La madrugada del miércoles 27 de junio de 1973 era gélida.

Fotografía de Aurelio Rodríguez

Por Carlos Fariello

A la hora 2 la consumación del golpe a la institucionalidad era inminente. A las 7 de la mañana la plana mayor de las Fuerzas Armadas irrumpe en las instalaciones del Palacio Legislativo encabezada por los generales Esteban Cristi y Gregorio Álvarez, antes , a las 5:20, el presidente Bordaberry había firmado el decreto por el cual se clausuraba el parlamento.

Por la Avenida Agraciada una columna de tanques del ejército se estacionaba para luego acceder a rodear el edificio del legislativo.
Un ir y venir de vehículos militares era lo único en movimiento por las calles de una ciudad que despertaba ya conmovida.
Era el comienzo de una etapa oscura pero que no se olvida pues recuperar las libertades significó mucho esfuerzo y sangre derramada.
El terrorismo de Estado se había instalado en la región .

SOPLONES, DELATORES Y “ TIRAS”

El inicio de la dictadura cívico-militar dio lugar a que se visibilizaran algunos comportamientos en la sociedad.
El  grado de colaboración de los civiles con los militares estuvo amplificado por varios motivos.

Al inicio de la caza de brujas y arrestos, se sumaron los allanamientos y las persecuciones muchas veces alentadas o informadas por ciertos ciudadanos que no disimulaban su adhesión al régimen nuevo y delataban a vecino y amigos . En algunos casos a cambio de ciertos favores por parte de las autoridades.
Muchos de estos personajes ya han desaparecido.

Otros se hacían presentes en los allanamientos y allí observaban e identificaban a familiares y conocidos de los titulares de las fincas allanadas y pasaban sus datos transformándolos inmediatamente en sospechosos.

Ya a fines de los 70 algunos efectivos del Ejército, de la Policia  “hacían horas extras” trabajando como especie de “espías “ infiltrándose en actos culturales, en los encuentros de fútbol, incluso alguno llegó a meterse hasta en alguna reunión familiar.
De allí “sacaban información “ para los servicios de inteligencia para los cuales hasta la vida privada importaba ser controlada.
A estos se les llamaba “tiras”.
Historias de una época triste y dolorosa.

Salir de la versión móvil