Por Federico Roca
Que el Estado, luego de abrir shoppings, tenga prontos y aprobados los protocolos para reabrir los cultos religiosos y le dé largas a la apertura de los espacios artísticos y culturales como teatros, salas de conciertos, exposiciones y museos habla claramente de las prioridades de este gobierno.
¿Por qué se escucha primero a las iglesias cuando los distintos colectivos artísticos han estado trabajando en sus protocolos sanitarios desde el comienzo mismo de la declaración de la cuarentena?
Muchos de esos colectivos, de hecho, han diseñado sus protocolos siguiendo las más estrictas recomendaciones ministeriales e internacionales en cuanto a seguridad sanitaria, y han sido aprobados por más de un técnico en la materia. Ayer mismo, la presidenta de la Sociedad Uruguaya de Actores (SUA), Alicia Dogliotti, decía en la radio que el protocolo elaborado por el teatro El Galpón hacía de los teatros un ámbito de seguridad casi comparable a un quirófano.
No se trata de ponerse en contra de los cultos religiosos, porque no, para nada se trata de eso, sino de la incoherencia que entraña esta toma de medidas.
La Cultura es parte estructural del desarrollo y la economía de cualquier país, no así las religiones. La Cultura es parte del famoso “motor de la economía”. La religión no. En nuestro país los cultos religiosos no pagan impuestos, en cambio el Arte y la Cultura mueven la economía dando trabajo, generando ingresos e impuestos y, en definitiva, dándole de comer a un sinnúmero de personas. Eso sin contar con el beneficio intelectual y espiritual que aportan a la sociedad toda, beneficio, en todo caso, tan importante como el que puedan proveer las iglesias, pero jamás menos. No vale menos un teatro que una iglesia, y mucho menos en un estado laico.
El colectivo artístico, en Uruguay y el mundo, está enfrentando un momento de gran incertidumbre económica y, de hecho, hay muchos artistas que viven de su trabajo que están pasando hambre, literalmente, impedidos como están de ejercer sus oficios.
La prioridad es el trabajo. Los artistas y hacedores de cultura somos trabajadores y necesitamos de nuestro trabajo para comer, pero el gobierno no nos da respuestas con la celeridad que la situación requiere, considerando que estamos hablando de desempleo y penurias económicas de una parte importante de la población. No entiendo las prioridades del gobierno: abren shoppings, abren iglesias… ¿y los teatros?
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