Por Santiago Carbone
Con gráficas, números, nombres y libros, la muestra Revisar, Investigar, Proponer (RIP) busca repensar las formas en las que se creó el relato histórico artístico en Uruguay y romper con la «invisibilización sistemática» de las mujeres.
Basado en una duda surgida con la ola feminista de los años 70, que intentaba saber dónde estaban las grandes artistas en la historia, este trabajo, llevado adelante por el colectivo Coco, intenta encontrar una respuesta a esta problemática en el país sudamericano.
«¿Dónde están las artistas uruguayas que no las enseñamos en la escuela, que no tienen nombres en los museos, que no están en las calles?».
Esta pregunta, planteada a Efe por Natalia de León, una de las integrantes del colectivo, trata de hallar respuesta en el Centro Cultural de España en Montevideo (CCE), donde nombres propios, fechas y cifras históricas inundan los muros blancos para poner voz a mujeres silenciadas.
DESCANSA EN PAZ
RIP, epitafio latino para decir «descansa en paz» («requiescat in pace»), juega con la muerte del patriarcado como construcción social.
Según explica De León, la muestra cuestiona si la historia del arte que existe en Uruguay realmente lo representa como país.
«Solo hay hombres, blancos, de clase media-alta en general, que tuvieron sus contactos con Europa. Seguimos replicando un canon universalista europeo-norteamericano que no es el total de la población», sostiene.
Algunos datos presentados en la exposición indican que de los 16 museos dedicados a las artes visuales, 15 llevan el nombre de algún hombre.
Además, desde 1956 a la fecha, 40 de los 45 artistas designados para participar en la Bienal de Venecia fueron de sexo masculino; y 45 de los 57 premios Figari, que galardona la trayectoria de artistas visuales del país suramericano, llegaron a manos de hombres.
«La conclusión es que hay una invisibilización sistemática en la historia, en el relato que nos construyen dentro del arte, que replica también lo que pasa en el resto de la sociedad. No hay mujeres representadas, no hay disidencia de género», sentencia De León.
REVISAR, INVESTIGAR, PROPONER
Estos datos, plasmados en el CCE, se ordenan en tres murales: uno que revisa la historia; otro que investiga y se pregunta cómo hacer visible la producción de las mujeres artistas, además de proponer nuevas estrategias; y un tercero, en el que se abre un espacio de reflexión.
Además, se suma una cuarta pared con una pizarra a disposición de quienes visiten la muestra para que escriban con tizas blancas sus relatos sobre quién construye la historia.
Esta es una nueva muestra del trabajo de Coco, un colectivo creado en 2016 por tres artistas que investigan sobre el campo del arte contemporáneo y el arte en general en Uruguay: Natalia de León, Catalina Bunge y María Mascaró.
«Para mí es un orgullo por todas las cosas que hemos estado logrando. La propuesta nuestra era mostrar tanto las artistas que ya son reconocidas como las nuevas y abrir un poco a la multiplicidad que hay en el campo artístico que a veces no se conoce», asegura Mascaró a Efe.
Asimismo, advierte de que, con vistas al futuro, «la idea es seguir visibilizando esas voces que existen, que están y que a veces no pueden acceder a instituciones» para que la gente las vea.
Así continuará Coco, que no se conforma con la exposición de este trabajo y asegura que la historia del arte feminista no se contenta con descubrir artistas mujeres y revalorizar su contribución al arte.
Para el colectivo, un cambio real requiere de «acciones afirmativas que luchen por evitar aquellos mecanismos discriminatorios y normatizadores en las prácticas artísticas actuales».
EFE
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