Por Aitor Pereira
Mientras en todo el mundo las distintas actividades comerciales buscan protocolos para volver a funcionar tras meses paralizadas por la pandemia, los festivales musicales esperan su turno, sabedores de que su forma presencial no tiene cabida por ahora, y ahí aparecen novedosas iniciativas como la del argentino Cosquín Rock.
Entre los 8 y 9 de agosto próximos, este festival, que nació en 2001 en la ciudad de Cosquín y creció hasta convertirse en uno de los más grandes del continente, con ediciones en México, Perú, Colombia, Paraguay, Uruguay y Estados Unidos, celebrará una edición digital.
Este ambicioso proyecto reunirá a artistas de 12 países tocando en vivo, lo que permitirá a los seguidores, entre otras posibilidades, subirse al escenario con sus ídolos gracias a la realidad virtual.
Más de 60 bandas internacionales de rock, heavy metal, punk, cumbia, indie e incluso murga uruguaya formarán parte de este proyecto, que al igual que un festival tradicional contará con 4 escenarios con actividades en simultáneo y ofrecerá un balón de oxígeno a uno de los sectores más castigados durante la pandemia.
REACTIVAR LA INDUSTRIA
«Es importante que nosotros movamos la industria, es importante que contratemos a artistas, técnicos, productores que puedan salir cumpliendo protocolos. Esto va a volcar mucho dinero a la industria, con que haya 4 o 5 de estos de acá a octubre o noviembre, si es que ahí vuelve, a lo mejor con eso podemos sostener una pequeñísima parte de la industria que tan golpeada está», señaló a Efe José Palazzo, organizador del festival.
La experiencia busca ser lo más cercana posible a un festival presencial y para ello las bandas estarán tocando en vivo en un escenario real, con sedes reconocidas como el emblemático Luna Park de Buenos Aires, que para la ocasión tendrá vacías sus gradas, aunque contará con numerosos técnicos que harán posible la transmisión y también cumplirán un estricto protocolo.
«Cuando entra una banda al Luna Park y termina esa banda entra otra, los técnicos tienen que entrar por un determinado sector y los músicos por otro, para poder cumplir con los espacios, sinceramente es un laburazo», agregó el productor.
Este protocolo se cumplirá también en los estudios de televisión mexicanos, donde actuará Molotov, en el Teatro de Verano (sede del carnaval uruguayo), y en teatros y estudios de los 12 países de los que proceden bandas como los españoles Reincidentes o Izal, los colombianos Monsieur Periné y los chilenos Cami.
Algunos de los conciertos permitirán la posibilidad de realidad virtual de 360 grados, y además de las actuaciones el festival incluye «meet and greet» (encuentros) con las bandas, charlas, talleres, patio de comidas para encargos a domicilio, salas y foros para socializar, una muestra de los 20 años del festival y un homenaje especial a la agrupación mexicana Salario Mínimo, cuyo vocalista falleció por COVID-19.
UNA TECNOLOGÍA QUE VIENE PARA QUEDARSE
La plataforma digital llegará para quedarse, y la idea es que conviva con el retorno de las ediciones presenciales para albergar actividades exclusivas y permitir la asistencia a seguidores de lugares remotos.
«Es una plataforma que te suscribís por un año y vas a ver los Cosquín Rock de cada lugar en directo, desde tu casa, salvo el que está más cerca de tu casa, que podés comparar la entrada e ir presencialmente. Muchas bandas van a hacer las presentaciones en la plataforma, va convivir con los festivales», subrayó Palazzo.
El retorno de los festivales y actividades culturales presenciales es una incógnita en un mundo que avanza a marchas desiguales en la salida de la cuarentena, que en Europa comienza a dar lugar a la llamada «nueva normalidad» y en Sudamérica, epicentro de la pandemia, se mantiene estricta.
«Vamos a tratar de acercarnos lo más posible al punto de equilibrio, sobretodo tomando en cuenta que mucha gente en distintos lugares de Argentina va a estar todavía encerrada en agosto, pero el mundo ya está empezando a salir, así que esto va a ser una alternativa para juntarse con amigos, comer algo, tomar una cerveza y ver un poco de música hispanoamericana», señaló el organizador.
La pandemia también afectó a la elaboración del cartel, que ante la versión digital optó por un elenco de bandas más internacional, lo que «es raro porque el 50 % de la grilla hay muchos fans argentinos que no saben quines son», pero esta edición «le va a permitir a artistas de otros lugares del mundo tener una alta visibilidad en Argentina y otros lugares».
ESFUERZO COMPARTIDO
Los organizadores de eventos buscan la fórmula para mantener la industria a flote, un esfuerzo que es compartido con las grandes bandas, que deben adaptar su caché a la situación, y mientras algunos artistas «se adaptaron mucho a esta nueva realidad y a esto del streaming», otros aprovecharon el parón para centrarse en la composición, grabación, o tomarse un descanso.
De cara al futuro, Palazzo admite que le cuesta imaginarse un Cosquín Rock con distanciamiento social, y cree que «hay que buscar formas para que los que ingresan al predio tengan tomada la temperatura y hechos sus test de COVID», aunque lo que tiene claro es que este tiempo servirá para subrayar la importancia de la música en directo,
«Esta pandemia va a educar en muchos aspectos, se va a demostrar lo importante que es ir a un lugar donde tu artista favorito está tocando en vivo, donde escuchar el calor de la gente que está al lado», concluyó.
La respuesta que este Cosquín Rock obtenga puede marcar el sendero de otros muchos festivales, que en casos como el del multitudinario Lollapalooza optaron por posponer su celebración, mientras que otros vieron una oportunidad para expandirse, como el Bandainvitada Fest, que ya planea su tercera edición digital desde que comenzó la pandemia.
Cómo y cuándo se podrá volver a bailar y cantar junto a miles de personas en un mismo lugar nadie lo sabe, y en un tiempo en el que hay más preguntas que respuestas la industria está de acuerdo en una cosa: en la «nueva normalidad» la gente tendrá ganas de música.
(EFE)
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