Sólo una distribución muy regresiva de los costos de la pandemia pondrían en riesgo las mejoras de bienestar alcanzadas en el último ciclo de crecimiento.
Por Gonzalo Zunino (*) y Cecilia Alonso (**)
Entre 2003 y 2019 Uruguay acumuló 17 años consecutivos de crecimiento económico. Este proceso se reflejó en un fuerte incremento del ingreso medio de los hogares y una marcada disminución de la pobreza[1]. En 2020, sin embargo, la llegada del COVID-19 y las medidas de distanciamiento social para combatirlo conducirán, inevitablemente, a la interrupción del ciclo de crecimiento, lo que amenaza con impactar de forma negativa y poner en riesgo los avances económicos y sociales que se habían registrado en los años previos.
El impacto económico en hogares y empresas a raíz del escenario generado por la pandemia se estima importante. A modo de ejemplo, un trabajo reciente del Instituto de Economía de la Facultad de Ciencias Económicas y de Administración de la UdelaR calcula que unas 100 mil personas podrían haber caído en situación de pobreza durante el mes de abril[2]. Este rápido deterioro del contexto socioeconómico ha derivado en varios cuestionamientos recientes, que apuntan a relativizar las mejoras de bienestar alcanzadas en la etapa de crecimiento[3].
Los cuestionamientos han estado centrados, principalmente, en dos argumentos. En primer lugar, se ha afirmado, o sugerido en más de una ocasión, que diversos indicadores como la incidencia de la pobreza, ingresos de los hogares o la tasa de informalidad habrían sido peores de lo que las cifras disponibles reflejan. Un segundo tipo de cuestionamientos, sin atacar a las estadísticas oficiales, se ha centrado en la debilidad de algunos indicadores. A modo de ejemplo, se ha destacado el número importante de personas cuyo ingreso no superaba de forma significativa la línea de pobreza y que, por lo tanto, estaban en una situación vulnerable ante cualquier shock negativo que enfrentara la economía uruguaya. En este sentido, cabe preguntarse, ¿la situación socioeconómica del Uruguay al momento de la llegada del COVID-19 era peor de lo que las cifras reflejaban? y ¿era previsible que ante el más mínimo shock negativo que enfrentara la economía, se perdiera gran parte de las mejoras de bienestar acumuladas en los últimos años?
Sobre la primera pregunta no hay mucho que decir. Las estadísticas oficiales cuentan con una elevada reputación en Uruguay y existe muy amplia información disponible que permite construir un panorama objetivo de la realidad económica y social del país. Si alguien imaginaba una situación diferente a la existente, es porque no se tomó el tiempo de analizar los datos o simplemente, porque no fue capaz de comprenderlos.
La segunda pregunta resulta más interesante. Por razones de tiempo, en esta oportunidad, se pondrá la atención, exclusivamente, en los indicadores de pobreza, aunque podrían realizarse análisis similares sobre otros indicadores. Efectivamente, en el campo teórico, podría darse el caso de una significativa reducción de la pobreza monetaria como consecuencia de un pequeño aumento de ingresos, siempre que este incremento permita a los hogares superar mínimamente la línea de pobreza. Estos hogares, aunque formalmente dejarían de ser pobres, no habrían cambiado de forma significativa su nivel de bienestar. Por otra parte, una caída marginal de los ingresos, volvería a situarlos por debajo del umbral de pobreza.
Los gráficos 1 y 2 se focalizan en la distribución de ingresos de las personas pertenecientes a los 4 primeros deciles de la escala de ingresos de la población, esto es, el 40% de personas de menores ingresos, mostrando su evolución entre los años 2006 y 2019 en términos reales. Ambos gráficos permiten apreciar que en el último ciclo de crecimiento se registró un marcado incremento del poder de compra de estas personas. Mientras que en 2006 un 32.5% del total de personas, contaba con ingresos inferiores al umbral de pobreza, esto es una amplia mayoría de las personas situadas en los primeros cuatro deciles, en 2019 solo un 8.8% de personas se clasifica como pobre (no alcanza a la totalidad del primer decil) [4]. Puede apreciarse, asimismo, que gran parte de las estas personas, no solo pasaron a situarse por encima de la línea de pobreza, sino que en 2019 superan ampliamente dicho umbral de ingresos[5].
Parece claro, por ende, que no es cualquier deterioro del nivel de actividad en Uruguay el que podría provocar un sustancial incremento de la pobreza. La tabla 1 muestra la cantidad de hogares que se estima caerían bajo la línea de pobreza, ante diferentes supuestos de caída de ingresos per cápita del hogar, lo que permite tener una idea de la cantidad de hogares que previo a la pandemia superaban de forma marginal la línea de pobreza.
