Por Sebastián Olivera
Lo que ocurrió esta mañana en uno de los ómnibus de empresa Berrutti se define con una sola palabra: impotencia.
Si resumo la noticia tengo que decir que dos niñas se quedaron sin ir a la escuela porque no tenían dinero para pagar el boleto, y el guarda de dicha empresa, las bajó del ómnibus asegurando que tenía órdenes de cobrarles, de lo contrario no podían viajar.
Pero si la analizo, lo cual debo y quiero hacer, encuentro en este hecho la peor demostración que un ser humano puede tener hacia otro, el desprecio por no tener con qué. Y peor aún es hacerlo con un niño, quien no entiende de economía empresarial, sino de lo que es la necesidad y el esfuerzo de una familia para ofrecerle lo mínimo e indispensable para su futuro:estudiar.
Esas dos niñas que hoy no pudieron ir a la escuela porque ese guarda puso por encima la economía de una empresa, posiblemente también se hayan quedado sin el plato de comida que la escuela les proporciona a diario. Pero además vivieron un momento que seguramente les quedará en su recuerdo; haber sido echadas de un ómnibus repleto de miradas.
“Quedamos todos helados con lo sucedido” me dijo una testigo del hecho. “Yo entiendo que el muchachito (guarda) cumple órdenes como cumplimos todos en nuestro trabajo, pero hay cosas que se pueden hacer por el bienestar de un niño. A él Berrutti no lo iba a ver que no les cobraba” añadió con gran impotencia.
Según pude saber, estas niñas suben en CALCAR, parada que pertenece a Carmelo, y como van a estudiar a la Escuela Nº 61 tendrían que pagar los boletos. Por este motivo es que todo aquel padre que puede llevar los niños hasta la parada que hay antes de la Curva Mortalena lo hace, ya que desde allí el boleto no se cobra, por estar fuera de la ciudad, según el «reglamento».
“Si bien el guarda cumple órdenes, a lo que voy es la manera en que sacó a las niñas” relató la testigo que viajaba en el turno de las 8.15 horas que va desde Carmelo a Colonia. Además aseguró no ser la única que vio el episodio, ya que “iban una cantidad de maestras, funcionarios de la Intendencia y hasta un muchacho que antes trabajaba en esta misma empresa y no podía creer lo que estaba viendo, que además comentó que en su época no ocurría eso”.
El hecho de hoy no es aislado, ya habría tenido sus antecedentes esta misma semana, el pasado martes, con las mismas niñas y el mismo guarda, según me informaron.
En dicha ocasión el empleado de la empresa no se dio cuenta que las niñas habían subido porque estaba cobrando boletos, entonces luego fue hacia ellas y les dijo “ustedes tienen que pagar” contó una testigo que viaja cotidianamente en el mismo turno.
Con respecto a lo sucedido esta mañana, la persona que me proporcionó la información aseguró que al momento de hacer bajar las niñas ante todo el pasaje, el guarda tuvo un intercambio de palabras con la madre de las escolares. “La señora le dijo que había hablado a la empresa porque no podía pagar los boletos y había quedado de acuerdo con la hija del dueño para no tener que hacerlo, pero el guarda le dijo que él había hablado con su superior quien estaría de acuerdo con su acción”.
“Yo no tengo plata” le decía la mujer al guarda para que dejara viajar a las niñas hasta la escuela, “yo te las tengo que bajar” contestó él y prosiguió “nenas, vamos, abajo” contó la entrevistada.
La impotencia y la vergüenza ajena que sintieron los testigos de esta situación, se vio incrementada cuando la mayor de las niñas rompió en llanto mientras era obligada a bajar. “Lo que más dolió fue ver la vergüenza que sintieron ellas, quienes no sólo se quedaron sin un día de escuela, sino tal vez hasta sin comida”, reflexionó la testigo. “Está bien que cumpliría órdenes pero Berrutti no lo iba a ver que no les cobraba”, concluyó diciéndome.
Estas son las acciones que no logro entender. Cada empresa tiene su política y es respetable en dicho sentido, pero ¿es necesario humillar a dos niñas en edad escolar ante todo un pasaje?
La vergüenza que ellas sintieron esta mañana debería trasladarse a ese «señor» guarda por tener una actitud deplorable, ya que ningún niño merece pasar por un momento así. Y la empresa seguramente deberá decidir que postura tomar; elegir entre la diferencia que le hace a su economía dos pasajes más o menos, o apostar al sentido común y el lado humano, entendiendo que la balanza es bastante desequilibrada, y vivimos en un mundo en el que unos tienen mucho y otros no tienen nada.