A veces los nietos viven a cientos de kilómetros, a veces viven muy cerca pero es imposible verlos por la pandemia. Las distancias se han vuelto una normalidad en muchos lugares del mundo y a la vez un desafío para los abuelos, que muchas veces no utilizan las redes ni los mismos dispositivos de comunicación que la tercera generación de la familia.
La buena noticia es que la cercanía con los nietos también se puede lograr a pesar de la distancia. La única condición es que todos estén de acuerdo.
Por supuesto, en líneas generales vale decir que cuando los abuelos ven reducida su movilidad, lo mejor es que sus hijos y nietos viajen adonde están ellos y no a la inversa. Si los abuelos están bien, los niños pueden quedarse de vez en cuando a dormir.
Una experiencia hermosa: Vacaciones juntos
Los especialistas recomiendan que los abuelos compartan vacaciones con sus nietos. No sólo es bueno para los abuelos, sino también para los padres, que pueden relajarse un poco al contar con sus padres mientras ellos disfrutan de poder compartir experiencias con los más pequeños.
Al menos cuando todo sale bien… porque está claro que si la distancia se convierte en cercanía permanente pueden surgir peleas. Pero a pesar de ese riesgo, «tener la posibilidad de compartir tanto tiempo de corrido suele ser un gran momento para todos», asegura el psicólogo Andreas Winkler.
Contacto por teléfono y video
¿Pero qué pasa si resulta imposible pensar en organizar unas vacaciones juntos a raíz de la pandemia? Los abuelos son el principal grupo de riesgo y por más que les cueste y les duela, no pueden ver a sus nietos aunque tal vez vivan en el mismo barrio.
Ante este contexto, hay que mantener el contacto por otras vías. Winkler ha observado que no son pocas las personas mayores que se sienten a gusto utilizando los nuevos medios de comunicación.
Algunos abuelos incluso han comenzado a hablar más que antes de la pandemia con sus nietos. Erhard Hackler, por ejemplo, habla una vez por día vía Facetime con su nieto.
«Ver al otro en movimiento es mucho más palpable que escuchar sólo una voz en el teléfono», sostiene la psicóloga Angelika Enzian. Pero por supuesto que las llamadas también ayudan.
Cuanto más pequeños son los niños, más importante es que tengan contacto directo con los abuelos, explica la especialista, que propone que el encuentro telefónico o por videollamada tenga su espacio fijo en la semana.
«Cuando llamamos todos los domingos a la abuela, la abuela se convierte en una persona de referencia y en todo caso será extraño cuando de pronto un domingo no se hace ese llamado».
Los padres juegan un papel central en esta relación, porque los niños absorben inmediatamente la atmósfera de cómo reaccionan sus padres a los abuelos.
Sólo les hace falta escuchar su tono de voz para saber si a los padres los alegra o no recibir un llamado de los abuelos. Y si los atienden con desgano, pueden contagiar a los más pequeños. «Obligarlos a hablar no tendría ningún sentido.»
Pequeños regalos personales
Si los mayores tienen ganas, pueden hacer algo similar a lo que hizo Erhard Hackler: les escribió a sus nietos un cuento sobre topos porque sabe que les encantan los animales, se lo grabó en el móvil y se lo envió.
«A veces también les imprimimos una poesía o recortamos del periódico una nota para niños y se la enviamos», cuenta. Los nietos se alegran de recibir dibujos, cartas y tarjetas.
«Escriba su propia historia», recomienda Angelika Enzian. Si los abuelos conservan fotografías de años pasados, también pueden armar un foto-libro.
Los regalos personales o el envío de un «dinerito» puede ser otra buena idea para mantener el contacto. «El dinero es una buena opción cuando los abuelos no tienen la posibilidad de comprar un regalo. En ese caso los padres pueden hacerlo», comenta Enzian.
Visitas cortas en lugar de grandes encuentros
No a todos les gusta pasar un día completo en el gran círculo familiar. Muchos necesitan tener cierta tranquilidad o poder recluirse. Si es así, más vale decirlo claramente, recomienda Andreas Winkler. «Hay parejas mayores a las que les basta estar en esa compañía y no precisan tener muchos contactos sociales», observa.
Puede pasar que los grandes encuentros familiares se vuelvan muy ruidosos y movidos, sobre todo cuando los mayores ven disminuida su capacidad de audición y no pueden participar del mismo modo en las conversaciones de todos.
«Cuando es así, los niños deben aceptarlo», opina Winkler. En esos casos, mejor hacer una visita corta aceptando que es lo mejor para los abuelos.
Comentarios