Por Carmen Jiménez
Cinco meses después de la llegada de la pandemia de coronavirus, Argentina afronta un aumento de la pobreza y una situación social «crítica» que se mantiene «estable» debido a la fuerte presencia del Estado, según dijo en una entrevista con Efe el ministro argentino de Desarrollo Social, Daniel Arroyo.
La pandemia de coronavirus llegó a Argentina en el peor momento para su economía y cuando apenas se cumplían los primeros 100 días de gestión del presidente Alberto Fernández, que ha decidido priorizar la salud pese a la recesión económica que arrastra el país desde hace más de dos años y en plena negociación del canje de su abultada deuda.
En una entrevista con Efe, Arroyo resaltó el «gran despliegue del Estado en términos de asistencia», pero reconoció que pese a esos esfuerzos «está aumentando la pobreza, la desocupación y la informalidad laboral».
«La situación social es crítica y estable. Antes de la pandemia, teníamos 8 millones que recibían asistencia alimentaria y pasamos a 11 millones», afirmó Arroyo, quien señaló que en estos últimos meses han tenido que acudir a comedores sociales incluso personas que tienen trabajo formal pero a las que el sueldo no les alcanza.
Para el ministro Arroyo «es evidente que la situación ha empeorado y que hay más pobreza que antes de la pandemia».
Los datos oficiales del primer semestre de 2020 se conocerán en septiembre, pero según cálculos de varios organismos la tasa general de pobreza ya llega al 40 % mientras que el año pasado afectaba al 35,5 %.
El impacto será peor en la infancia y, según Unicef, un total de 8,3 millones de niños argentinos vivirán bajo la línea de pobreza a finales de este año, un 62,9 % del total, como consecuencia del agravamiento de la crisis económica y social por el coronavirus.
La crisis también golpea a las clases medias argentinas y en este sentido Arroyo destacó algunas de las medidas como el Programa de Asistencia de Emergencia al Trabajo y la Producción (ATP), por el que el Estado paga hasta el 50 % de los salarios de trabajadores del sector privado, que ha beneficiado hasta ahora a 310.000 empresas, 99,5 % de ellas pymes, que emplean a 2,8 millones de personas.
Las medidas «no cubren a todos. Hace falta más claramente. Parte de la clase media tiene problemas importantes, pero ha habido una cobertura significativa por parte del Estado», afirmó.
Aunque el ministro argentino de Desarrollo Social consideró que «sin duda va a ser un año muy complejo», cree que la «recuperación económica va a ser importante. No va a ser espectacular, pero si va a ser importante».
En la medida que se abra la actividad económica va a empezar a mejorar un poco la situación, añadió.
El Gobierno argentino decretó el aislamiento social preventivo y obligatorio el 20 de marzo pasado, y desde esa fecha se ha pasado por varias etapas y aperturas dependiendo de la situación epidemiológica de cada provincia.
El epicentro de la pandemia de coronavirus en Argentina está concentrado en el área metropolitana de Buenos Aires, la región más poblada con cerca de 15 millones de habitantes y que genera el 40 % del PIB nacional, al tiempo que se multiplican los focos de transmisión comunitaria en diversos puntos del país.
Argentina registra 260.911 personas con coronavirus, de las cuales más de 5.000 fallecieron, según las últimas cifras del ministerio de Salud.
EJES DE POLITICA SOCIAL POSPANDEMIA
Consultado sobre si Argentina se plantea avanzar hacia la implementación de una renta básica, Arroyo dijo que hay un problema de ingresos, pero también de trabajo y de acceso a los servicios básicos.
«No es solo tema de ingresos. Es un tiempo de combinar derechos y movimiento económico», aseguró.
A raíz de la pandemia, Argentina creó el Ingreso Familiar de Emergencia (IFE), orientado a desempleados y trabajadores informales, con una ayuda mensual de 10.000 pesos ( unos 138 dólares) mensuales, un beneficio que fue concedido a 9 millones de personas una cifra mucho mayor a la que el Gobierno calculó inicialmente y que revela el grado de informalidad y bajos ingresos de gran parte de la economía argentina.
Además de ese ingreso base, ha lanzado el programa «Potenciar Trabajo», con el que se propone generar 300.000 puestos de trabajo y que ya se ha puesto en marcha en las provincias del país en las que la cuarentena se ha flexibilizado, e incluso ha dejado paso a una fase de «distanciamiento social».
Con este nuevo programa, se crearán unidades productivas para que las personas puedan poner en marcha, reactivar, consolidar o mejorar iniciativas individuales o colectivas, urbanas o rurales.
Además, se destinarán subsidios y créditos no bancarios a tasas bajas para la compra de máquinas, herramientas, insumos y bienes de capital.
El plan va «de lo pequeño, que el carpintero tenga una sierra circular, quien cosa en su casa tenga una máquina de coser hasta las empresas mas grandes».
Los cinco sectores productivos que se pretenden potenciar con este programa son construcción; producción de alimentos; textil; economía del cuidado; y la recolección y reciclado de residuos urbanos.
Además, el tercer eje será la urbanización de los barrios vulnerables en los que viven 4 millones de argentinos en situación precaria.
NUEVOS LIDERAZGOS SOCIALES EN ARGENTINA
Arroyo consideró que no hay ningún riesgo de estallido social en Argentina como ocurrió con la crisis de 2001.
«Todos aprendimos del 2001. Hoy hay mucho más Estado. Y hay mucha más sociedad que en el 2001. Yo no veo ningún riesgo de estallido social», aseguró.
Además de un Estado fuerte, hay mucha reconversión productiva y «una gran red social de iglesias, ONG, escuelas, clubs, un montón de gente haciendo cosas», por lo que, según Arroyo, «está cambiando el sistema de liderazgos sociales en la Argentina».
Para el ministro argentino «mucha gente que hoy ha salido de su casa y va a la olla popular, al comedor, a la escuela, no se va a volver a la casa; va a formar parte de los nuevos liderazgos sociales», concluyó.
EFE