Por Federico Anfitti
Uruguay tiene controlado el avance del COVID-19. Aunque las autoridades se niegan a hablar de éxito, los números reflejan una situación muy distinta a la que viven sus vecinos, Argentina y Brasil, e incluso también al resto de la región.
Con 803 casos positivos (131 activos) y 22 fallecidos, Uruguay ha logrado «aplanar la curva» desde que el 13 de marzo se decretó la emergencia sanitaria al conocerse los primeros contagios.
Sin cuarentena obligatoria para la población, una aplicación para consultar sobre los síntomas, cierre de fronteras, suspensión de clases, incorporación de monitores y respiradores para CTI (atención intensiva), investigación para la creación de kits de diagnóstico propio o capacitación permanente fueron algunas de las herramientas.
El ministro de Salud Pública, Daniel Salinas, que se encontró con esta crisis nada más asumir el cargo, a inicios de marzo, recibió a Efe en su despacho para hablar de «la isla» en el continente, como a él le gusta denominar al caso uruguayo, y de la amenaza que supone la frontera seca con Brasil, donde las ciudades tienen vida binacional y hay frecuente paso de ciudadanos entre ambos lados.
Pregunta (P): ¿Cómo están gestionando la pandemia?
Respuesta (R): Es un virus nuevo del que se desconocían muchos datos, es decir, tuvimos que ir aprendiendo sobre la marcha (…) Creo que lo importante es estar atento y detectar los cambios y las oportunidades para actuar en forma eficiente y eso se llama innovación en el área sanitaria y de despliegue de medidas en forma oportuna, eficaz, rápida, con un costo relativamente bajo para lo que ha sido esto. Los costos han estado más en lo económico y de parate (interrupción) laboral, pero nosotros hemos hecho todo lo que correspondía.
P: ¿Uruguay se basó en algún país o tomó algún modelo como ejemplo para hacer el suyo?
R: No. Nosotros fuimos estudiando las distintas medidas, las recomendaciones de la OMS, muchas veces estábamos por delante de esas recomendaciones. La más genérica era el testado rápido y tenerlo masivo en grandes cantidades, el seguimiento y aislamiento clínico. Es eso. Nada más que seguimos nuestro camino porque estábamos muy limitados, porque había momentos en los que no había respiradores, test, protocolos; entonces lo que hicimos fue generar un gran movimiento a nivel nacional para movilizar esas fuerzas activas, esas capacidades intelectuales que tiene el país para desplegar en momentos de emergencia.
URUGUAY Y SUS VECINOS
P: Hay otros países que han tomado medidas similares a las uruguayas pero la enfermedad se sigue expandiendo. ¿Qué distingue a Uruguay del resto?
R: Depende del título que se le ponga. En Argentina hicieron cuarentena pero había una lista de excepciones muy grande y después depende de cuándo aplicaron esas medidas. Paraguay fue muy estricto con las medidas y tampoco le ha ido mal. Otros países desconozco, pero de pronto es cuándo iniciaron las medidas. Nosotros las pusimos el primer día, eso es un diferencial.
Creo que el tema no es qué medida se toma sino cuándo y quizás ahí radique parte de ese éxito parcial, que no es un éxito, es la foto del momento que dice que tenemos 131 casos (activos).
P: ¿Corre mucho riesgo Uruguay al ser vecino de un país como Brasil, donde la situación parece se le está yendo de las manos?
R: No podemos decir que no corremos riesgo. No podemos afirmar lo contrario. El riesgo está, pero también está en nosotros en tener las conductas sociales, psicológicas, para enfrentar esto.
P: ¿Con este acuerdo binacional que se va a poner en marcha Uruguay pasa a ser más contralor de Brasil?
R: Nosotros vamos a ayudar a la población brasileña, eso es segurísimo. Tenemos todos los medios y la disposición para ayudar a la población de las ciudades binacionales. No pretendemos ningún tipo de injerencia en las políticas internas de Brasil, que es una nación amiga, fronteriza y con una larga tradición de fraternidad.
Lo que pretendemos es que nuestra población esté segura y proporcionarle estos beneficios a los ciudadanos brasileños que residen exclusivamente en ciudades binacionales.
P: ¿Las autoridades de la salud brasileña le pidieron algún tipo de consejo viendo los resultados de un país y otro?
R: No nos han pedido nada oficialmente en ese sentido pero sí hay alguna solicitud de reunión. No nos han solicitado en sí mismo una cooperación.
P: ¿Qué podría aportar Uruguay a Brasil?
R: El ‘know how’ del manejo de la crisis, el diagnóstico por PCR en tiempo real, más el manejo epidemiológico del hilado de los contactos como lo venimos haciendo. Es la forma de asegurar el éxito.
SIN CUARENTENA OBLIGATORIA
P: ¿Le costó tomar la decisión de una cuarentena voluntaria?
R: Fue motivo de un Consejo de Ministros en el que participamos, tuvimos nuestra posición y el presidente (Luis Lacalle Pou) laudó finalmente y fue muy sabia la posición de decir ‘no podemos poner algo que no puedo controlar’. Nos alineamos todos en eso y tratamos de hacer las cosas lo mejor posible por el lado de la persuasión.
Uruguay tiene condiciones preexistentes favorables para la condición sanitaria del país, tiene un buen nivel de formación educativa, tenía fibra óptica, celulares de última generación que permitieron la telemedicina; entonces no hubo suspensión de las consultas. Esas condiciones preexistentes ayudaron a mitigar el impacto de la crisis.
P: ¿Cómo se preparó usted antes de asumir para afrontar la posible crisis sanitaria?
R: Desde el 12 de diciembre me preocupé por generar un equipo de gente que es lo que permitió esa respuesta. Fue una lenta selección de personas que tuviera capacidad de idoneidad, no por políticas. Si no tenían maestrías y doctorados no me servían. En febrero nos reunimos con el Instituto Pasteur y la Facultad de Ciencias, tomamos apuntes de lo que ocurría y nos dimos cuenta que podía ser un problema potencial y alentamos al Pasteur a que hiciera determinadas inversiones. Acá el COVID-19 era un tema del que no se hablaba, acá lo que importaba era el dengue y el sarampión, que no dejan de ser importantes.
(EFE)
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