El Instituto Nacional de Evaluación Educativa (INEEd) presentó el 21 de julio el Estudio de salud ocupacional docente. El documento aporta datos actualizados sobre niveles de bienestar, estrés y burnout, demandas de la profesión, estilo de vida y condiciones de empleo de los maestros y profesores del sistema educativo desde inicial hasta media superior. Los docentes del interior perciben menos demandas laborales que los de Montevideo, mayor clima de apoyo social y satisfacción con el trabajo. Pero su nivel de bienestar general es levemente menor que el de sus colegas de Montevideo y, en educación técnica, los profesores del interior sufren más síntomas de estrés.
El informe indica que el 26% de los docentes presenta un nivel de bienestar bajo y el 28% un nivel alto. En el interior, el nivel de bienestar es levemente menor que en Montevideo. A nivel general, el sector público es el que muestra la mayor proporción de docentes en el nivel bajo y, dentro de este, inicial y primaria está en peor situación. El estudio establece que los docentes con menores niveles de bienestar son los que sufren mayor prevalencia de enfermedades. Las dolencias más reportadas por los encuestados son las disfonías u otras alteraciones de la voz, los problemas de columna, musculares y gastrointestinales.
A nivel de los síntomas de estrés, las mujeres tienen un mayor puntaje de síntomas en todos los subsistemas de la educación obligatoria. En educación técnica, los docentes del interior presentan mayores síntomas de estrés que los de Montevideo. Los de mayor antigüedad presentan menos síntomas que el resto de sus colegas.
En el sector público, inicial y primaria es el subsistema con mayor presencia del síndrome de burnout (10%), que se caracteriza por padecer niveles elevados de desgaste psíquico, indolencia y pérdida de ilusión por el trabajo. También presenta un 2% de burnout crítico que, además de los síntomas del síndrome, agrega sentimientos de culpa. En el sector privado, los niveles se encuentran por debajo del 5%, con una casi inexistencia de burnout crítico. A más edad es menor la presencia del síndrome.
En el estudio se analizan las valoraciones de los docentes sobre las demandas del trabajo, los recursos con los que cuentan para afrontarlas, su bienestar y su estado de salud. Los docentes del interior perciben menos demandas que los de Montevideo, y mayor clima de apoyo social y satisfacción con el trabajo.
A nivel general, los que presentan mayor percepción de demandas, y menor percepción de recursos y de bienestar son, para todos los subsistemas, las mujeres, y mayormente quienes trabajan en inicial y primaria pública. Esto último se vincula con el hecho de que este subsistema presenta una alta feminización y las maestras tienen mayor carga de doble presencia, es decir, más cantidad de trabajo en las tareas del hogar y de cuidados a otros que dependen de ellas, lo que se suma al rol de docente. A su vez, esa situación conduce a una valoración de mayores cargas de trabajo a nivel cognitivo (concentración, precisión y atender diferentes cosas), emocional (implicación emocional y puesta en juego de la empatía y la habilidad de convencer) y cuantitativo (volumen de trabajo en relación con el tiempo que se tiene para cumplirlo), lo que propicia situaciones de salud y bienestar más desfavorables.
La existencia de doble presencia también va en detrimento de algunos de los recursos, por ejemplo, de la autonomía, el clima de apoyo social, la confianza horizontal (entre compañeros) y vertical (con los superiores), el equilibrio esfuerzo-recompensa, la autoeficacia, la resiliencia y la satisfacción con el trabajo y la vida en general. Estos recursos tienen la capacidad de contrarrestar los efectos de las demandas, por lo que una baja percepción de ellos colabora en que se sienta menos bienestar.
Edad y antigüedad son características que se asocian con la percepción de demandas, recursos y bienestar. Esto se refleja en que los docentes nuevos y los que se encuentran en una etapa prejubilatoria son los que reportan una mejor situación. El resto presenta altos niveles de demanda, bajos niveles de recursos y bienestar.
El estilo de vida también está directamente asociado al bienestar. En este aspecto, los docentes del sector privado se encuentran en mejor situación respecto a la cantidad de comidas que realizan y el tiempo que le dedican al almuerzo, el ejercicio físico, la recreación y el sueño.
De acuerdo a los datos recolectados, las condiciones de empleo de los docentes presentan las siguientes características: los que tienen hasta 14 años de función trabajan en más centros; a más antigüedad, se trabajan más horas; en el sistema público hay menor permanencia en los centros que en el privado; en los cargos de docencia indirecta y los efectivos hay más proporción de docentes con más antigüedad; entre los varones hay una proporción mayor de cargos de dirección que entre las mujeres; en primaria la mayoría trabaja en un centro y en media en dos o más; en primaria pública cuatro de cada diez maestros trabajan diez horas a la semana en tareas vinculadas a su rol fuera de su horario laboral; en media el 60% tiene hasta cinco horas puente semanales, y en educación técnica tres de cada diez docentes tienen otra actividad laboral relacionada o no a la enseñanza.
Los docentes fueron consultados sobre el estado de la infraestructura de los centros en los que trabajan. Para la mayoría, las condiciones de los locales y su mantenimiento son muy adecuadas o adecuadas. El aspecto peor evaluado es la accesibilidad de usuarios con movilidad reducida, ya que casi la mitad la cataloga de inadecuada o muy inadecuada. La estructura edilicia y la seguridad que brinda la infraestructura son mejor evaluadas en el sector privado. Solo un 2% de los docentes dice que el centro no tiene baños exclusivos. En educación media pública solo tres de cada diez profesores afirma que el comedor exclusivo para docentes es adecuado.
En lo que refiere al personal de apoyo, casi todos los docentes afirman que en su centro existe personal de limpieza y administrativos, y aproximadamente siete de cada diez que resultan suficientes. En contraste, cuatro de cada diez dicen que en su centro no existe asistente o trabajador social y tres de cada diez que no cuentan con psicólogo.
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