevas para disimular la tristeza en el interior de sus estadios y recuperar parte de su liturgia. Mientras se trabaja con experimentos virtuales, al menos para el telespectador, o en el desarrollo de la megafonía ambiental, los creativos barruntan soluciones para salir del paso hasta que llegue la normalidad tradicional.
Así, el sábado, el Borussia Park de Monchengladbach cubrió de cartón parte de sus gradas en la visita del Bayer Leverkusen. No fue nueva la idea pero sí la mejoró. Vistió con 12.000 rostros de cartulina la tribuna. No es lo mismo pero por momentos dio la sensación de dar el pego. Al menos camufló el vacío y palió la desolación que ya de por sí exterioriza sin remedio el manifiesto silencio.
No sirvió de mucho la buena pinta en los asientos del recinto al conjunto de Marco Rose que fue superado por el Bayer Leverkusen (1-3) y que se quedó fuera de la zona de Liga de Campeones. Los bustos no dieron aliento.
El fútbol español se prepara para la entrada en escena. Regresará a partir del próximo 8 de junio tal y como anunció el presidente del Gobierno Pedro Sánchez el pasado sábado al mediodía y que proporcionó el alivio oficial esperado a un país ya inquieto, refugiado del coronavirus y distanciado de la vida durante los últimos dos meses.
Son los bares y el fútbol los pilares que dan ánimo al ciudadano todavía sometido al rigor de los cuadrantes y cuyos movimientos dependen aún de los horarios impuestos por la situación. El paso completo a la fase 1 ha entreabierto la restauración. Ahora LaLiga también tiene fecha de apertura.
EFE
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