Es importante señalar que una caída del orden del 4% es lo que proyectamos en CINVE caerá el PIB en 2019, por lo que podría considerarse una primera aproximación a la caída de ingresos en un caso muy poco probable de que la distribución de las pérdidas generadas por la pandemia se distribuyan equitativamente. En la medida en que se considere, como parece razonable conjeturar, que los hogares de más bajos recursos serán golpeados en mayor medida por la crisis económica (ya que presentan menor capacidad de trabajo a distancia y mayor nivel de informalidad laboral, lo que los expone a una mayor pérdida de ingresos en caso de despido), las estimaciones de mayor deterioro de los ingresos de estos sectores pueden aproximar escenarios más realistas.
Gráfico 1. Densidad de los ingresos individuales totales.
(Deciles 1 a 4, en pesos constantes de 2010)
Gráfico 2. Gráficos de Caja de los ingresos individuales totales.
(Deciles 1 a 4, en pesos constantes de 2010)
Fuente: Encuesta Continua de Hogares, INE.
Nota: En el gráfico 2, las Cajas representan el 50% central de los hogares considerados, esto es, los deciles 2 y 3.
Tabla 1. Personas y Hogares en el entorno del umbral de Pobreza en 2019
La tabla 1 no pretende ser una estimación del incremento esperado de la pobreza en esta situación de pandemia, sino que simplemente muestra la cantidad de hogares y personas cuyos ingresos se encuentran relativamente cercanos al umbral de pobreza. Podemos apreciar que son casi 30 mil hogares y algo más de 100 mil personas quienes presentan ingresos que superan la línea de pobreza (LP) en menos del 10%.Fuente: ECH 2019
Estos datos muestran qué, más allá de intentos de relativizarlo, el último ciclo de crecimiento económico derivó en una mejora sustancial del bienestar económico de los hogares. Por otra parte, si bien el shock que se enfrenta actualmente es de una magnitud muy significativa, es destacable que solo una distribución demasiado asimétrica de las pérdidas podría generar que una parte significativa de las mejoras alcanzadas en el último ciclo de crecimiento desaparezcan. En efecto, en un escenario de caída del 10% en el ingreso, la incidencia de la pobreza alcanzaría a menos de la mitad de hogares que alcanzaba en 2006. Las mejoras de bienestar del último ciclo de crecimiento son reales y solo se pondrían en riesgo por una muy regresiva distribución de los costos de la pandemia.
Finalmente, es importante tener en cuenta que, en la medida en que los beneficios sanitarios del distanciamiento social han sido generales (todos nos hemos beneficiado de la forma exitosa en que se controló la propagación del virus), sería particularmente injusta una distribución marcadamente asimétrica de las pérdidas económicas. En este sentido, la política pública tiene el desafío de evitar que los impactos del COVID-19 eleven los niveles de pobreza muy por encima de lo que sería compatible con un reparto equitativo de la contracción de ingresos a nivel de toda la economía.
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[1] Un leve deterioro de ambos indicadores se registró en los últimos años donde el crecimiento económico ha sido muy reducido.
[2] M. Brum y De Rosa M. (2020) “Estimación del efecto de corto plazo de la covid-19 en la pobreza en Uruguay”. http://fcea.edu.uy/images/dto_economia/Blog/Estimaci%C3%B3n_del_efecto_de_corto_plazo_de_la_covid-19_en_la_pobreza_en_Uruguay.pdf
[3] Ver por ejemplo las declaraciones del director de OPP Isaac Alfie (https://www.elpais.com.uy/informacion/politica/alfie-dijo-asistio-personas-pandemia-habia-precariedad-grande.html) o el Presidente de la república Luis Lacalle Pou (https://www.elobservador.com.uy/nota/los-numeros-peores-de-lo-que-esperaban-segun-lacalle-pou–2020335050) o la columna del ex ministro Ignacio de Posadas (https://www.elpais.com.uy/opinion/columnistas/ignacio-de-posadas/-2.html).
[4] Cabe señalar que mediciones de pobreza multidimensional también señalan una caída muy significativa de la incidencia de la pobreza en el período. Ver el informe: “Pobreza multidimensional: ejercicio de medición para Uruguay”. https://www.presidencia.gub.uy/comunicacion/comunicacionnoticias/informe-mides-pobreza-multidimensional
[5] La línea de Pobreza monetaria (LP) varía en el tiempo debido a que los precios de la canasta que la compone, no evoluciona necesariamente de forma coincidente con el total de la canasta de consumo (IPC). Para simplificar el gráfico, en todos los casos se consideró un promedio de las LP de cada año, la cual varía según el área geográfica (Montevideo, interior Urbano y Rural).
(a) Agradecemos los valiosos comentarios de Gonzalo Salas, Fedora Carbajal, Sebastián Fleitas y Bibiana Lanzilotta. Todos los errores y omisiones son de nuestra exclusiva responsabilidad
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(*) Investigador de Cinve. Doctor en Economía por la Universidad Autónoma de Madrid (correo: [email protected]).
(**) Investigador de Cinve. Licenciada en Economía por la Facultad de Ciencias Económicas y de Administración, UDELAR (correo: [email protected]).
(***) Entrada escrita para el Blog SUMA de CINVE www.suma.org.uy.
(****) Autorizada su publicación en Carmelo Portal por el CINVE
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