Juliana Castro tiene el arco entre ceja y ceja. Es la goleadora histórica de Nacional y máxima anotadora de los campeonatos uruguayos, pero a pesar de eso asegura que el fútbol es un ‘hobby’ que va detrás de la que es su prioridad: el estudio.
Amante del deporte desde niña, la futbolista de 28 años, que admira a la futbolista brasileña Marta, se dio el gusto de llevar dos carreras en paralelo: una dentro del campo de juego y la otra en la universidad, donde se licenció en Educación Física.
La hermana de Gonzalo ‘Chory’ Castro, el exjugador de los equipos españoles Mallorca, Real Sociedad y Málaga, recibe a Efe durante una de sus sesiones de entrenamiento individual en época del COVID-19 y repasa, durante la entrevista, los reveses que debió atravesar cuando comenzó a jugar, la situación del fútbol uruguayo o su paso por Estados Unidos.
Inicios difíciles
Proveniente de una familia futbolera, Castro mostró dotes desde pequeña para jugar a la pelota. El problema es que, según cuenta, eso incomodó a un entrenador rival.
«Se ve que no le gustaba que le hiciera goles o le molestaba que jugara mejor que sus niños», se sincera la joven.
Por ello, el director técnico acudió a un reglamento en el que no estaba escrito que el fútbol pudiera ser mixto. Esto la forzó a alejarse de los campos de juego por un año, tiempo en el que se modificó el texto.
Durante esos 12 meses Juliana siguió entrenándose sin jugar ningún partido, lo que hoy le hace reflexionar sobre lo mucho que amaba este deporte.
Años después, la futbolista comenzó una carrera que la llevó por varios equipos, uno de ellos el de la universidad estadounidense Missouri Valley College, del que destaca «el nivel» y «la infraestructura» que llevaron a ese país a ser hoy de los mejores del mundo en fútbol femenino.
El fútbol uruguayo
Lejos de eso, Castro explica que el fútbol uruguayo es «muy lento» y tiene «muy poca competencia»; por ello asegura que los equipos locales no lo tienen fácil cuando juegan copas internacionales.
«Si el fútbol uruguayo quiere aspirar a un nivel competitivo más alto va a tener que cambiar su modelo de campeonato», apunta.
De acuerdo con esto, señala que son muy pocas las instituciones que entrenan en lugares «acordes a las necesidades básicas que una jugadora tiene que tener», aunque sabe que en su país la infraestructura de la mayoría de equipos masculinos tampoco es la mejor.
Más allá de esto, Castro destaca el trabajo que hace Nacional, equipo que este año firmó los tres primeros contratos profesionales remunerados de la historia del balompié femenino en el país.
«Es un paso que conmovió y movió a muchas personas a ver la realidad del fútbol femenino», apostilla y agrega que en Uruguay «hay que trabajar mucho por el bien de las niñas que vienen a futuro».
Entrenando en casa
El final de los entrenamientos colectivos marcados por la emergencia sanitaria que vive Uruguay desde el 13 de marzo, cuando se detectaron los primeros cuatro casos de COVID-19, marcó el comienzo de los trabajos individuales, algo que para Juliana es «complicado».
«Por suerte tenemos (la plataforma de videollamadas colectivas) Zoom, que nos ayudó a estar en contacto con todas las compañeras y el cuerpo técnico. Se hace brava porque la realidad de cada jugadora es diferente, las condiciones que cada uno tiene no son las mismas», dice.
Personalmente, Castro se siente una «afortunada», ya que ella puede entrenarse en una clínica que forma parte de un emprendimiento familiar y de amigos, en el que participan algunos profesionales médicos del deporte y donde no le falta nada para seguir con su rutina.
En ese lugar, la joven trabaja ayudando en la puesta a punto física de las personas y en la readaptación de quienes llegan con diferentes lesiones, algo que también hace en el Batallón de Infantería Paracaidista Nº 14.
El trabajo y la Selección
Sus labores, a las que tiene claro que no va a renunciar, la alejaron por los horarios de la selección uruguaya.
Según cuenta, las prácticas se hacen generalmente por la tarde, algo que en su opinión puede complicar a varias futbolistas que además deben trabajar para subsistir.
Pese a no poder vestir la celeste, la jugadora no se frustra y por el contrario continúa disfrutando de una carrera a puro gol.
«Hoy la verdad que estoy muy feliz de lo que logré y de lo que voy a seguir logrando como jugadora», expresó después de insinuar que cuando se retire puede convertirse en entrenadora, algo para lo que ya tiene el título.