Por Federico Anfitti
El presidente de Uruguay, Luis Lacalle Pou, cumplió los primeros 100 días de su mandato (2020-2025) en medio de una pandemia global sin precedentes que, a diferencia de sus vecinos, logró controlar hasta el punto de que este pequeño país de Sudamérica es visto como un ejemplo para el resto del mundo.
Solo doce días después de asumir el cargo, el 1 de marzo, el mandatario del Partido Nacional (PN, centroderecha) se topó con la crisis del COVID-19, que parece tener controlada en lo sanitario, pero que ahora puede tener consecuencias económicas.
Al tiempo, ha visto cómo el proyecto estrella de su campaña electoral y ahora de su Ejecutivo, la Ley de Urgente Consideración (LUC), fue aprobada por el Senado antes del paso a la Cámara de Diputados.
UNA ESTRATEGIA APLAUDIDA
Para sorpresa de muchos -incluso de sus propios consejeros-, Lacalle Pou decidió no decretar la cuarentena obligatoria cuando llegó el coronavirus a Uruguay sino «exhortar» a la población a quedarse en casa.
Esto, que despertó la crítica de la oposición y del Sindicato Médico del Uruguay, hoy es reconocido como una estrategia clave para los buenos números de Uruguay, además de la suspensión de eventos públicos, las clases presenciales, y el cierre de centros comerciales y fronteras.
«Fueron 100 días de esfuerzos, de actitud, de tener que lidiar con un proceso no esperado que obviamente atravesó al gobierno y a toda la sociedad», expresó este lunes a la prensa el secretario de Presidencia, Álvaro Delgado, una de las figuras clave del Ejecutivo.
Para él, además del buen comportamiento de los uruguayos para acatar las exhortaciones también fue clave «el liderazgo del presidente».
LA LUNA DE MIEL DE LOS PRIMEROS CIEN DÍAS
Los primeros cien días de Gobierno, según las encuestas, sitúan una aprobación del 62 % de la población. Sin duda, el manejo de la crisis sanitaria ha tenido una gran influencia. Los politólogos Antonio Cardarello y Adolfo Garcé lo evalúan para la Agencia EFE.
«Entre los puntos altos está haberse enfrentado ni bien asumió a una crisis que no estaba en los papeles y haber sabido adaptarse a muchas de las políticas que tenía pensado realizar», sostiene Cardarello.
Para el docente en Ciencia Política de la Universidad de la República esto también se suma a «algunos gestos de entendimiento con la oposición».
«La aprobación alta del Gobierno generalmente tiene dos componentes: uno es el que se llama ‘la luna de miel’, que en la Ciencia Política se trata bastante y cuando asume un Gobierno generalmente se suma a las expectativas de aquellos que lo votaron la de quienes no lo hicieron pero le abren una carta de crédito», señala.
Garcé, en tanto, asegura que el Ejecutivo «se ha fortalecido» durante la pandemia gracias a «su buena gestión» y el Gobierno hoy «es un poco más fuerte que hace tres meses».
Para este experto, la llegada del PN y su coalición al poder tiene «puntos en común» con el primer gobierno del FA en 2005, pues también lo hizo en medio de una crisis -en este caso económica y social-.
«El Gobierno de Vázquez en 2005 se fortaleció, los primeros años fueron muy buenos y este Gobierno va por el mismo camino», afirma.
EL DILEMA DE LO URGENTE
El Gobierno cambió algunas estrategias para enfrentarse a la pandemia. Sin embargo, algunas líneas estratégicas se mantuvieron según lo previsto y despertaron la crítica de muchos sectores.
Así, Lacalle Pou presentó a mediados de abril la LUC, un paquete de unos 500 artículos relativos a diferentes áreas, como la educación, la seguridad, la vivienda o las empresas públicas.
La particularidad de la LUC es la rapidez con la que debe tratarse, pues cada cámara cuenta con un mes para estudiarla y hacer modificaciones.
«Claramente en la Ley de Urgente Consideración hay una mirada estratégica, no circunstancial de la pandemia, estaba desde antes y era estratégica», dice a Efe el senador del FA Óscar Andrade.
Para el legislador «es muy difícil» separar los primeros meses del Gobierno de la pandemia aunque, a su entender, hay aspectos que muestran los pensamientos en materia social, económica, relaciones laborales o de seguridad.
Andrade señala que la medida del Gobierno de no negociar nuevos aumentos de salario ante el incremento de la inflación -hoy en torno al 11 %- «impacta brutalmente» en el poder de compra de los uruguayos.
«El tercer elemento va a ser el presupuesto. No puedo adivinar qué va a venir pero tengo el pronóstico de que no va a sostener lo que fueron estos 15 años de incrementos de la inversión pública social, en educación», opina.
EL DESAFÍO DE LA NUEVA NORMALIDAD
En estos meses parece que todo le ha salido bien a Lacalle Pou. Sus niveles de aprobación, los acuerdos con la oposición, el hecho de mantener unida a su coalición de gobierno -pese a algunos desencuentros con Cabildo Abierto (derecha)- y los buenos resultados de la pandemia allanaron un camino que, el 13 de marzo cuando aparecieron los primeros casos positivos, se preveía rocoso.
Ahora, la población va retomando la rutina dentro de la globalmente denominada «nueva normalidad».
«Para hacer un balance global del Gobierno tendríamos que ver cómo actúa en una situación normal», adelanta Cardarello.
El principal desafío, según los especialistas, será la situación económica que dejará esta crisis con decenas de miles de uruguayos desempleados, una inflación que aumenta y comercios que han cerrado sus puertas de manera definitiva.
Por ahora, el PN tiene buenos resultados pero, como reconocieron los líderes nacionalistas cuando este lunes colgaron en la «Sala de los Presidentes» de su sede el retrato de Lacalle Pou, primer mandatario del partido en 30 años, precisamente después de su padre, Luis Alberto Lacalle Herrera (1990-1995), aún quedan muchos minutos para terminar este partido que durará hasta 2025.
(EFE)