Por Alejandro Prieto
Como un iceberg de letras, la obra conocida de la uruguaya Idea Vilariño (1920-2009) muestra solo una punta pulida de lo que volcó desde su infancia en cuadernos y, 100 años después de su nacimiento, comienza a desvelarse para completar el rompecabezas de «cómo se hizo» la gran poeta.
Tan concienzuda y rigurosa con su edición como apasionada y profunda en su escritura, Vilariño -referente clave de las letras uruguayas y destacada figura de la Generación del 45- eligió con esmero los poemas que incluiría en su «Poesía completa» (Cal y Canto, 2000).
Sin embargo, como expresa en una entrevista con Efe la investigadora, crítica y editora Ana Inés Larre Borges, a quien la poeta designó por testamento albacea de su obra, Vilariño «dejó mucho afuera».
PARCIAL TRAICIÓN
Para Larre Borges, que mantuvo una amistad con ella y tomó las riendas de editar su obra tras la muerte de su esposo, Alberto «Beto» Oreggioni, quien fue editor tanto de Vilariño como de su renombrado colega y amigo Mario Benedetti, recuperar los poemas descartados por la escritora no fue tarea fácil.
Entre otros motivos porque la poeta, que tenía una forma especial de ordenar y publicar sus cartas, papeles y poemas, no los eligió expresamente con ese fin.
En los años 50, Vilariño decidió que publicaría no en orden cronológico sino por «zonas», una de poemas filosóficos que, acota, eran «los que más quería»; otra de poemas de amor, como los del libro homónimo de 1962 y los de «Nocturnos» (1955), y otra con los de «Pobre Mundo» (1966), poemas políticos y de naturaleza.
Como explica Larre Borges, la autora seleccionó, hacia 2002, lo que quería incluir en su «Poesía completa» y dejó de lado un volumen que estima más grande a lo publicado; es la primera mitad de ese conjunto, poemas que van desde su niñez hasta 1945, el que se publicará en digital para celebrar su centenario este martes.
«Esto es una parcial traición, porque Idea era muy exigente en su obra y también, como crítica, criticaba mucho a los que usaban un criterio exhaustivo de la obra. Por otro lado nos ampara que ella todos esos poemas que quedaron (…) los cuidó mucho, porque de cada uno es muy difícil que haya una sola fuente, a veces hay hasta cuatro, cinco», indica.
DE PRINCETON A LOS LECTORES
La investigadora señala, por otro lado, que el trabajo de revisar los poemas para el proyecto denominado «Poemas recobrados», que condujo junto con los profesores Nestor Sanguinetti, Vanesa Artasánchez, Mariana Aja, Andrea Arismendi y Lorena Costa, tuvo sus encrucijadas.
En concreto, indica que, al tratarse del «Salón de los refusés» o rechazados, fue difícil distinguir cuáles eran los originales e incluso decidir si publicar una o más versiones de cada poema, ya que Vilariño los copió manuscritos y mecanografiados muchas veces con variaciones.
De todas formas, argumenta, se decidió que fuera solo una copia para que no resultara engorroso, ya que una de las particularidades de la poeta es que con su lenguaje simple, sin ornamentos, llega a todos.
«Idea es una poeta, como creía ella que eran los grandes poetas, que también llega, se comunica, sin ser un ‘best-seller’, con las personas que no son intelectuales o que ni siquiera son lectores de poesía habitualmente», acota.
Por otro lado, Larre Borges dice que entre estos poemas hay un conjunto que pertenece a los cuadernos vendidos por el sobrino nieto de la poeta a la Universidad de Princeton (Estados Unidos) y cuya fuga del archivo Vilariño, que fue declarado Patrimonio Histórico de Uruguay, terminó en instancia judicial.
Al respecto, Larre Borges, que considera el hecho «una tragedia», indica que si bien el caso no está aclarado, cuando ella lo denunció a la Comisión de Patrimonio y se becó además en Princeton para acceder al archivo, la Universidad los puso en línea y, por el momento, pueden consultarse y estudiarse allí.
LA PUNTA DEL ICEBERG
Para Larre Borges la poeta, que ha sido definida como «fría» o «reservada» pero ella recuerda como «vivaz» y «alegre» aunque «intolerante», como ella misma se definió, en sus ideas políticas, si bien ya no precisa homenajes que la vengan «a recuperar», aún puede traer, con estos poemas, una pieza que faltaba.
Para la investigadora, que editó los «Diarios de juventud» de la poeta, aun al revelarse allí datos de sus primeros años, como la influencia de sus padres en su formación musical y lírica, para responder la pregunta de cómo llegó a los poemas que la colocaron en la cúspide de las letras uruguayas faltaban los primeros versos.
«Todavía hay, como en un iceberg, (obras) saliendo de su archivo, como pueden ser estos poemas recobrados, que no van a cambiar el lugar (que tiene como poeta) porque no son las cimas de su producción, pero muchos tienen mucho interés biográfico», subraya.
Entre ellos, según Larre Borges, se encuentra «de todo», desde poemas a uno de sus amores de juventud, el profesor de filosofía Emilio Oribe, que, dice, probablemente no publicó por haber sido un romance «secreto», hasta poemas políticos de la talla de los que escribió para el semanario de izquierda Marcha.
«Hay poemas de todas las zonas de su poesía, poemas breves, poemas muy largos (…), hay dos poemas más al mar, porque cuando uno habla de la naturaleza en Idea nunca es una naturaleza pequeña, detallista, sino el mar o los poemas cósmicos», recalca.
Por último, como anécdota de las vísperas del aniversario, la editora manifestó que le llamó la atención una intervención urbana en Montevideo que homenajea a la poeta mediante el arte en los contenedores de basura, ya que le recordó a un poema suyo.
«Versos, poemas que escribí en la madrugada y andarán por ahí como basura, como restos de alma de alguien que estuvo aquí y ya no más, no más», recitó recordando unos versos de Vilariño.
EFE
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